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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Machaco y Sra.

Machaco y Sra.

5 comentarios

Ovidio Vila -

Yo, como recien llegado a estas tierras, y dentro de mi poco conocimiento de la gente, puedo asegurar que si jugó en el Ribadeo, creo que incluso antes que en el Castropol, y que fué uno de los jugadores que fundaron el Ribadeo, no en vano participó y creo que hizo el saque de honor en el 75 asniversario de la fundación de ese club, a finales de la década de los 80 o principios de los 90. Intentaré averiguar más.

luis -

Gracias, querido tocayo. Un grano no llena la troj, pero ayuda al compañero y al trojero. Esa es una oportunidad que ofrece este sencillo diálogo de vecindad. No sabía que Machaco hubiese ejercido de taxista autónomo.
Sabía que Canel había tenido un Renault descapotable y eso sí que me se olvidó poner en la lista. Bien pudiera ser ese mismo auto el que Amieiro
utilizó para servicio público.
También es probable que Jesús haya jugado en el equipo de Ribadeo. El traspase de "galáticos" era fluido entre ambas orillas. Un gran portero del Castropol fue Pirulo,tránsfuga de Ribadeo.
La Porta y Florentino no fueron los primeros en pisarse mutuamente la manguera.
Sigamos con la moviola recostruyendo nuestra pequeña, pero entretenida, historia.

Luis López-Cotarelo Villaamil -

Se olvida Luis Legaspi de la etapa -relativamente no muy lejana- en que Machaco actuaba de taxista, con un Renault de techo de lona que me parece haber visto forografiado en algún lugar de este blog y que haría hoy las delicias de los coleccionistas.

Y, aunque no puedo certificarlo, creo que Machaco también jugo en el equipo de Ribadeo.

J. M. López -

Bravo por D. Luis, una buena semblanza de nuestro querido Machaco.

l. legaspi -

FRAGIL MEMORIA DE MACHACO.

En los pueblos siempre hay figuras sencillas, silenciosas, que no hablan mucho y dan poco que hablar y se mimetizan con el paisaje. El inmigrante Jesús Amieiero y Mazaeda, Machaco, encajó perfectamente en Castropol. Era pequeño, silencioso y agibilibus y buena gente. Estaba casado con Teolinda o Teodolinda, nombre godo que no le venía de todo mal, pues era de tez rubia y ojos azules. Pero no, era germana, sino natural de San Juan Moldes y costurera de oficio. Jesús con sus apellidos toponímicos denuncia claramente sus raíces gallegas, El amieirio, aliso, árbol ribereño, muy socorrido para fabricar “galochas” y con hojas viscosas de virtudes medicinales. Mazaeda es un pequeño poblado de Burón, Fonsagrada. Jesús había nacido en Mondoñedo.

Machaco tenía como oficio el de “chauffeur” que significa fogonero, fonema que ahora usamos para el conductor de automóviles. Por aquella época había pocos autos que “calentar” en Castropol. Recuerdo: el Packard de Riaño, el Buick de San Roque, el De Dion-Bouton del Notario, el Plymout del Médico, el Hudson del Boticario, el Erskini, de Valea comerciante, y, luego, dos coches de punto, el Ford-Fotingo del Francés y el Oldosmobil de Luciano, carnicero. Como se aprecia, un representativo abanico de alta gama.

Amieiro vino a Castropol, desde la ribera izquierda, como chófer de Monteavaro y vivió de soltero en una de las casitas próximas a la finca de Riaño y más tarde, al casarse, se pasó a la acera de enfrente, (léase, por fa, en estricto sentido topográfico) a la casa su esposa en la calle Nueva o Vijande, según nos pongamos de acuerdo en el nomenclátor callejero de Castropol.

Al venderse el Packard Machaco quedó disponible en su oficio y prestó servicio con don Segis y, más tarde, con el “haiga” de Carlos Conde. No había, por entonces muchos mecánicos con carné en Castropol. Uno era Chera, marido de Elisa de Adolfo y otros eran Jesús del Particular y los hermanos Manuel y Gabriel de Huerta, este experto mecánico autodidacta.

Pero, puesto que el retratado es Machaco, no quiero dejar en el tintero, una faceta que ayuda a la popularidad del poliédrico Jesús Amieiro. Además de buen amigo y servicial vecino era buen deportista, a sus treinta y tantos jugaba de extremo izquierda en el Castropol Efecé, con el trasplantado sobrenombre de “bala roja” que se atribuía al legendario Gorostiza de Barakaldo. ¡Y bien que corría la banda con sus piernas circunflejas!