Me recuerda a un encomiable trabajo publicado e Arquitectura , Madrid 1967, por Efrén y José Luis García. Entonces el soporte era unos preciosos y minuciosos dibujos a plumilla. El ambiente era la Ría, crisol que lo funde todo. El marco la ondulante montaña que escapa a toda forma geométrica envuelta en las nubes y el barruzo que bajan de la sierra de Meira. Dentro el caserío sencillo, blanco, con interesante contrapunto de algún pazo o casona, trepando tortuosamente hasta el mero castro fiel. El hombre marinero, campesino. fidalgo o menestral, contemplador insaciable de la belleza. Esta descripción que está inspirada, cas fusilada, en el trabajo de Efrén, me viene pintiparada para valorar la sorpresa hermosa y acertada que me produce esta galería que, con la cámara fotográfica de buen objetivo, escribe Ángel González.
Claro que Castropol es una joya. Hay que cuidarla y respetarla en su totalidad y en sus detalles. También en los posibles engarces o relicarios. Su actualización ha de ser armoniosa, sostenible, mimosa, con respeto al pasado y si hipotecar el futuro. No siempre, acertamos. A veces, no damos un palo al agua y, en ocasiones, nos ponemos nerviosos y obramos con flojera, es decir la cagamos.
Este recorrido gráfico con vistas panorámicas, zoom bien traido, ángulos inteligentes, contrastes buscados, ruinas ruinosas, chimeneas numerosas, cables cruzados, obras atropelladas, y, hasta, el error. perpetuado en bronce de confundir el terror con el Furor, son testimonios de lo hecho y una acusación de lo que no se debe hacer. Bonito y práctico reportaje. Gracias.
Post scriptum: En LNE de hoy -4/V/11- encuentro otro bonito y, creo, muy equilibrado artículo de Fermín Rodríguez y Pedro Menéndez. Subrayo: Castropol debe contar con un proyecto que le permita pasar de una villa encantada a una villa encantadora. Pero ¡menos, conseguidotes! y más S.P.Q.R. es decir: Senatus Populusque Romanus
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legaspi -
Me recuerda a un encomiable trabajo publicado e Arquitectura , Madrid 1967, por Efrén y José Luis García. Entonces el soporte era unos preciosos y minuciosos dibujos a plumilla. El ambiente era la Ría, crisol que lo funde todo. El marco la ondulante montaña que escapa a toda forma geométrica envuelta en las nubes y el barruzo que bajan de la sierra de Meira. Dentro el caserío sencillo, blanco, con interesante contrapunto de algún pazo o casona, trepando tortuosamente hasta el mero castro fiel. El hombre marinero, campesino. fidalgo o menestral, contemplador insaciable de la belleza. Esta descripción que está inspirada, cas fusilada, en el trabajo de Efrén, me viene pintiparada para valorar la sorpresa hermosa y acertada que me produce esta galería que, con la cámara fotográfica de buen objetivo, escribe Ángel González.
Claro que Castropol es una joya. Hay que cuidarla y respetarla en su totalidad y en sus detalles. También en los posibles engarces o relicarios. Su actualización ha de ser armoniosa, sostenible, mimosa, con respeto al pasado y si hipotecar el futuro. No siempre, acertamos. A veces, no damos un palo al agua y, en ocasiones, nos ponemos nerviosos y obramos con flojera, es decir la cagamos.
Este recorrido gráfico con vistas panorámicas, zoom bien traido, ángulos inteligentes, contrastes buscados, ruinas ruinosas, chimeneas numerosas, cables cruzados, obras atropelladas, y, hasta, el error. perpetuado en bronce de confundir el terror con el Furor, son testimonios de lo hecho y una acusación de lo que no se debe hacer. Bonito y práctico reportaje. Gracias.
Post scriptum: En LNE de hoy -4/V/11- encuentro otro bonito y, creo, muy equilibrado artículo de Fermín Rodríguez y Pedro Menéndez. Subrayo: Castropol debe contar con un proyecto que le permita pasar de una villa encantada a una villa encantadora. Pero ¡menos, conseguidotes! y más S.P.Q.R. es decir: Senatus Populusque Romanus