La Nueva España » Cartas de los lectores » ¡Licenciados en WhatsApp!
Estos días de reflexión obligada dan mucho de sí, para lo bueno y para lo malo. Oyes y te llegan por todos los medios interpretaciones de todo tipo de las que te nutres si no tienes la suficiente prudencia y una dosis de cuidado. Lo digo porque, en las llamadas redes sociales, parece que todo está permitido, las verdades entran acompañadas de inmensas mentiras en formas de vídeos, dimes y diretes. Hay bastante que hacer con revisarlas todas si pretendes ser justo. Claro que cualquier persona razonable deja pasar un elevado porcentaje y se centra en realidades, pero el sentido común, ya lo dijo Voltaire, no es el más común de los sentidos. ¿Que qué son realidades? Lo son no solo las que se palpan, sino las que se razonan con datos fidedignos y contrastables y no con aquello de “me dijo un amigo... y bla, bla, bla”. A eso ahora le llaman fakes, que equivale a las trolas de toda la vida. Siempre las hubo pero, ahora, los tiempos son más propicios a ellas. Esa práctica es un grave delito, antes y después. No es lícito. Aunque me creo que, en algunos círculos, el hacerlo, hasta puede auparte en lo que a valoraciones personales se refiere.
Diariamente tiramos por tierra a España con sus dirigentes de turno dentro. Todo en uno, según convenga. Lo hacemos, por ejemplo, diciendo que España está arruinada, que la van a rescatar, que desaparecerá del mapa y un sinfín de calificativos y calamidades más sin pararnos a pensar que estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado. Todos sabemos tanto ahora de economía, como antes de la Pandemia sabíamos de fútbol y hace muchos años de toros y boxeo. Además, estamos haciéndonos verdaderos maestros del WhatsApp.
Desde el año 2008 hasta nuestros días, no por capricho, sino por cifras, por números que cantan. Desde entonces, el gasto público inició su cabalgada al trote y, desde hace unos años, va desbocado aumentando la deuda pública. Se van acumulando déficits fiscales año tras año. El gasto de la seguridad social crece el doble de la media de los ingresos, y el déficit originado ya suponía en 2018 el 54% del déficit público total.
Comparemos y razonemos, como ejemplo, a los países con las familias: si una familia debe al banco todo lo que gana en un año, el porcentaje de endeudamiento sobre lo que gana al año (PIB) es del 100%, no parece que vaya muy boyante la cosa, pero mientras vayamos pagando. Pues pasen y vean, vean en cifras significativas cómo están algunos países de la CEE, entre los que se encuentra España:
País Deuda pública Total % sobre P.I.B
Bélgica 467.000 millones de euros 99%
España 1.200.000 id. 96%
Francia 2.400.000 id. 99%
Italia 2.415.000 id. 135%
Portugal 250.000 id. 120%
Grecia 331.000 id. 178%
Alemania 2.056.000 id. 60%
Hay muchos otros países más que no se pueden relacionar aquí por razones obvias de espacio, con tantos y más problemas económicos que los que tiene España. Los tiempos no son buenos para la inmensa mayoría. De los comparados aquí, podemos ver que Bélgica y Francia están en cifras de deuda y porcentaje sobre el PIB similares a las de España. Otros tres, Italia, Portugal y Grecia, están bastante más endeudados que nosotros. Alemania no es comparable, sencillamente porque es la economía más potente de la zona euro.
¿Alguien de verdad puede creerse que, con estas cifras, haya motivos para intervenirnos a nosotros solos sin antes intervenir a muchos otros países y, con ello, tumbar a la Comunidad Económica Europea?
Razonen con razones, señores que no lo hacen, quítense el manto de la cara y sean ecuánimes que, aunque somos sapiens, llevamos muchos años en eso de la educación y el respeto a los demás. Si no podemos o no queremos arrimar el hombro en estos difíciles y tristes momentos, con la que está cayendo, por lo menos no entorpezcamos la labor con calumnias que seguramente no son beneficiosas para casi nadie; además de ser un grave pecado. Debiéramos pensarlo antes de hacerlo, para no vernos despellejando a nuestra propia casa con toda la familia dentro.