Castropol se llena de flores: Así son los días previos a la gran cita del Corpus Christi
«Va a quedar bonito, el caso es que nos deje el tiempo», dicen los alfombristas que apuran los preparativos para el domingo
En imágenes: Castropol se llena de flores para el Corpus / T. CASCUDO
La intensa lluvia que ayer bañó Castropol complicó el trabajo de los alfombristas que llevan meses confeccionando los mantos florales con los que, el domingo, cubrirán las principales calles de la villa. Los últimos días se reservan a la recogida de flor, pero este año ni rosas, ni hortensias están en su momento óptimo para el Corpus Christi. Y la lluvia solo hace más difícil el trabajo. Con todo, los vecinos son optimistas y confían en que las cosas salgan bien y Castropol vuelva a brillar en su Fiesta de Interés Turístico.
«Estamos cansados, pero bien. La flor nos tiene corriendo más de lo habitual. Llevamos toda la mañana para coger cuatro cajas de hortensias, algo que si hubiera cantidad cogeríamos en media hora», señaló ayer Roberto Frontera, uno de los integrantes del equipo que viste la calle Del Campo. Lo bueno es que llevan tantos años haciendo el trabajo que saben cómo proceder en cada momento. Si llueve no se puede coger rosa y la hortensia hay que dejarla secar antes de seleccionarla, quitarle las hojas y pasarla por la tijera, cuenta la tapiega Elena Iglesias, que lleva cuatro décadas colaborando con el Corpus. «Desde que llegué a Castropol participo», relata.
Elena Iglesias, Roberto Frontera, Inma Berdiales y Ana Iglesias con la flor recogida. / T. CASCUDO
La calle Del Campo hará un año más un diseño de Luis Villares, que en esta ocasión estará dedicado a la oración del «Padre nuestro». Confían en que resulte vistosa, si bien dejan claro que no es ese el principal motivo que les mueve a este arduo trabajo anual: «Lo hacemos para el Santísimo, también por tradición, aunque lógicamente cuando haces algo quieres que guste. Pero nosotros llevamos tanto tiempo, que lo que buscamos es superarnos a nosotros mismos».
Mientras Elena y Roberto colocan el fruto de su mañana de trabajo, Inma Berdiales se sorprende con la belleza de los tonos de las hortensias recogidas en los jardines de la contornada. «Es la primera vez que colaboro, pero veo que es un trabajo enorme y que les deberían pagar por hacerlo. Están todas las tardes hasta las nueve de la noche con esto, es mucha labor», cuenta esta tapiega que lleva cincuenta años afincada en Madrid.
La asociación cultural El Pampillo ha desvelado ya el motivo central de sus creaciones, que se colocarán en la calle Amor y en la plaza junto al parque Vicente Loriente. Este año sus mantos se llenarán de barcos de vela latina para apoyar la candidatura que quiere convertir este tipo de navegación típica de la ría del Eo en Bien de Interés Cultural Inmaterial, un reconocimiento que también persiguen las alfombras florales. Como paso previo, las alfombras entraron este año en el censo del Patrimonio Cultural Inmaterial de Asturias.
«Combinaremos velas, flores y botes, también como homenaje a los antepasados que cruzaban la ría todos los días, desde Castropol a Ribadeo», señala la presidenta del colectivo, Maite Muiña. Esa dedicatoria marítima hace que este año necesiten mucha hortensia de tonos azules. Muiña agradece la implicación de los vecinos y también a todas las personas que donan sus flores para engalanar Castropol.
Precisamente cargado de flores llegó ayer a mediodía Ovidio Vila al centro de Castropol. Le acompañaban Paco Fernández y Paloma Rodríguez. Esta última es relativamente nueva en el equipo que se ocupa de las calles Penzol Lavandera y Acevedo, además de las plazas del Ayuntamiento y Menéndez Pelayo. «Soy de Oviedo, pero me involucré hace cuatro años, cuando vine a vivir a Castropol. La verdad es que me gusta muchísimo y cada año aprendes más», cuenta esta mujer que nunca antes había ejercido esta particular misión de alfombrar las calles.
Elena Iglesias descargando flor. / T. CASCUDO
«Este año cae pronto el Corpus, así que hay muy poca hortensia», dice Vila, que confiesa que la tarea más dura es la de estos dos días que se dedican a la flor más perecedera. Previamente, cogieron pampillo y margarita blanca. «Lo peor para mi es andar pidiendo la flor por las casas», expone Vila, que este año cumplirá 74 años. Precisamente dice que en su grupo, integrado por una docena de personas aproximadamente, pesan los años y, por eso, no se cansan de pedir relevo. «El día de montar la calle siempre hay gente, pero hace falta gente joven para el trabajo previo, pero me temo que ni está ni se la espera», lamenta. Pese a todo, encaran el trabajo con mucha ilusión y ganas. «De ánimo a tope como siempre, pero una cosa son los ánimos y otras las fuerzas. Yo ya no me puedo tirar por el suelo a componer las alfombras como hacía antes y tampoco proponemos dibujos complicados, ya porque somos gente mayor», añade. A su lado, Paco Fernández se muestra optimista: «Va a quedar bonito, el caso es que nos deje el tiempo».
Como siempre, el peor aliado de los alfombristas es el tiempo, ya que el viento o la lluvia son capaces de echar a perder un trabajo de muchos meses. En el centro del pueblo está el bar Antón, que regenta Carmen Lopes y que se prepara para vivir uno de los días más intensos del año. El Antón hace doblete la noche del sábado al domingo, puesto que funciona como centro de avituallamiento de los vecinos que se echan a la calle para confeccionar las alfombras. «Nos pasamos la noche dando café y poniendo el baño para la gente y, al día siguiente, madrugamos para atender a los visitantes», señala Lopes, que considera que el Corpus, junto al festival de la Ostra son los eventos que más gente atraen a la villa.
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