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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Virginia Tola

Virginia Tola

La Nueva España. 19/01/2014

 

«Mi bisabuela salió de Castropol, echó novio en el

 

barco y se casó en Argentina con 14 años»

 

«Doña Elvira es una gran justiciera del amor y quiere lograr algo que es imposible, redimir a don Giovanni»

 

 

 

 

Javier NEIRA 

La soprano argentina Virginia Tola va a realizar una escapada entre ensayos para ir hasta Castropol, desde donde su bisabuela Josefa partió un día hacia el Nuevo Mun­do. Entre tanto, ultima su papel de doña Elvira en la ópera «Don Giovanni de Mozart que se ofrecerá el domingo 26 en el teatro Campoamor como cierre de la temporada de Oviedo. 

-¿Cómo son sus raíces asturia­nas? 

-Mi bisabuela asturiana conoció a mi bisabuelo, sardo, yendo a Ar­gentina en barco. Se llamaba doña Josefa Vázquez Fernández. Había nacido en 1901 en Castropol. Al lle­gar a .Argentina se casaron porque había que tener una familia para que el Gobierno te diese tierras. 

-¿Tiene recuerdos personales? 

-Claro. Vivió hasta casi los 100 años. Recuerdo a mi bisabuela as­turiana con su moño negro, siempre bien atadito, y su carácter fuerte. Era chiquitita. Recuerdo su voz. 

-¿Cantaba? 

-No. Tenía un acento muy espa­ñol. Siempre lo conservó. Nunca habló como  una argentina Salió de Castropol, echó novio en el barco y se casó en Argentina con 14 años. Tuvieron dos hijos, uno de ellos mi abuelo Silvio. Al retomar las raíces, te reconoces y ves parentescos en algunas personas. Me ocurrió en 2005 al ir a cantar a Cerdeña. Estu­vimos en la casa en que nació mi bisabuelo, encontré familiares y vi el mismo corte de ojos y otros deta­lles parecidos. Iré a Castropol uno de estos días y espero encontrar fa­milia. 

-¿Cantante vocacional? 

-Nací en Santa Fe. en el centro- norte de Argentina. Siempre quise cantar, desde muy chiquita. A los 8 años le pedí por favor a mi madre que me llevase a un coro. Tengo grabaciones desde muy pequeña cantando. En el coro me metí en la parte más clásica de la música. Con 12 o 13 años vimos ópera, em­pezamos a hacer coros de ópera y comprendí que eso era lo que que­ría. Me interesó el teatro cantado. La voz debe reflejar el personaje. Algunos melómanos anteponen la belleza de la voz, el sonido, a lo que se está diciendo. Creo que no debe ser así. Verdi explicaba que era muy importante el teatro y recitar. 

-¿Cómo fue su debut? 

-Con 17 años hice un rol peque­ño. una de las hadas en «Hansel y Gretel». En realidad, debuté a los 23 años como Micaela, en “Carmen” en el teatro de La Plata Me. 

fui a Noruega después de realizar toda la escuela del teatro Colón de Buenos Aires. En Noruega, en el concurso internacional «Reina So­nia-. gané el primer premio. Pláci­do Domingo quiso conocerme, fui a su concurso «Operalia» y lo gané, y también el premio a la zarzuela, muy importante porque nunca ha­bía cantado ni un aria de zarzuela. Adoro España y tengo casa en Ma­drid, aunque nunca estoy. Sólo me falta cantar una zarzuela, un géne­ro con una música maravillosa mu­cho más interesante que la opereta, aunque se las compara. Tiene mu­cha más riqueza musical, es un gé­nero que tengo pendiente. 

-No es mal apoyo Plácido Do­mingo. 

-Claro. Empecé a cantar en tea­tros de la mano de Plácido Domin­go. Me invitó a hacer conciertos con él por todo el mundo, con ópe­ra. zarzuela, opereta y algunas can­ciones. Mi repertorio ha evolucio­nado de soprano lírica, como Mi­caela o Mimí. a una etapa Me donde hice muchas veces doña El­vira, y el año pasado más como so­prano dramática, con la Abigail de «Baile de máscaras» en el teatro Colón y, este verano, en la Arena de Verona de la mano de mi gran maestra, Raina Kabaivanska. Me habla de Oviedo y del teatro Campoamor. 

-¿Cómo es su doña Elvira? 

-Siempre pienso cómo sería yo de haber estado entonces en Burgos y me hubiese ocurrido todo eso. Doña Elvira es muy pasional, con mucha clase. Pertenece a la alta so­ciedad. Se enamora de un hombre como don Giovanni. descubre la verdad y se vuelve un poco loca. Es una gran justiciera del amor y quie­re lograr algo que es imposible, re­dimir a don Giovanni. Entonces vuelca el amor hacia Dios. 

-¿Por qué la vuelve loca? 

-Uno se vuelve loco solo. Al ver que todo es un cuento se vuelve lo­ca y quiere desvelar quién es don Giovanni. Trata de cambiarlo. 

-Esa idea de redención es muy femenina. 

-Sí, redimir o cuidar al hombre. Está en relación con el instinto ma­ternal. Como actriz pienso que qui­zá doña Elvira estuviese embaraza­da. Así cobraría mucho más senti­do todo. Las hormonas influyen. 

-Si don Giovanni sabe que va a tener un hijo... 

-Las personas nunca cambian, ésa es una de las grandes enseñan­zas de esta ópera de Mozart. No po­demos intentar ser otra cosa. Ni po­demos cambiar a nadie. Al final, ca­da uno tiene lo que se merece. Esta ópera cierra muy bien. 

 

1 comentario

Nano (a la memoria de Inocencio Díaz(Tento) y José López Lastra (Chinelo) -

Argumento
Luigi Bassi en el rol titular de Don Giovanni (Don Juna en Sevilla) en 1787

La acción se desarrolla en Sevilla, a mediados del siglo XVII. Don Giovanni, un joven noble, arrogante y sexualmente promiscuo, insulta y enoja al resto de los personajes del reparto, hasta que al final se encuentra con algo que lo puede matar, golpear, eludir o burlar.
Acto 1

La obertura empieza en re menor, antes de un allegro en Re mayor alegre.

Cuadro 1º: Atrio del Palacio del Comendador
Francisco d'Andrade como Don Giovanni
cuadro de Max Slevogt

Leporello, el criado de Don Giovanni, se queja de su vida ("Notte e giorno faticar – Noche y día trabajar"). Vigila mientras Don Giovanni intenta seducir a doña Anna, hija del Comendador. De repente, ambos aparecen: Giovanni está enmascarado, pero doña Anna le sujeta del brazo. Ella desea saber quién es (Trío: "Non sperar, se non m'uccidi – No esperes, a menos que me mates") y grita pidiendo ayuda. Aparece su padre, el comendador, y desafía a Giovanni mientras doña Anna huye en busca de ayuda. Giovanni mata al Comendador y escapa con Leporello. Anna regresa con su prometido, don Ottavio, y varios criados. Al ver el cuadro se horroriza. Ambos juran venganza contra el asesino desconocido. (Dúo: "Ah, vendicar, se il puoi, giura quel sangue ognor! – Ah, ¡jurar vengar esta sangre!").

Cuadro 2º: En las afueras de Sevilla

En la huida de la casa del Comendador, Giovanni y Leporello se encuentran con Elvira, quien canta que ha sido abandonada por su amante a quien busca para vengarse ("Ah, chi mi dice mai – Ah, ¿quién puede decirme?"). Giovanni empieza a flirtear con ella, pero él es el desgraciado a quien busca. Empuja a Leporello, ordenándole contar la verdad a Elvira y entonces se escapa.

Leporello le dice a Elvira que Giovanni no merece la pena. Le enseña un catálogo, un cuaderno en el que están apuntadas todas las amantes de Don Giovanni, a las que sedujo y a las que abandonó. Sus conquistas incluyen 640 en Italia, 231 en Alemania, 100 en Francia, 91 en Turquía, pero en España, son ya "mile e tre", 1,003. ("Madamina, il catalogo è questo – Señorita, este es el catálogo"). En un recitativo frecuentemente cortado, Elvira jura venganza al descubrir, con asombro y tristeza, que se cuentan por miles. Elvira, abrumada al ver cual es la realidad, decide que va a castigar en su nombre y en el de todas las mujeres burladas, a Don Giovanni, pero para este momento Leporello también ha huido.

Cuadro 3º: Jardín en el palacio de Don Giovanni

Cuando doña Elvira se marcha, entre una procesión nupcial con Zerlina y Masetto, dos campesinos, y hay una gran fiesta. Aparecen Don Giovanni y Leporello. Giovanni se siente inmediatamente atraído por Zerlina, e intenta seducirla delante de Masetto. Toma a la pareja de campesinos como patrono y les ofrece su protección a cambio de exigir su Derecho de pernada sobre la novia. Ella se siente en cierto modo atraída por Don Giovanni, y no ofrece gran resistencia a las insinuaciones de él. Al darse cuenta de que Giovanni pretende quedarse atrás con Zerlina, Masetto se enoja ("Ho capito! Signor, sì – ¡Ya lo entiendo! ¡Sí, señor mío!"). Masetto, ofendido y escoltado por Leporello, se marcha con el resto de los invitados a la boda al palacio de Don Giovanni, pues éste se ha comprometido a celebrar los esponsales con toda la pompa y derroche posibles.

Don Giovanni y Zerlina pronto se quedan solos y él, inmediatamente, empieza a ejercitar sus artes de seducción. (Dúo: "Là ci darem la mano – ¡Allí nos daremos la mano"). Llega Doña Elvira y frustra la seducción ("Ah, fuggi il traditor – ¡Huye del traidor!"). Se marcha con Zerlina apartándola así de Don Giovanni. Éste queda solo y se encuentra con Don Ottavio y Doña Ana quienes le piden ayuda en su empresa de vengar la muerte del padre asesinado de Doña Ana (El Comendador), sin ser conscientes de que él es el agresor. Don Giovanni, aliviado al darse cuenta de que no lo han reconocido, rápidamente promete su ayuda, y pregunta quién ha perturbado su paz. Antes de que ella pueda contestar, interviene Doña Elvira quien advierte a Don Ottavio y a Doña Ana de la perfidia de Don Giovanni. Giovanni intenta convencer a Ottavio y Anna de que Elvira está loca. (Cuarteto: "Non ti fidar, o misera – No confíes en él, oh, infeliz").

Finalmente, al despedirse, Don Giovanni pronuncia la misma frase que dijo al salir del palacio del comendador. Doña Ana se desvanece al reconocer en Don Giovanni al asesino de su padre. Ella relata a Don Ottavio los funestos detalles de aquella trágica noche y le exige que, ahora que sabe la identidad del asesino, cumpla su promesa de vengar la muerte de su padre (Aria de Anna: "Or sai chi l'onore – Él és quien intentó robarme mi honor"). Ottavio, no convencido, decide vigilar a su amigo. ("Dalla sua pace – De su paz, mi paz depende").

Leporello informa a Giovanni que todos los invitados de la boda campesina están en casa de Giovanni, que él distrajo a Masetto de sus celos, pero que Zerlina, regresando con Elvira, hizo una escena y arruinó todo. Sin embargo, Don Giovanni permanece alegre y le dice a Leporello que organice una fiesta e invite a todas las chicas que pueda encontrar. ("Aria del champán" de Giovanni": "Fin ch'han dal vino – Hasta que estén achispados"). Ellos se apresuran a marchar al palacio.

Zerlina sigue al celoso Masetto e intenta calmarlo ("Batti, batti o bel Masetto – Golpéame, oh, bello Masetto"), pero justo cuando consigue convencerlo de su inocencia, la voz de Don Giovanni desde fuera del escenario la sobresalta y asusta. Masetto, sospechando nuevamente de Zerlina, decide esconderse para ver por sí mismo lo que hará Zerlina cuando Giovanni llegue. Zerlina intenta esconderse de Don Giovanni, pero él la encuentra e intenta cortejarla de nuevo, hasta que topa con el escondite de Masetto. Confuso, pero reponiéndose rápidamente, Giovanni reprocha a Masetto que haya dejado sola a Zerlina, y se la devuelve temporalmente. Luego los guía a los dos hasta su salón de baile, que ha sido fastuosamente decorado. Don Ottavio, Donna Anna y Donna Elvira deciden presentarse igualmente en la fiesta disfrazados con máscaras. Leporello les ve, y sin reconocerles, les invita en nombre de su amo a entrar en el palacio. Ottavio y Anna rezan pidiendo protección, Elvira busca venganza (Trío: "Proteggra il giusto cielo – Que el justo cielo nos proteja").

Cuadro 4º: Interior del Palacio de Don Giovanni

Se celebra la fiesta en el palacio de Don Giovanni. Se presentan tres orquestas de cámara separadas en el escenario. Hay gran revuelo y con la ayuda de Leporello que se pone a bailar con Masetto para distraerlo, Don Giovanni logra separar momentáneamente a Zerlina de Masetto, consiguiendo llevar a la muchacha a una habitación. A los gritos de auxilio de Zerlina acuden Masetto y los demás invitados, consiguiendo liberar a la campesina. Don Giovanni intenta confundirlos arrastrando a Leporello a la habitación y amenazando con matarle a él por asaltar a Zerlina. Pero Ottavio saca una pistola, los tres invitados se quitan las máscaras y declaran que lo saben todo. Pero a pesar de verse denunciado por todos lados, Don Giovanni consigue escapar abriéndose paso con la espada entre los invitados.
Acto II

Cuadro 1º: Ante la casa de Donna Elvira

Leporello amenaza con dejar a Don Giovanni, pero su amo le calma con una oferta de paz de dinero. (Dúo: "Eh via buffone – Venga, bufón"). Deseando seducir a la doncella de Elvira, Don Giovanni convence a Leporello de que se intercambien la capa y el sombrero. Elvira se acerca a su ventana. (Trío: "Ah taci, ingiusto core – Ah, cállate, injusto corazón"). Viendo una oportunidad para un juego, Don Giovanni se esconde y saca adelante a Leporello, vestido como Giovanni. Desde su escondite, Don Giovanni canta una promesa de arrepentimiento, expresando su deseo de volver con ella, mientras Leporello se hace pasar por Don Giovanni e intenta evitar reírse. Elvira se queda convencida y desciende a la calle. Leporello, siguiendo con su farsa como Don Giovanni, se la lleva para mantenerla ocupada mientras Giovanni da una serenata a su doncella con su mandolina . ("Deh vieni alla finestra – Ven a la ventana").

Antes de que Don Giovanni pueda terminar con su seducción de la doncella, Masetto y sus amigos llegan, buscando a Don Giovanni y pretendiendo matarlo. Don Giovanni (vestido como Leporello) los convence de que él también odia a Don Giovanni, y se une a la caza. Después de dispersar hábilmente a los amigos de Masetto (Aria de Giovanni: "Metà di voi qua vadano – La mitad de vosotros id por ese lado"), Don Giovanni le quita a Masetto sus armas, le pega y se aleja corriendo, riéndose. Zerlina llega y consuela al malherido Masetto. ("Vedrai carino – Verás, cariño mío").

Cuadro 2º: En el jardín de Don Giovanni

Leporello, disfrazado de Don Giovanni, trata de huir de Donna Elvira, que en el fondo sigue enamorada de él. (Sexteto: "Sola, sola in buio loco – Sola, sola, en este lugar oscuro"). Cuando él intenta escapar, aparecen Anna y Ottavio, consolándola en su dolor. Justo cuando Leporello se va a escurrir por la puerta, que difícilmente encuentra, la abren Zerlina y Masetto y, viéndolo vestido como Giovanni, lo atrapan antes de que pueda escapar. Cuando Anna y Ottavio se dan cuenta de lo que pasa, todos van a rodear a Leporello, amenazándolo de muerte. Elvira pide clemencia para él, es la única que lo hace, intentando proteger al hombre a quien ella cree Giovanni, diciendo que es su esposo. Los otros cuatro están decididos a castigar al traidor, pero Leporello se quita el disfraz y revela su verdadera identidad. Ruega el perdón de todo el mundo y, viendo una oportunidad, consigue huir corriendo (Aria de Leporello aria: "Ah pietà signori miei – Ah, piedad, señores míos"). Dadas las circunstancias, Ottavio se queda convencido de que Giovanni fue el asesino del padre de doña Anna (el fallecido Comendador) y jura venganza ("Il mio tesoro – Mi tesoro" - aunque en la versión de Viena esto se cortó).19 Elvira aún está furiosa con Don Giovanni por traicionarla, pero también lo siente por él. ("Mi tradì quell'alma ingrata – Ese desgraciado bribón me ha traicionado").
Escena del cementerio en el Acto II (Praga, probablemente años 1790), el diseño de escenario más antiguo que se conoce de esta ópera.

Cuadro 3º: Cementerio en Sevilla

Huyendo, Don Giovanni y Leporello llegan hasta el cementerio de Sevilla, hasta los pies de la estatua que cubre la tumba del Comendador al que Giovanni asesinó. Leporello le habla a Don Giovanni del riesgo que ha corrido, y Don Giovanni se burla de él, diciendo que él ha aprovechado su disfraz como Leporello, intentando seducir a una de las amigas de Leporello. Pero el criado no lo encuentra divertido, sugiriendo que podría haber sido su esposa, y Don Giovanni se echa a reír, diciendo que "mejor aún". La estatua de mármol cobra vida, se dirige hacia Don Giovanni, y le advierte que su risa no durará más allá de la puesta de sol. A una orden de su amo, Leporello lee la inscripción de la base de la estatua: "Estoy esperando la venganza de mi asesino". Leporello se aterroriza, pero el descarado Giovanni invita a la estatua, burlándose, a una cena que celebrará en su palacio, amenazando con matarlo si no lo hace. Leporello hace varios intentos de invitar a la estatua a cenar pero debido al miedo no acaba de cumplir la tarea (Dúo:"Oh, statua gentilissima"–"Oh, la más noble estatua"). Le corresponde al propio Don Giovanni acabar de formular la invitación. Para su gran sorpresa, la estatua acepta la invitación, moviendo hacia abajo la cabeza en un gesto afirmativo, y dice que allí estará.

Cuadro 4º: Palacio del Comendador

Don Ottavio le pide a Donna Anna que no retrase más su boda. Sin embargo, ella sigue demorando la ceremonia, le rechaza, y le dice que es inadecuado tan pronto después de la muerte de su padre. Él la acusa de ser cruel, y ella le asegura que lo ama, y que es leal. ("Non mi dir"–"No me digas").
Don Giovanni se enfrenta con el convidado de piedra en una pintura de Alexandre-Évariste Fragonard, alrededor de 1830–35 (Museo de Bellas Artes de Estrasburgo)

Cuadro 5º: En el comedor del palacio de Don Giovanni

Están preparando la cena para el banquete de esa noche. Don Giovanni está celebrando su regreso a Sevilla. Giovanni se deleita en el lujo de una gran cena con acompañamiento musical (durante la cual la orquesta interpreta piezas entonces contemporáneas – incluyendo una referencia al aria "Non più andrai" de otra ópera del propio Mozart "Las bodas de Fígaro", mientras Leporello sirve. ("Finale" "Già la mensa preparata"–"Ya la mesa está preparada"). Elvira aparece, diciendo que ella no siente ya resentimiento por Don Giovanni, sólo pena. ("L'ultima prova dell'amor mio"–"La última prueba de mi amor"). Sorprendido por su falta de odio, Don Giovanni le pregunta qué es lo que quiere, y le ruega que cambie de vida. Giovanni se mofa de ella y entonces se gira, alabando al vino y a las mujeres como la "esencia y gloria de humanidad". Herida y enojada, Elvira abandona y se marcha. Un momento después, se oye su grito desde afuera de las paredes del palacio, y regresa un momento, sólo para huir por otra puerta. Don Giovanni ordena a Leporello que vaya a ver lo que la ha disgustado; tras echar una ojeada fuera, el criado también grita y vuelve corriendo a la habitación, tartamudeando que la estatua ha aparecido como prometió. Llaman con fuerza a la puerta. Leporello, paralizado por el miedo, no puede responder, de manera que abre la puerta el propio Don Giovanni. Aparece el Comendador muerto. La figura se acerca hasta Don Giovanni. Con la sobrenatural música en re menor de la obertura aún más estremecedora por la voz de bajo ("Don Giovanni! a cenar teco m'invitasti"–"¡Don Giovanni! Tú me invitaste a cenar contigo"), el Comendador le ofrece una última oportunidad para arrepentirse, pero Don Giovanni lo rechaza categóricamente. La estatua se hunde en la tierra y arrastra consigo a Don Giovanni. El fuego del infierno, y un coro de demonios, rodean a Don Giovanni conforme éste se hunde.

Llegan doña Anna, don Ottavio, doña Elvira, Zerlina y Masetto, buscando al villano. No lo encuentran a él, sino a Leporello, escondido debajo de la mesa, temblando por el horror sobrenatural que ha presenciado. Don Giovanni está muerto. Anna y Ottavio se casarán cuando pase el año de duelo de Anna; Elvira pasará el resto de su vida en un convento; Zerlina y Masetto finalmente marcharán a su casa a cenar; y Leporello se irá a la taberna para encontrar a un mejor amo.

El conjunto del final expresa la moraleja de la ópera – "Tal es el fin de quienes hacen el mal: la muerte del pecador siempre refleja su vida" ("Questo è il fin"-"Este es el fin"). En el pasado, el conjunto final a veces se omitía por directores que pretendían que la ópera terminase cuando el personaje principal moría. Sin embargo, este enfoque no ha pervivido, y los directores de hoy en día casi siempre incluyen el final en su totalidad. La vuelta a la tonalidad de Re mayor y la inocente simplicidad de los últimos compases concluyen perfectamente esta obra maestra.


PD. , Digo, mis recordatorios a mis amigos "Tento" y "Chinelo" en una noche en el Bar Lobo-Peñón en transición de Luis (El Lobín) dueño del Bar el Lobo, por herencia de su padre José María (¿También Ramón Morán, vinatero oficial de Castropol?) para el nuevo adquiridor Avelino el que le cambió el nombre de de Lobo a Peñón.
Inocencio y Pepe enamorados de las operas, zarzuelas correan los años y las noches de los año…195…y que no llegase el “Doctor” Ignacio con su “tangos”