Blogia
Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Ponerse en el sitio del otro para juzgar

La Nueva España » Cartas de los lectores »

20 de Junio del 2025 - Antonio Valle Suárez (Castropol)

El ser humano no necesita látigo ni grilletes para obedecer: basta con un libro de autoayuda con frases pegajosas y promesas de "paz interior". Un libro que puede ser recomendado por un familiar o un amigo cercano. Ese libro no será bueno si no enseña a convivir o si, por lo menos, sin hacerlo, no incita al odio descartando a personas como si fueran productos vencidos. Esos libros suelen ser efectivos, pudiendo llegar a hacer que te sientas iluminado, impulsando a infinito tu pensamiento crítico.

¿Quién no tiene o ha tenido a personas problemáticas cerca en algún momento de su vida?: jefes autoritarios y descalificadores; vecinos quejosos; compañeros de trabajo o de escuela envidiosos; parientes que siempre nos echan la culpa de todo; mujeres u hombres irascibles, mentirosos soberbios...

Lo peligroso no es el libro en sí, sino el leerlo sin cuestionarlo. Porque, cuando uno traga sin masticar, cualquier cosa puede parecer sabiduría. Así, el lector pasa de víctima a juez, de humano a detector de "malas vibraciones", para convertirse en parte de un rebaño que bala con frases motivacionales. Un libro mal digerido, lo mismo que una noticia escrita, en manos de alguien que no piensa puede hacer más daño que un arma. Especialmente si le da licencia para cortar lazos, juzgar a medio mundo y seguir creyendo que el problema siempre es de los demás.

Estos días grandes que dan para casi todo me encontré, revolviendo en mi pequeña biblioteca, con un volumen que me llamó la atención por su tapa colorida y su título: "Gente tóxica", de Bernardo Stamateas. Contempla, el volumen, el comportamiento y actitud de trece tipos de personas que pueden dañar nuestro bienestar emocional: Meteculpas, Envidiosos, Descalificadores, Agresivos, Falsos, Psicópatas emocionales, Mediocres, Chismosos, Jefe autoritario, Neuróticos, Manipuladores, Orgullosos y Quejosos. El autor nos ofrece estrategias para identificarlos estableciendo límites claros, usando la indiferencia como defensa y, en casos necesarios, alejarse emocionalmente.

A pesar de que Stamateas advierte en sus páginas que todos podemos mostrar rasgos tóxicos en algún momento, y el objetivo es cultivar la autonomía emocional para proteger nuestra salud mental sin hacer daño a los demás, la raya que diferencia el lugar donde debemos situarnos es tan sutil que puede llevarnos a engaños, haciendo que nos equivoquemos de camino.

He terminado de repasarlo hoy y, confieso, no me dejó buen cuerpo, pero sí me sentí invitado a volver a leerlo otra vez lentamente, acorde con mis reposados años.

Y, de paso, ya lo anticipo, pienso que sería muy recomendable también "ponerse en el sitio del otro para juzgar"

0 comentarios