Blogia
Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Por fín...

Por fín...

   Tras muchos años de abandono, y múltiples promesas electorales, por fín la corporación municipal, se ha decidido a reparar "A Fonte da Vila" en Castropol. Esperemos que la Mirandilla, no tenga que esperar tantos años, y tantas promesas electorales.  En la foto, vista del estado actual de las obras.

5 comentarios

l. egaspi -

UN DIA, FUENTE DE VIDA,
HOY, RINCON PERDIDO

“Que bien sé yo la fonte que mana y corre
aunque es de noche”

(exhumad de mis viejos escritos)


Creo que por los años ochenta del pasado siglo se creó en Castropol una asociación vecinal denominada “A Fonte da Vila”. Me parece que tuvo vida efímera. ¿Abulia congénita en nosotros los castropolenses? ¿Dificultades externas? Lo que no se le ocurría al alcalde o no se le ven réditos electoralistas tiene poca “chance”. Es una pena.

No está mal que los vecinos se asocien. La unión hace la fuerza y es fuente de ideas e iniciativas. Esto molesta a políticos, más bien politicastros. Ellos se creen únicos duces para conducir al pueblo a salvamento. Sus programas y cabezas les parecen candiles con carburo suficiente para iluminar la vida de las gentes. A veces el rebaño se rinde y se adormece con las dulces emanaciones del acetileno. ¡Ojo! de intoxicación también se muere.

En la bitácora “castropol@blogia.com”, aparecen abundantes recuerdos de y fotografías da Fonte. El que La Fuente y su barrio hayan sido tan retratados ya insinúan algún interés por este rincón. El agua es el origen de la vida. Mucha vida del pueblo se reflejó en su agua.

Cuatro abundantes gárgolas de bronce corrían día y noche, invierno y verano. Tres vertían en el pilón del frontispicio y el cuarto en el abrevadero para el ganado. Un canaleto abastecía el lavadero, que decíamos “el Río”, y otro discurría, sin mayor pena, al
“mar que es el morir”.

El caudal abundante y el estratégico alumbramiento, al nivel de mar, convertían esta fuente en aguada fácil para barcos que arribaban a la ría del Eo. Distintas embarcaciones, con cubetas o directamente a granel en su bañera, allí se abastecían y luego trasvasaban a los barcos fondeados en el canal o atracados a pantalán. Allí al lado ¿se conservan? Restos de un pantalán .

Su manida inmediata es, creo yo, Quintalonga, la quinta del agua, tal es la toponimia del vecino caserío. Allí hay dos pozos En el acuífero, riera abajo, se alumbran otros, uno en la antigua casa de Galán, casero de San Roque, y otro en la casa de don Floro Moldes, hoy urbanización “La Fuente”. Ya metido a zahorí, me atrevo a insinuar, también, el aljibe con bóveda de piedra y cubierto de maleza, que hay en la carretera de la Punta. Es posible que la fuente de Moldes-Armean sea también alumbramiento del mismo hontanar. Luego en la ribera debajo del taller del Carolo hay otra “fontía” o “fontela”.

Arriba, en el Castro, no hay manantiales. Los “acomodados” solían tener una cisterna para recoger el “goteiral”. El pozo de la Marquesa de la calle del Pozo era singular por su capacidad y sistema de provisión. En cualquier caso, estos embalses daban para poco: lavar algún “paxelo”, fregar cacharros, regar begonias y pare usted de contar.

Desde La Fuente se apagó durante siglos la sed del pueblo. El agua, acaso por endósmosis con el mar, es levemente salitrada y densa, muy agradecida para guisos, hace un buen café y probablemente prevenga contra caries y bocio.

Este agua potable había que subirla “da Fonte”, Allí peregrinaba todo el pueblo, buscando refresco. Al servicio de los “señores” había un cierto gremio de azacanas que hacían al día múltiples “acarrexos” con el cubo a la cabeza y muchas veces con el suplemento de una jarra en la mano. Los menestrales nos apañábamos solos. Era la procesión diaria por a Costa de Guerra arriba o por el pequeño atajo del Calellón de Abaxo.

Recuerdo como figuras azacanas, por citar algunos nombres: Josefa das Veigas, Marica da Xaviera, Carmía da Moucha, Ferminía de Lantoira, Rosario de Cecilio, Catalina de Marcial y con especial emoción, aunque no era su oficio habitual, cito a María "Zarauza" mi madre y, acaso, me podría citar a mi mismo en mi madura infancia. Nunca, eso sí, sin perder, “pulir”, la Escuela.

En tiempos de mis recuerdos también había arrieros “mayoristas”. Sanguín, uno de ellos, que con un tonel en su carro de caballo prestaba este servicio. Excepcionalmente también había algún carro de vacas y algún asno que en parihuelas llevaba dos pipas. Los carros y las bestias no podían entrar en el “patio de operaciones” Dos mojones de piedra lo obstruían y, a la vez, servían de soporte para erguir el cubo a la cabeza. “Axudar a erguer” era un rito de solidaridad entre las aguadoras.

Los cubos eran de una capacidad, más o menos, de una metreta, 25-30 litros. Las azacanas de oficio no harían menos de diez viajes al día. Diez por treinta… trescientos kilos sobre la columna vertebral. Como amortiguador de la presión directa sobre el cuero cabelludo y para guardar mejor el equilibrio, se usaba “a molida”, una corra de trapo o paja y, para evitar el derrame o “esbatuxe” del líquido elemento y no ponerse “pingando”, se colocaba en la superficie del caldero una tablilla o una hoja de berza.

Las vasijas también tenían su categoría social. Había las “sellas”, en forma de cono truncado, con dovelas de madera, selladas con tres aros metálicos, eran los recipientes brillantes de la nobleza. Los cubos esmaltados de porcelana, eran propios de curiales y funcionarios. El vulgo utilizaba “caldeiros” de cinc, más o menos galvanizado, o lata “vulgaris”.

Un cangilón colgaba en todas las cocinas al borde del recipiente. Con este cacillo se extraía el líquido, incluso, para beber directamente, como, si hoy lo hiciésemos a morro del grifo o en el cuenco de la mano. Los vasos, más bien “concas”, eran para gente fina o de no mucha confianza de casa

La higiene corporal diaria se limitaba a legañas, pescuezo, orejas, algún recoveco o sobaco y poco más. En las fiestas de guardar o si había que ir al médico se hacían abluciones extra en un barcal. En pocas casas había tinajón o bañera. Ducha y grifo eran palabras extranjeras. A veces yo oía hablar de "baños de asiento" y no casaba las palabras.

Claro que n`el vrao, de junio a setiembre, a juventud y os “nenos” chapuceabamos a diario en aguas de la Ría no contaminada, porque todavía no éramos reserva de la biosfera.

A mediados de los años cuarenta, tiempos de la dictadura, asomó tímidamente el progreso. Se planificó una subida del agua. Se construyó en lo alto de la Paloma un aljibe al cual se bombeaba agua desde el manantial. Desde este depósito central se distribuía a tres grifos de servicio público. Estaban situados en tres plazoletas de crucero: Cuatro Torres, Villa Rosita y Banco de Marineros. Supuso una revolución hidrológica. Teníamos la fuente en el barrio, a la vera de casa. Durante una buena temporada su consumo para beber tuvo un cierto rechazo, pues mantenía el sabor a brea de las junturas de la tubería de hierro. Hasta os “nenos” y mayores, con poca fuerza, podíamos aprovisionar con un aguamanil o con una lata que había sido recipiente de La Giralda u otro óleo.

Sin embargo la alegría en casa del pobre siempre es fugaz, relativa y encima intermitente Los amaños siempre son caros. La motobomba renqueaba con frecuencia. Alfredo, el electricista no daba abasto a rebobinar y poner plomos. Si funcionaba demasiado tiempo los tres caños perdían chorro y el lavadero, “el río”, se ponía en “stand bi” con el natural cabreo de las lavanderas que quedaban enjabonadas y sin aclarar.

Al comenzar la segunda mitad del siglo pasado, después discutir si la “traída” habría de ser de a Malandreira o de Cotapos, ya se abrieron grifos en las casas, comenzaron retretes inodoros, duchas, lavaderos y lavadoras: Claro que el agua necesita desagüe adecuado y la ventaja de tener agua se pagó, y menos mal, con el tributo del espectacular argayo de la Mirandilla. Pero no es hora meter el dedo en el ojo al vigilante de la res pública.

Lo del lavadero, “el río”le llamábamos, merece un capítulo aparte. Por supuesto formaba una unidad con la fuente. Está cobijado en una espaciosa nave de fábrica Ya he descrito que desde el pilón de los caños una pequeña acequia abastecía el lavadero. A ambos lados de la corriente, una fila de lajas de piedra cantería azulada, de Vilavedelle. A ellas se acodaban con su tina las lavanderas.

En la colada había un proceso. Lo primero era ablandar y enjabonar, prelavado dicen los electrodomésticos. Para esto había que colocarse al fondo del regato. Luego se ascendía unas lajas y venía el restregar más cuidadoso y en serio. Un poco más arriba, ya en la primera agua se enjuagaba y se hacía la primera torcida para enjugue. Si había que meter en lejía o “azuletar”• con añil se dejaba en el barcal y posteriormente se retorcía sobre unos muretes que había en el interior y exterior de la nave.

Pero A “Fonte da Vila” tenía otras dimensiones muy interesantes, además de las nutricionales e higiénicas. Era un lugar de encuentro y palique., Era el ágora abierta y popular. Todas las noticias del pueblo, en forma de “dixome-dixome” o pingoneo, allí corrían cuesta arriba y cuesta abajo. El murmullo del agua propiciaba la murmuración que, a veces, era suave discurrir y otras, aluvión que ponía “pingando” o enlodaba a todo quisque. “Beber del pilón” significa hacerse eco de habladurías. También, a su vera surgía la amistad y el noviazgo o a ambos los arrastraba la torrentera. La verdad es que no se diferenciaba mucho de otros foros de lo alto del castro, aunque en aquellos el léxico fuere más erudito.

El lugar más pausado para la noticia y el comadreo era el lavadero. Por algo dicen que la ropa sucia se lava en casa. Cuando lavas la ropa de alguien, manejas detalles de su estado social, de su economía, de su salud, de sus gustos y hasta de sus virtudes y vicios. No es lo mismo lino que percal, o un remiendo que un zurcido. Hay paños, pañuelos y pañoletas, manteles, servilletas y trapos. Los calzoncillos y bragas pueden estar más o menos teñidos de “adéene”, por decirlo fino. En ocasiones hay que refregar y venga lejía, en otras, basta un aire de enjabonado. Algunos buscan o rehuyen un puesto en el “Río” para no coincidir con gripes o presuntas endemias Otros, de vez en cuando, se hacen la colada en Fontela o Salías, porque es más discreto.

Hoy “A Fonte da Vila” es una ruina y su espacio público está sensiblemente reducido por edificaciones adyacentes. Por eso me parece teminar en elegía:
”Estos, Fabio, ¡ay dolor! … fueron un día ágora famosa” Yo recuerdo, desde niño, que allí, cubriendo una acequia había una laja marmorosa con grabación heráldica. ¿Cuál ha sido su destino?

Ha habido voces, reclamando su restauración y cuidado. La misma asociación, abortada, de la que arriba hago mención tenía entre

sus objetivos, creo, rescatar este lugar entre bucólico e histórico. Podría ser un rincón turístico agradable. Su restauración reclamada por el pueblo ha estado mil veces entre los proyectos municipales, alguna vez fue promesa probablemente para enguadar en tiempo electoral. Hágase el bien, hágalo el diablo, aunque maquiavélico sea el refrán.

Paco López Castelao -

Efectivamente, ya era hora de que restauraran "A Fonte da Vila", elemento primordial de la historia de Castropol, testigo de un pasado que nunca deberíamos olvidar. A ver si cunde el ejemplo y se recuperan otros iconos del patrimonio histórico de Castropol: El Palacio del Valledor, por ejemplo. Edificio del siglo XVI que albergó la Escuela Hogar y antes el colegio San José y Santo Ángel. Ojalá que alguno de los santos interceda para qué el viejo caserón sea rescatado de la soledad, el abandono y el franco deterioro al que actualmente se encuentra abocado.

"Pepa de Galochón" -

¿Cómo van as obras? Alguen dos que protestamos vamos por alí pra verlo que tan facendo pra que lougo nun podasmos criticar a ovella pasada, desde que todo ta feito.
Esta obra hace años que debía de ser hecha o al menos restaurada en su parte, aún no sé porque se rehabilitaron muchas "fontes” , lavaderos del concejo antes que esta de Castropol . ¿Por qué José Ángel (Alcalde)y adláteres?,-Niguno de ellos es de la Villa- puede que todas seguro la “fontes y la vaderos del concejos tenga su historia, si bien, que ninguna más que la de la “Fonte da Vila” de Castropol… para dejarla para una de las ultimas en restaurar.

En traje de baño en la playa da Fonte -

Paso a transcribir un cometario de hace años en este Blog por :
Víctor Manuel Díaz Díaz, o de Primote
Efectivamente, desde hace muchos años viene reclamándose al Ayuntamiento la rehabilitación del Lavadero d'A Fonte, elemento patrimonial muy importante, no solo para los que estamos escribiendo y opinando en este blog, sino para todos los vecinos presentes y futuros. No deja de ser un elemento de nuestra cultura reciente, ya que si bien la electricidad llega a Castropol en 1910 de la mano de Electra del Eo (cuyo transformador estaba justo detrás de la fuente y el lavadero), los avatares históricos de este país no permitieron el progreso económico requerido (la guerra civil dejo a España en los niveles económicos de 1910-1915) para que todos tuvieran una lavadora en casa, o agua corriente (recordaba en una conferencia J.L Pérez Castro -el "de" sobra- como escucho en algún momento a alguna persona referirse a determinada casa como a la casa das “X” fontes, porque disponía de agua corriente).
Este elemento de nuestro patrimonio histórico, etnográfico y de arqueología industrial (lo que se hacía en el lavadero no dejaba de ser un trabajo), está sujeto a protección por la Ley de Patrimonio Histórico de ámbito estatal y por la Ley de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias, y dispone de algunas ayudas y subvenciones autonómicas.
Al final es lo de siempre: somos pocos en Castropol para que nos hagan caso. Y supongo que tienen que buscarle un sentido más económico y material a un proyecto de rehabilitación de estas características y envergadura.


Posdata: ver fotos en el Blogia Castropol de cómo era , y algo de las historia de la” Fonte da Vila y su lavadero “¿Hasta hubo una asociación de vecinos que llevó su nombre

"Pepa de Galochón" -

Como última "moradora" que usaba la fuente-lavadero para lavar la ropa, os diría gracias.
Veía que se rehabilitaban todos, o casi todos, los lavadero y fuentes del concejo la verdad es que ya no creía que le llegará el turno al de “LA FONTE DA VILA” que tantas y tantas historias, recuerdos de tener…para la gente de Castropol