NUNC AUTEM LUX IN DOMINO "eratis enim aliquando tenebrae nunc autem lux in Domino ut filii lucis ambulate" (Epístola de San Pablo a los Efesios 5 : 8) ["porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz"]. Esta breve cita es el epitafio que Don Luis Legaspi Cortina eligió para la lápida de su madre, María, conocida como María Zarauza, de entrañable recuerdo. La acertada elección de estas breves palabras revela la profunda cultura y la agilísima inteligencia con la que Don Luis Legaspi Cortina se alumbraba y alumbraba a los demás en su andar por esta vida. Persona muy próxima, familiar incluso (casó a mis padres y me bautizó), su trato ha sido siempre adecuado y positivo. Pero no sólo rebosaba luz, sino una clarividencia especial, de la que es prueba también su última felicitación navideña: "Gaudete semper in Domino" acompañada con una nota a mano que reza ""Feliz Navidad y Cuaresma". Era consciente, como Marco Tulio Cicerón (de quien había leído mucho) que la vida era también una preparación de la muerte ("commendatio mortis"), y la sentía próxima. Hasta que no alcancé cierto criterio, me preguntaba por qué Don Luis, sacerdote preparadísimo, no recibía la cura de las almas de la parroquia de Castropol, o sea, por qué no era (ni pensaba ser) el cura de Castropol. Con la madurez, acaba uno descubriendo lo que en la juventud no aparece evidente, pero además el propio Don Luis nos explicó en este mismo blog, a propósito de la nota de la defunción de Don Juan Cordero (que se marchó de Castropol y de este Mundo más o menos cuando nació Don Luis), lo siguiente: "Castropol era, y es, una "Parroquia de Término". En el argot, importante, para vivir y morir a gusto. El "Cura de Castropol" llegó a ser un naipe importante en el mus, algo así como la sota o el caballo en el tute. Quizá más. Pero Juan tenía categoría. Alguien llegó a decir, así lo he oído, "sacrificamos a un cordero para Castropol". No estoy de acuerdo el que sea un sacrificio excesivo ser cura de Castropol, aunque cada vez lo discuto menos. Vamos de bogavante a cangrejo." Irrepetible. No tendremos ya a entre nosotros a quien decía las cosas de forma tan clara, en latín o en román paladino. Me permito suponer que esta tarde será la Misa Sabatina con la que las almas castropolinas tienen costumbre de subir al Cielo. Cuando no sólo te ibas de Castropol, sino también dejabas este Mundo por la misma ocasión y caso, el "check-out" no se formalizaba hasta la Misa Sabatina. Don Luis ofició la de mi padre, el 13 de marzo de 1999, y allí expresó y explicó que por mucho que tuviésemos los presentes el ánimo dolido y contrito, para mi padre "era Navidad" puesto que nacía de nuevo en el Señor. Y nueva cita de la carta de San Pablo a los Efesios. Con tales palabras, Don Luis espabilaba a las almas como los primeros cristianos que optaron al desempeño pastoral guiando a sus hermanos. Y al ser un buen conocedor de la realidad social, y de la historia de todos, aquí y en las quimbambas, cumplió su función con creces y se hizo acreedor del reconocimiento de todos, cosa nada fácil en un país con un paisanaje más bien indiferente en vida, pero que entierra muy bien, y cuyos soldados cantamos la máxima de Propercio "Letum non omnia finit" (La Muerte no es el final"). Amén.
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Antonio Murias Vila -
"eratis enim aliquando tenebrae nunc autem lux in Domino ut filii lucis ambulate" (Epístola de San Pablo a los Efesios 5 : 8) ["porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz"].
Esta breve cita es el epitafio que Don Luis Legaspi Cortina eligió para la lápida de su madre, María, conocida como María Zarauza, de entrañable recuerdo. La acertada elección de estas breves palabras revela la profunda cultura y la agilísima inteligencia con la que Don Luis Legaspi Cortina se alumbraba y alumbraba a los demás en su andar por esta vida.
Persona muy próxima, familiar incluso (casó a mis padres y me bautizó), su trato ha sido siempre adecuado y positivo. Pero no sólo rebosaba luz, sino una clarividencia especial, de la que es prueba también su última felicitación navideña: "Gaudete semper in Domino" acompañada con una nota a mano que reza ""Feliz Navidad y Cuaresma". Era consciente, como Marco Tulio Cicerón (de quien había leído mucho) que la vida era también una preparación de la muerte ("commendatio mortis"), y la sentía próxima.
Hasta que no alcancé cierto criterio, me preguntaba por qué Don Luis, sacerdote preparadísimo, no recibía la cura de las almas de la parroquia de Castropol, o sea, por qué no era (ni pensaba ser) el cura de Castropol. Con la madurez, acaba uno descubriendo lo que en la juventud no aparece evidente, pero además el propio Don Luis nos explicó en este mismo blog, a propósito de la nota de la defunción de Don Juan Cordero (que se marchó de Castropol y de este Mundo más o menos cuando nació Don Luis), lo siguiente:
"Castropol era, y es, una "Parroquia de Término". En el argot, importante, para vivir y morir a gusto. El "Cura de Castropol" llegó a ser un naipe importante en el mus, algo así como la sota o el caballo en el tute. Quizá más. Pero Juan tenía categoría. Alguien llegó a decir, así lo he oído, "sacrificamos a un cordero para Castropol". No estoy de acuerdo el que sea un sacrificio excesivo ser cura de Castropol, aunque cada vez lo discuto menos. Vamos de bogavante a cangrejo."
Irrepetible. No tendremos ya a entre nosotros a quien decía las cosas de forma tan clara, en latín o en román paladino.
Me permito suponer que esta tarde será la Misa Sabatina con la que las almas castropolinas tienen costumbre de subir al Cielo. Cuando no sólo te ibas de Castropol, sino también dejabas este Mundo por la misma ocasión y caso, el "check-out" no se formalizaba hasta la Misa Sabatina. Don Luis ofició la de mi padre, el 13 de marzo de 1999, y allí expresó y explicó que por mucho que tuviésemos los presentes el ánimo dolido y contrito, para mi padre "era Navidad" puesto que nacía de nuevo en el Señor. Y nueva cita de la carta de San Pablo a los Efesios. Con tales palabras, Don Luis espabilaba a las almas como los primeros cristianos que optaron al desempeño pastoral guiando a sus hermanos. Y al ser un buen conocedor de la realidad social, y de la historia de todos, aquí y en las quimbambas, cumplió su función con creces y se hizo acreedor del reconocimiento de todos, cosa nada fácil en un país con un paisanaje más bien indiferente en vida, pero que entierra muy bien, y cuyos soldados cantamos la máxima de Propercio "Letum non omnia finit" (La Muerte no es el final"). Amén.