¡Pues ya era hora! A 70 km/h, llegar a Castropol era algo parecido a aterrizar en una pista pequeña. Y tomar la carretera, un acto de valor, forzando la arrancada por si venía otro a tope por la vía. Más seguridad y también un paso más a aquel proyecto de slow city.
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Antonio Murias Vila -