1719: Combate naval en el Eo
Efemérides.- Este año 2019, se cumplen exactamente tres siglos, de uno de los episodios históricos más relevantes que tuvieron por escenario nuestra ría y que afectó, lamentablemente con un triste recuerdo, a las tres villas situadas en su tramo final: Ribadeo, Castropol y Figueras.
Se trata del ataque protagonizado por tres barcos ingleses, en la desembocadura de la ría del Eo y que se enmarca dentro de la guerra de sucesión llevada a cabo por el rey de España, Felipe V, enfrentado en este período (1717-1720) a lo que se conocía como la cuádruple alianza : Inglaterra, Francia, Austria y Holanda . Este conficto europeo, fue conocido también como la “Guerra de Alberoni” (1).
La política de este prelado, no se limitó a las cuestiones económicas. Su principal objetivo, era devolver a España, su papel como potencia europea. Y, con el fin de quitarse del medio a sus principales oponentes -los ingleses-, Alberoni concibió un arriesgado plan de invasión sobre Inglaterra en 1719, que nunca llegó a materializarse, por culpa de una tormenta que dañó la flota invasora española. . Algo así, como una segunda versión, de la histórica, soberbia y decepcionante “armada invencible”
Ya en el año 1715 (como nos relata José Ramón Luanco en la obra “Asturias” de B. y Canella), Castropol y sus feligresías, tuvieron que presentar las escrituras donde se recogían los derechos y exenciones concedidos por el rey Felipe II, para hacer frente a la pretensión del rey Felipe V de “valerse por dos años de las alcabalas, tercias reales, cientos, millones y demás rentas, derechos y oficios, que en cualquier título, motivo o razón se hubiesen enajenado y segregado de la corona”. Y todo ello para hacer frente a los enormes gastos que ocasionaba la guerra de sucesión antes mencionada (el conflicto ya se había iniciado en 1701, por tierras italianas). Afortunadamente, al año siguiente y por Real Cédula, se declara que Castropol, debe ser exceptuado en esa enajenación.
Después de este salto-resumen en la historia, con un retroceso de tres siglos para ubicarnos en la época de este lance histórico, podemos situarnos ya en lo alto de la playa de Arnao, atalaya perfecta para “observar” el escenario del combate.
(1) Giulio Alberoni (1664-1752). Este cardenal italiano, fue además el principal consejero del rey Felipe V de España.
1719. En el verano de este año, había gran inquietud y preocupación en los pequeños puertos de la comarca astur-galaica, ante las noticias que llegaban sobre la presencia de buques de guerra ingleses, merodeando por la costa. El miedo estaba justificado, ya que todos eran conscientes de la antigüedad y mal estado en que se encontraban las defensas costeras.
Estamos en el 27 de Septiembre, por la mañana. Se avistan varios buques por la Punta de la Cruz.
En efecto, se trata de tres barcos de guerra ingleses de "alto bordo", al mando del comodoro Robert Johnson: dos navíos (2) “Weymouth” y “Winchester”, armados con 50 cañones y la fragata “Dursley Galley” de 20 cañones, que entran en la ría con la intención de liberar dos mercantes de su misma bandera, que habían sido apresados en alta mar por las fragatas (3) españolas, “El Galgo de Andalucía” o “HMS Greyhound” (comandante Sebastián Villaseñor) y “San Francisco”(4), cuyo capitán era Lorenzo de Tablada.
En un principio, los ingleses, convencidos de su poderío y superioridad si había combate, fondearon en Arnao, en la confianza de que su presencia intimidatoria, sería suficiente para conseguir el objetivo de recuperar el botín capturado días antes por las dos fragatas.
La realidad fue bien distinta. Fueron recibidos a cañonazos desde las fragatas, con el apoyo del fuerte de San Damián (5) en la orilla gallega. La respuesta de los británicos fue inmediata y contundente, imponiendo rapidamente su mayor poderío artillero: un calibre de veinte libras en sus cañones, frente a un enemigo con piezas de tan solo seis libras.
Labriegos y pescadores que se encontraban al borde de la ría, abandonan sus faenas y huyen despavoridos. Los marineros que se encontraban en Porcillán, buscan refugio en la parte alta de Ribadeo. Y lo mismo ocurre en las otras dos villas, Figueras y Castropol, en donde también se escuchan las explosiones.
Seguidamente, los invasores saltan a tierra y se apoderan del fuerte, haciendo prisioneros a la escasa y débil guarnición e izando su bandera.
Acto seguido, incendian las dos fragatas españolas. Una debajo de San Román (“El Galgo..”), en el banco que después se conoció, como de la Carabela (6) y la otra, cerca de Arroxo, en el lugar luego bautizado como playa de San Francisco. La misma suerte, según parece, corrieron los dos mercantes.
Aunque... Aquí parece que no hay unanimidad. Algunos autores opinan también, que las tripulaciones a la vista del cariz que tomaba el combate, decidieron darles fuego, para evitar que cayesen en manos de los ingleses.
(2) Los “navíos”, eran buques de guerra con tres palos y dos o tres cubiertas artilladas. Se denominaban “de línea”, porque en una novedosa formación de combate, los navíos se alineaban, para formar un muro de artillería, disparando simultaneamente.
(3) Desde el siglo XVII las fragatas eran buques de tres palos, más ligeros que los navíos de línea que formaban el núcleo principal de las escuadras de vela.
(4) Ambas habían sido capturadas en su momento a los ingleses (la “HMS Greyhound” en 1718 y la “San Francisco” en 1716). Iban armadas con 24 y 22 cañones respectivamente.
(5) El fuerte actual es de 1744. Pero, parece que ya en el siglo XVI, existía en el mismo lugar alguna fortificación. A principios del siglo XIX, estaba fuera de servicio como instalación militar. Fue destruido en 1809, volando el almacén y arrojando al mar los cañones de hierro colado. Tenía tres hombres de centinela constante.
(6) De este banco o tesón proceden, según parece, los cañones del muelle de Castropol.
No contentos con la victoria, los ingleses invaden uno detrás de otro, los tres pueblos, que son castigados con dureza...
En Ribadeo, exigen al alcalde que deje paso libre en el puerto, permita aguada y que no socorra a Castropol ni a otras villas. Lo amenazaron además, con saquear y prender fuego a la villa, si no recibían 2.000 doblones, 50 vacas, 25 carneros, 12 pipas de vino para la tripulación y el equipo de los navíos quemados. Esto último, lo cuenta fray Sebastián Canedo, guardián del convento ribadense de los franciscanos. Este religioso, afirma que el rescate exigido sería menor, si no se hubiese dado fuego a las fragatas, que eran de mucho valor y que aún consideraban suyas.
Finalmente, parece que Ribadeo pagó 2.400 pesos (600 doblones), Castropol 150 doblones y Figueras una cantidad desconocida. El rescate asturiano fue facilitado por el Regidor de Castropol, Alonso Morán Navia (en el año 1727, es nombrado Alcalde Mayor de Ribadeo), que había recibido órdenes directamente del Rey, para que se pagase con cargo a efectos reales. Los gallegos piden igual gracia y nombran al licenciado José Argüelles, para que vaya a conferenciar con el Marqués de Risbourg (Gobernador y Capitán General de Galicia). En 1720 y por Real Cédula, se mandó que a cuenta de contribuciones se abonasen a esta villa los 600 doblones, que se habían pagado en 1719.
Una vez cobrados los rescates, los ingleses abandonan finalmente la ría el día 30.
En la documentación del concello, también se afirma, que se entregaron a los capitanes ingleses y sin recibo, 100 doblones y “a toda fuerza” 50 vacas, 25 carneros, 18 pipas de vino y 6 quintales de galleta y se gastaron de particulares 6 de pólvora y de balas.
La única referencia a este episodio en las actas del concello gallego (1719), son dos cartas del Marqués de Risbourg, manifestando que recibió la relación del suceso ocurrido en el citado año, mostrando sus condolencias por lo que Ribadeo había padecido, agradeciendo al guardián del convento, que no hubiese mayores desgracias y también aconsejando que la villa se defendiese como pudiere. También se extraña, por otra parte, de que el guardián retenga los papeles (recibos del rescate), en prenda de un dinero que dió otra persona.
Una gran parte de la responsabilidad de esta derrota y posterior ocupación temporal de los tres pueblos, parece que hay que buscarla en el fuerte San Damián, debido a la escasa y mal cuidada artillería disponible, así como al estado de abandono en que se encontraba, en parte debido a la relajación y falta de atención de sus responsables.
En relación con este hecho histórico, creo que no existe a la vista del público en ninguno de los tres pueblos, ningún elemento que pueda dar testimonio de ello, por eso y para terminar, creo que no sería mala idea, programar algún acto conjunto, para dejar constancia de lo acontecido ese 27 de Septiembre de 1719 en la ría:
En primer lugar en Castropol, devolver los cañones a su última ubicación en el Penedón.
Algún recuerdo en forma de placa, mapa o mural en cada uno de las tres villas, que diese a conocer lo que ocurrió aquél día ya tan lejano.
Se podría pensar también en alguna recreación o similar con uniformes de la época, si ello fuese posible. O completarlo quizá con una charla, visita de algún barco, etc.
Por supuesto que me ofrezco para lo que haga falta.
Sobre este combate naval, escribió J.L. Pérez de Castro, en un boletín del RIDEA.
Francisco Lanza Alvarez, también se ocupa de ello en su "Ribadeo Antiguo"
Enero de 2019 Pepe Llende
2 comentarios
Victor de Primote -
Javier García Herrero -
Por supuesto que se debería recordar el centenario de este hecho histórico.
Supongo que la Fundación Ría del Eo esté interesada en participar en los actos conmemorativos.