Marinia de Primote.
Emblemático personaje de Castropol, que se desplazaba a Ribadeo todos los dias como recadera de sus vecinos del pueblo. Aunque no apuntaba nada, jamás tenia un olvido. Vemos una foto que calculamos de mediados del siglo XX.
2 comentarios
Luis López-Cotarelo Villaamil -
Por lo demás, entrañable persona y familia.
legaspi -
Quiero hacer un comentario para subrayar y enmarcar en mi recuerdo el pie de foto. Sirve también esta nota fugaz para otras varias fotos de los Primote que aparecen en el blog: Primote, 16:34; Angelito y Puín, 16:49; Cajetilla, 08:45; Por la ría en la motora, 17:28; Carmín, 17:19; Comunión de Marinía y Manuela, 16:40; Ricardín en bastantes ocasiones.
Marinía era efectivamente una figura sencilla, humilde, inadvertida que encaja perfectamente en el cada día de un pueblo. Durante años hilvanó ambas riberas del Eo con encomiendas y saludos entre familias y establecimientos comerciales, incluso, bancarios de Castropol y Ribadeo. Su cesta a la cadera era contenedor seguro y preciso y su memoria era exacto cuaderno de apuntes.
Los de entramabas villas siempre fuimos primos-hermanos y hasta folgazais y señoritos, tanto monta, monta tanto. Además eran frecuentes los maridajes entre unos y otras y otras y unos, aunque había carabineros en la casilla de aduana de ambas orillas. Los carabineros tenían carabina, como por entonces muchas mozas en época de cortejo.
Dejemos, sin embargo, los carabineros para un poco más abajo. Hablemos de Marinía de Primote.
En la triste época de la guerra civil del pasado siglo frágiles labuntur anni- la escasez de alimentos y de otros productos de consumo habitual se hizo clamorosa. Los pobres las pasamos canutas. Los acomodados capeaban el temporal. Una frontera tan lábil como la Ría del Eo marcaba distancias. En Ribadeo había mejor intendencia: pan y azúcar blanco (hasta en La Bugalla hacían dulces) legumbres, ultramarinos y percales había que mercarlos allende la ría y pasarlos sin ser vistos por el vista. Mucha mercancía era estraperlo. Yo fui estraperlista. La cartilla de racionamiento quitaba poca hambre. Este documento, a veces, se convertía en trueque de favores o negocio. A veces los de la abundancia relativa- la dejaban por caridad a los más necesitados. Variantes del estraperlo.
Primote, Pedro Justo Díaz, como así se llamaba, era un pequeño armador de barcaxe. Tenía un pequeña flota, dos botes y una motora, pero el buque insignia era el Meteoro, un barlote de buena vela, mucha manga y unos 30 pies. La tripulación era casera, sus hijos Angelito, Pedrín, Cajetilla (Manolo) y Ricardín, éste devaló casi de niño a patrón de regatas.
En esta época de vacas flacas los Primote prestaron un servicio de elemental avituallamiento a Castropol y su comarca. El patrón, tan buen conocedor de la margen derecha como de la izquierda, no sólo en geografía, era el estratega. Conocía bien a los proveedores y clientes, aduaneros y precios, vientos y mareas. Para la ocasión se procuró una gabardina abundante, llena bolsillos, costuras y entretelas. Figeirúa abajo Primote engordaba a ojos vistas. Los vistas solían hacer la vista gorda. Pero se cuenta- un día la cosa era abultada y un carabinero: ¡Oiga, oiga! ¿qué lleva usted? Pedro, sin perder el paso, explicó: Boticas y zapatos, boticas y zapatos Eran de las pocas mercancías que podían pasar la frontera. El naviero raudo embarcó en el Meteoro y, mar por medio, atracó en Castropol. El carabinero se quedó con el restallido en la carabina.
Marnía, adolescente e inocente comenzó a enrolarse en el grupo. Más tarde, cuando el razonamiento y la escasez fueron amainando ella ya mayor e igual de servicial y sencilla siguió con su cesta repleta de recados sirviendo de correo comercial cuya balanza, siempre favorable a los gallegos, se consolidó en apuradas circunstancias, y aún hoy permanece.