Si hay un enemigo de las alfombras florales que cada año se elaboran en Castropol para conmemorar el Corpus Christi es el viento. Y este domingo sopló de lo lindo. Tanto que estropeó buena parte del trabajo de meses y deslució estas singulares creaciones que hicieron merecedora hace años a la celebración de ser fiesta de interés turístico regional. Con todo, el público fue benevolente y aplaudió la labor de los alfombristas: “Es maravilloso, un trabajo increíble”.
Suscriben estas palabras un grupo de vecinas de Gijón que no pararon de piropear el trabajo realizado por los vecinos de la capital castropolense. “Siempre lo había visto en la tele, pero nunca había venido y es espectacular. Es una maravilla que hay que dar más a conocer”, indicó Elsa Fernández, mientras sus compañeras subrayaban la belleza de la villa y el entorno.
Entre el numeroso público que se acercó a Castropol destacaron los gijoneses, llegados en varios autobuses para disfrutar del espectáculo del Corpus tras dos años de parón pandémico. No obstante, se tuvieron que marchar sin ver la fiesta en su esplendor ya que, a los desperfectos del viento, se sumó un chaparrón de agua que cayó justo al finalizar la misa y que impidió la salida de la procesión y que se viera su paso sobre las calles alfombradas.
A media mañana, el castropolense Ovidio Vila observaba con resignación el “desastre” causado por el viento, que, en algunos puntos, como frente al consistorio, llegó a eliminar por completo los mantos florales. “Este año fue peor que nunca porque yo no recuerdo ningún año de tenerlo todo perfectamente colocado y que lo levantara así”, cuenta Vila, que acumula años de experiencia en la tarea de adornar las calles de la villa. “Es algo que no podemos evitar”, excusaba calle arriba otro alfombrista. Y es que todos son conscientes de que es cuestión de suerte que el tiempo acompañe la jornada. Lo que lamentan es que los visitantes no pudieran ver lo hermoso que había quedado el pueblo al filo de la medianoche, cuando se habían instalado todas las alfombras. “Además llovió un poco, con lo que estaban brillantes y preciosas. Es una lástima”, añadió otra vecina.
Aunque este año había ciertas dudas al respecto del número de calles que se podrían adornar y costó retomar los grupos de trabajo tras dos años de parón, al final se engalanaron las mismas calles de siempre. “Algunas más bonitas, otras más elementales porque no se trabajó con tiempo suficiente, pero estaban todas y además se acabaron muy pronto”, precisaron los alfombristas, satisfechos con la implicación de los vecinos para el montaje final a pie de calle. Calculan que más de cien personas participaron en el montaje, que se prolongó desde la tarde del sábado a la madrugada del domingo.
“Están hermosísimas, es una pena el viento, pero aún así están muy guapas”, resumían las gijonesas Nori y Ester. Unos metros más adelante dos vecinas de Lugo alababan la magia de Castropol: “Procuramos venir todos los años porque nos encanta ver que el pueblo se una por el bien común y lograr esto”.
De ganchillo en Boal
No fue Castropol la única villa que llenó ayer de color sus calles con motivo del Corpus. En Puerto de Vega, Santa Eulalia de Oscos o Boal también se pudieron ver singulares mantos florales y a base de sal cubriendo las vías más céntricas. En la capital boalesa llamó especialmente la atención una alfombra de ganchillo que engalanó el pasillo central de la iglesia y que fue promovida por la asociación Forum Boal 3000. Alrededor de medio centenar de personas participaron en la confección y montaje de esta alfombra “guapísima” de veinticuatro metros, que encima cuenta con la ventaja de que no es perecedera.