

Corpus 2025. Plaza del Ayuntamiento

Plaza del Ayuyntamiento y calle Penzol Lavandera



Plaza Menendez Pelayo



Calle Acevedo

Calle Amor



Corpus 2025 Calle del Campo


Y esta seguramente es la tercera del mismo día.

Otra foto, posiblemente del mismo día.

Entrada de la procesión en la Iglesia, un día de Santiago.

Cómic sobre Antonio García Monteavaro, el Inmortal.

Recientemente Ediciones Cascaborra, ha editado un cómic sobre Antonio García Monteavaro, El Inmortal, histórico personaje de nuestro glorioso Regimiento de Artilleria. Por si alguien está interesado en su adqusición, dejo un enlace:
Cuidados intensivos para el retablo de San Isidro, el más antiguo de la iglesia de Castropol
La estructura, que data de finales del siglo XVII, tiene partes muy dañadas por un ataque de xilófagos y está en tratamiento

Un momento del desmontaje del retablo. / R. T. C.
Se podría decir que el retablo de San Isidro, el más antiguo de la iglesia de Castropol, está estos días en la unidad de cuidados intensivos. La pieza, que data de finales del siglo XVII, sufre un serio deterioro por un ataque de carcoma y la Fundación Ría del Eo se ha hecho cargo de financiar los trabajos de conservación que está ejecutando estos días la firma Antiquas Ars Habilitas.
Cabe precisar que este y el resto de los retablos del templo castropolense fueron restaurados a finales del siglo XX, por lo que estos trabajos actuales solo afectarán a la conservación de la estructura y, en ningún caso, señalan los expertos, supondrán un cambio estético. En esencia, se busca frenar un grave ataque de carcoma.
“Se detecta porque tiene mucho serrín, mucho polvillo cayendo, que además tiene depósitos en las cornisas en las que se aprecian pequeñas montañitas de serrín. Cuanto esto pasa es que el ataque de xilófagos está activo y que el daño irá a más”, señala la directora de la obra, la restauradora Ainhoa López Formadela, que hizo hace unos años un estudio sobre los retablos barrocos de Castropol. Precisa que, para casos graves, como ocurre con el retablo de San Isidro, es recomendable el desmontaje de la estructura para que el tratamiento sea más efectivo.

Un momento del desmontaje. / R. T. C.
“Si no los desmontas, dado que son maderas muy gruesas, solo puedes actuar en la parte vista. Entonces, cuando es un ataque grave se desmonta y así puedes darle por todas las partes. Lo impregnas bien con el producto y se envuelve para dejarlo sellado y que el tratamiento actúe y sea más efectivo”, apunta López Formadela sobre este trabajo que ejecuta Antiquas Ars Habilitas. La citada firma ya desmontó la estructura hace unos días. La época, añade, es ideal para hacer este tipo de tratamientos.
Tras la desinsectación, tocará consolidar la madera, de hecho, una de las columnas se fracturó en el desmontaje dado su mal estado. Sin embargo, tranquilizan a los vecinos, ya que es posible recuperar la pieza sin que se note la intervención. Señala López Formadela que el mal estado del retablo “no es generalizado; lo que está mal, está muy mal, pero hay cosas que están bastante bien”. En este sentido, señala que la estructura fue manipulada varios siglos después de su construcción para albergar a tallas de más tamaño que para las que fue inicialmente concebido. En esta modificación de las hornacinas se usó madera de castaño y esta está en mejor estado que la original de nogal.

La columna fracturada por los daños de la carcoma. / R. T. C.
El desmontaje se efectuó en una sola jornada y fue relativamente rápido. Ahora el retablo está a buen recaudo en un local castropolense donde está siendo tratado. Este retablo forma parte del conjunto de piezas barrocas diseminadas por el concejo de Castropol y que proceden de un mismo taller, si bien está pendiente su identificación.
Un tren fiable para el corredor del Cantábrico
¿Por qué seguimos viajando como en el siglo pasado, en lo que a tren se refiere? Necesitamos como agua de mayo un tren que no tenemos, que debería de ser rápido y accesible para todos. Ha de ser lo suficientemente ágil y eficiente como para unir todas las poblaciones diseminadas a lo largo del Cantábrico, desde San Sebastián hasta Santiago de Compostela, y a una velocidad adecuada. Ni que sea un lujo como el contemplativo Transcantábrico, reservado para unos pocos, ni tampoco una matraca con dos vagones como el que actualmente tenemos a mano las gentes de a pie. Un tren plagado de averías, que camina brincando a mínima velocidad por los raíles, amenazando con descarrilarse al menor descuido. Esa herramienta cotidiana es necesaria para miles de personas que hoy día están obligadas a desplazarse para trabajar, estudiar o simplemente para disfrutar de su tiempo libre y que ahora lo hacen en su utilitario, que, muchas veces, lleva a una sola persona.
El Transcantábrico, ese tren turístico de lujo, no está nada mal, pero está pensado solo para quienes pueden pagar tarifas elevadas por una experiencia exclusiva, amén de no tener prisa alguna por llegar al destino marcado. Para el resto, para la mayoría de la población que es currante y jubilada, la alternativa es el Feve, una red de trenes de vía estrecha que gozan de una lentitud tercermundista; con un total síntoma de abandono, demostrando una falta de inversión en estas infraestructuras creadas para uso de la llamada clase media y baja y tan necesarias para que un país funcione bien.
Por otra parte, viajar en tren, ese gran desconocido en esta parte de España, sigue siendo una experiencia casi exótica. En lugar de ser una opción práctica y cotidiana, como ocurre en otras regiones de Europa, e incluso de nuestra España, parece más un capricho ocasional. Y, sin embargo, debería ser todo lo contrario, dado que el tren ofrece ventajas innegables: ahorro de tiempo y dinero, despreocupación por el aparcamiento, escapar de las multas de tráfico y la posibilidad de disfrutar, por ejemplo, de un par de vinos sin tener que pensar en conducir de vuelta a casa.
Después de lo dicho, hoy me apetece comentar, para conocimiento de aquellos lectores que no conocen o no palparon este medio, un pequeño ejemplo de lo vivido hace días en el viejo tren de Feve, en el trayecto entre Castropol y Viveiro. Con un viaje gracias a los bonos promocionales disponibles para los meses de mayo y junio, este viaje puede salir prácticamente gratis al usuario. Pero ni con esas, pues va con una escasa docena de personas en cada viaje. Durante casi dos horas se puede disfrutar de una excursión encantadora. Al subir al tren, mi primer recuerdo fueron aquellos viajes desde Oviedo en el mismo tren, allá por el año 1974. Ahora prácticamente viene solo o con algún que otro turista, con vestimenta y atuendos para caminar. El paso lento por las poblaciones de El Valín, San Juan, Vilavedelle, Vegadeo, Porto, Ribadeo, Rinlo, Foz, Burela, hace que contemplemos hermosos paisajes de mar, playa y montaña. El regreso a las 17.00 horas tras una jornada relajada. Una maravilla para jubilados pero... no para los currantes que tienen el tiempo y el dinero contado.
La experiencia se vuelve aún más entrañable si, como en algunos trenes del altiplano sudamericano que vemos en los documentales, aprovechamos el viaje de vuelta para comer a bordo una tortilla, empanada o cualquier otra vianda asequible, disfrutando al tiempo del paisaje que se despliega por las ventanillas a un ritmo pausado y, nunca mejor dicho, acompañado del chacachá del tren.
Un tren para vivir y conectar, no solo para soñar. No es el "Andean Explorer", pero casi, en lo que a hermosas vistas se refiere; pero no apto para aquellos que tienen la hora marcada para llegar.
Este tipo de iniciativas demuestran que hay un potencial enorme por explotar. Un tren rápido -no necesariamente de alta velocidad, pero sí moderno y fiable, semejante a los "Cercanías"- podría transformar la vida en el Cantábrico; vertebrando el territorio, impulsando la economía local, haciendo el trabajo de la actual sobre flota de pesados camiones, fomentar el turismo interno y mejorar notablemente el transporte para miles de personas.
No hace falta soñar con futuristas trenes magnéticos o Hyperloops tecnológicos. Solo se necesita voluntad política, inversión en infraestructuras y una visión clara a tener en cuenta: El tren no es solo un medio de transporte, es una herramienta de cohesión social, un motor de desarrollo y una manera inteligente de cuidar del medio ambiente.
Hoy más que nunca, el Cantábrico necesita subirse al tren del futuro que, precisamente, no hace falta que sea el AVE. Y, cuanto antes, mejor sería para todos.