La noticia es inquietante, aunque por tener siempre la espada de Damocles encima uno se habitúa fácil. Además es fácil inhibirse por aquello de Zapatero, a tus zapatos. En latín se dice sutor, ne supra crepidan Con poco latín, nada de geología y menos de arquitectura y urbanismo etcétera, sin embargo me atrevo a hablar, por los condicionamientos variados que los psicólogos admiten, para justificar el desahogo e, incluso, la incontinencia verbal. Las palabras dentro se pudren. Son opiniones, si se quiere endebles, pero sinceras que, además, pretenden ser respetuosas. Recuerdo la anécdota histórica del levantamiento del obelisco en la Plaza de San Pedro. Los técnicos habían preparado el aparejo hasta los mínimos detalles: poleas, cabrestantes, chigres, guardainfantes, maromas, y polipastos, todo en su sitio. Cada uno en su puesto y oficio. Máxima atención. Silencio absoluto, hasta el punto que el Santo Padre Sixto V, más bien función de Imperator que de padre y santo. dictó pena de muerte al que levantase distorsionante voz. La maniobra parecía segura, la columna iba alcanzando su verticalidad pero de pronto las cuerdas perdían fibra y crujían amenazantes. Un inculto marinero que no sabia nada de ciencias físicas gritó: ¡Acqua alla corda!. El había experimentado entre relingas y amarres que las estachas húmedas eran más flexibles y resistentes. Fue indultado el vociferante marino.
Alegra saber que el Alcalde, ante la permanente amenaza de derrumbe que amenaza a Castropol promete una reunión a tres bandas para atender a los vecinos que denuncian la absoluta desidia y desinterés de las autoridades públicas con este problema.
Nuestro promontorio castreño es blando y vulnerable. Un voraz incendio quemó la villa por entero el 28 de octubre de 1587. Siglo y medio más tarde, en 1836, un espectacular argayo arrastró a la ribera todas las casas del lado derecho de la calle de la Mirandilla. Aún hoy en la desembocadura de la calle de la Marina, antiguamente denominada calle del Medio, al otro lado del murete que protege del ribazo queda un pequeño vestigio del pavimento empedrado.
El siguiente derrumbe muy importante fue el de 27 de septiembre de 1999 a las 6, 30 horas. Seis horas antes el párroco, Inocencio Parente Villamil, vio enfrente de su casa una grieta que antes no estaba. pero no le pareció suficiente síntoma de alarma. Durmió placenteramente hasta que al amanecer oyó por tres veces como un viento fuerte y poco después la llamada de la Guardia Civil que le levantaba de la cama. A poco más de un metro de la puerta de su casa un ribazo con ciento y cientos -¿1.000?- de metros cúbicos de barro, piedras y vegetación que rebasando la carretera llegaron al mar.
El pueblo entero se consternó. El ayuntamiento con su presidente, Juan Calvo-Sotelo, desde la primera hora se movilizó con acierto. Comprobar inmediatamente el alcance humano y material del desastre, detener el derrumbe, recuperar la calle hundida y buscar la financiación para el caso puntual y estudiar con detalle la geología de la zona para una solución definitiva, constituyeron el esquema inmediato de acción. La administración municipal, la autonómica, la de Costas y del Gobierno de la Nación debían acordarse entre si.
Por suerte, al Alcalde le fue fácil encontrar criterios expertos, comenzando en su propia familia. Así se hizo y creo que no se ajusta a la realidad y es políticamente incorrecto lo que la Agrupación Socialista de Castropol escribía en su boletín de agosto de 2003: Después de mucha desidia por parte del anterior equipo de gobierno, nos encontramos que los vecinos no estaban en nada de acuerdo con sus planteamientos Un problema que ha sabido encauzar el talante negociador y dialogante de nuestros representantes
Nótese que es la misma denuncia, casi las mismas palabras, que ahora hacen los vecinos a la actual corporación. ¿Será verdad eso del síndrome del poder?
Es verdad que se han gastado muchos millones bien gastados en distintas obras y localidades del municipio. Pero hay otras, menos urgentes, acaso, superfluas, y bastantes muy mal ejecutadas. Conozco, claro, mejor las realizadas en la capital del municipio: sendas turísticas, muy escasamente transitadas, farolas de quita y pon, pavimentos que parecen colocados por adoquines, campos temáticos sin tema, aguas fecales nutrientes para los bivalvos del estuario de la Ría y que, para mayor aprovechamiento, perfuman la biosfera, placas orientadoras de calles y monumentos mal colocadas y peor redactadas, puertos deportivos soñados sin chalana ni dorna atracada, palabras incumplidas y promesas que lleva el viento.
Para el proyecto de estabilización estimado en 1.470 876 euros en el BOAP de diciembre de 2002, gobernando en el Principado Alvarez Areces, pocos meses antes de llegar a la Alcaldía don Angel Pérez, se comprometen las siguientes partidas: Consejería de Infraestructuras 300.506 euros; la Dirección General de Cooperación 240.405 euros; el Ayuntamiento de Castropol 925.558 euros de los cuales 901.518 proceden del Ministerio del Ministerio del Interior del gobierno de Aznar. Esta cantidad del Gobierno de la Nación, que supondría el 50 % del total previsto, estaba condicionada a que el Principado y el Municipio participasen con la otra mitad. La escasa participación del gobierno autonómico dejaba al Municipio totalmente desarmado para asumir su cupo. Creo que este décalage dejó el proyecto varado. Ignoro los esfuerzos por reflotarlo. El problema sigue.
El primer diagnóstico sobre la causa de este último desastre, avalado por síntomas claros y nunca desmentido por experto fue que la gota que desbordó el desastre era algo más que una gota: era una gran bolsa de agua producida en la red de saneamiento con toda seguridad mal ejecutada y recibida sin garantías adecuadas. Es muy probable que no sea la única en la actual red, aunque por su ubicación no presente peligro tan inmediato.
Todas las actuaciones en la zona alta del promontorio son extremadamente delicadas. No estamos sobre roca firme. Cuando se colocó el último pararrayos en la iglesia, la calicata entró como una aguja en queso mantecoso. En decenas de metros no se encontró resistencia alguna. Síntoma evidente de la condición del subsuelo, son los socavones entre la iglesia y el ayuntamiento disimulados por recientes placas de cemento armado.
Desde mi ignorancia infusa que me hace doblemente atrevido opino que la pavimentación con cemento y asfalto, si la recogida de lluvia no está muy bien diseñada y segura, puede ir a aljibes subterráneos y ser un peligro serio. Pienso en la plaza Menéndez Pelayo a donde convergen aguas de Mirandilla, Penzol Lavandera, Cruzadero. Antes con el empedrado sobre tierra el agua que caía humedecía, regaba la hierba y en su mayor parte se evaporaba. Ahora encauzada por cunetas de escaso desnivel o capacidad tiende a empozarse. Esto ha sucedido y puede repetirse. Los antiguos pozos negros eran más fácilmente controlables.
Otro tema es el de las hontanares o corrientes subterráneas. No se conocen pozos en lo alto de la villa. A Fonte d`a Vila cuya estructura debería restaurarse, posiblemente con manida en Quinta del Agua, Quintalonga, está al nivel del mar. Al mismo nivel hay otro alumbramiento debajo de lo que era el Carreiro de Guerra con un aljibe cubierto por una cúpula de piedra que merece la pena conservar.(cfr mi comentario a la foto 08/04/06 = 08:31 Fotos Antiguas de este mismo blog)
Al término del arrumbado Carreiro da Ribadía hay otro acuífero, con chorro permanente, cuyas características se deberían dictaminar.
A lo largo del pedrero desde la Fuente a la Punta, al bajamar se observa la salida de agua por debajo del muro de la carretera. Es, sin duda, en casi su totalidad agua de la marea infiltrada, pero que también contribuye a socavar el monte. Para contener aludes, posiblemente, tanto o más eficaz que el muro hecho últimamente paralelo a la carretera, hubiere sido uno, con cimentación en profundidad adecuada, similar al contrafuerte que hay en la ribera desde el Muelle a la vuelta de la Punta. Hay que recordar que la carretera de La Punta, que en si misma sirve de contención, muestra ahora grietas y alguna depresión longitudinal hacia la parte del mar, precisamente en la zona que ahora se presenta como más conflictiva. ¡Ojo al dato!
Son varios los detalles a estudiar para una actuación seria en la consolidación de lo que con poco rigor nos empeñamos en llamar el Peñón de Castropol.
El haber olvidado la urgencia de este proyecto o preterirlo ante otras obras, más vistosas, pero menos importantes, no es de recibo. No tienen la palabra los políticos. El pueblo es el dueño de la palabra. Recordemos el cantar: Habla, pueblo, habla / Habla, pueblo, sí / no dejes que nadie decida por ti
1 comentario
luis legaspi -
HABLA PUEBLO HABLA
La noticia es inquietante, aunque por tener siempre la espada de Damocles encima uno se habitúa fácil. Además es fácil inhibirse por aquello de Zapatero, a tus zapatos. En latín se dice sutor, ne supra crepidan
Con poco latín, nada de geología y menos de arquitectura y urbanismo etcétera, sin embargo me atrevo a hablar, por los condicionamientos variados que los psicólogos admiten, para justificar el desahogo e, incluso, la incontinencia verbal. Las palabras dentro se pudren. Son opiniones, si se quiere endebles, pero sinceras que, además, pretenden ser respetuosas.
Recuerdo la anécdota histórica del levantamiento del obelisco en la Plaza de San Pedro. Los técnicos habían preparado el aparejo hasta los mínimos detalles: poleas, cabrestantes, chigres, guardainfantes, maromas, y polipastos, todo en su sitio. Cada uno en su puesto y oficio. Máxima atención. Silencio absoluto, hasta el punto que el Santo Padre Sixto V, más bien función de Imperator que de padre y santo. dictó pena de muerte al que levantase distorsionante voz. La maniobra parecía segura, la columna iba alcanzando su verticalidad pero de pronto las cuerdas perdían fibra y crujían amenazantes. Un inculto marinero que no sabia nada de ciencias físicas gritó: ¡Acqua alla corda!. El había experimentado entre relingas y amarres que las estachas húmedas eran más flexibles y resistentes. Fue indultado el vociferante marino.
Alegra saber que el Alcalde, ante la permanente amenaza de derrumbe que amenaza a Castropol promete una reunión a tres bandas para atender a los vecinos que denuncian la absoluta desidia y desinterés de las autoridades públicas con este problema.
Nuestro promontorio castreño es blando y vulnerable. Un voraz incendio quemó la villa por entero el 28 de octubre de 1587. Siglo y medio más tarde, en 1836, un espectacular argayo arrastró a la ribera todas las casas del lado derecho de la calle de la Mirandilla. Aún hoy en la desembocadura de la calle de la Marina, antiguamente denominada calle del Medio, al otro lado del murete que protege del ribazo queda un pequeño vestigio del pavimento empedrado.
El siguiente derrumbe muy importante fue el de 27 de septiembre de 1999 a las 6, 30 horas. Seis horas antes el párroco, Inocencio Parente Villamil, vio enfrente de su casa una grieta que antes no estaba. pero no le pareció suficiente síntoma de alarma. Durmió placenteramente hasta que al amanecer oyó por tres veces como un viento fuerte y poco después la llamada de la Guardia Civil que le levantaba de la cama. A poco más de un metro de la puerta de su casa un ribazo con ciento y cientos -¿1.000?- de metros cúbicos de barro, piedras y vegetación que rebasando la carretera llegaron al mar.
El pueblo entero se consternó. El ayuntamiento con su presidente, Juan Calvo-Sotelo, desde la primera hora se movilizó con acierto. Comprobar inmediatamente el alcance humano y material del desastre, detener el derrumbe, recuperar la calle hundida y buscar la financiación para el caso puntual y estudiar con detalle la geología de la zona para una solución definitiva, constituyeron el esquema inmediato de acción. La administración municipal, la autonómica, la de Costas y del Gobierno de la Nación debían acordarse entre si.
Por suerte, al Alcalde le fue fácil encontrar criterios expertos, comenzando en su propia familia. Así se hizo y creo que no se ajusta a la realidad y es políticamente incorrecto lo que la Agrupación Socialista de Castropol escribía en su boletín de agosto de 2003: Después de mucha desidia por parte del anterior equipo de gobierno, nos encontramos que los vecinos no estaban en nada de acuerdo con sus planteamientos Un problema que ha sabido encauzar el talante negociador y dialogante de nuestros representantes
Nótese que es la misma denuncia, casi las mismas palabras, que ahora hacen los vecinos a la actual corporación. ¿Será verdad eso del síndrome del poder?
Es verdad que se han gastado muchos millones bien gastados en distintas obras y localidades del municipio. Pero hay otras, menos urgentes, acaso, superfluas, y bastantes muy mal ejecutadas. Conozco, claro, mejor las realizadas en la capital del municipio: sendas turísticas, muy escasamente transitadas, farolas de quita y pon, pavimentos que parecen colocados por adoquines, campos temáticos sin tema, aguas fecales nutrientes para los bivalvos del estuario de la Ría y que, para mayor aprovechamiento, perfuman la biosfera, placas orientadoras de calles y monumentos mal colocadas y peor redactadas, puertos deportivos soñados sin chalana ni dorna atracada, palabras incumplidas y promesas que lleva el viento.
Para el proyecto de estabilización estimado en 1.470 876 euros en el BOAP de diciembre de 2002, gobernando en el Principado Alvarez Areces, pocos meses antes de llegar a la Alcaldía don Angel Pérez, se comprometen las siguientes partidas: Consejería de Infraestructuras 300.506 euros; la Dirección General de Cooperación 240.405 euros; el Ayuntamiento de Castropol 925.558 euros de los cuales 901.518 proceden del Ministerio del Ministerio del Interior del gobierno de Aznar. Esta cantidad del Gobierno de la Nación, que supondría el 50 % del total previsto, estaba condicionada a que el Principado y el Municipio participasen con la otra mitad. La escasa participación del gobierno autonómico dejaba al Municipio totalmente desarmado para asumir su cupo. Creo que este décalage dejó el proyecto varado. Ignoro los esfuerzos por reflotarlo. El problema sigue.
El primer diagnóstico sobre la causa de este último desastre, avalado por síntomas claros y nunca desmentido por experto fue que la gota que desbordó el desastre era algo más que una gota: era una gran bolsa de agua producida en la red de saneamiento con toda seguridad mal ejecutada y recibida sin garantías adecuadas. Es muy probable que no sea la única en la actual red, aunque por su ubicación no presente peligro tan inmediato.
Todas las actuaciones en la zona alta del promontorio son extremadamente delicadas. No estamos sobre roca firme. Cuando se colocó el último pararrayos en la iglesia, la calicata entró como una aguja en queso mantecoso. En decenas de metros no se encontró resistencia alguna. Síntoma evidente de la condición del subsuelo, son los socavones entre la iglesia y el ayuntamiento disimulados por recientes placas de cemento armado.
Desde mi ignorancia infusa que me hace doblemente atrevido opino que la pavimentación con cemento y asfalto, si la recogida de lluvia no está muy bien diseñada y segura, puede ir a aljibes subterráneos y ser un peligro serio. Pienso en la plaza Menéndez Pelayo a donde convergen aguas de Mirandilla, Penzol Lavandera, Cruzadero. Antes con el empedrado sobre tierra el agua que caía humedecía, regaba la hierba y en su mayor parte se evaporaba. Ahora encauzada por cunetas de escaso desnivel o capacidad tiende a empozarse. Esto ha sucedido y puede repetirse. Los antiguos pozos negros eran más fácilmente controlables.
Otro tema es el de las hontanares o corrientes subterráneas. No se conocen pozos en lo alto de la villa. A Fonte d`a Vila cuya estructura debería restaurarse, posiblemente con manida en Quinta del Agua, Quintalonga, está al nivel del mar. Al mismo nivel hay otro alumbramiento debajo de lo que era el Carreiro de Guerra con un aljibe cubierto por una cúpula de piedra que merece la pena conservar.(cfr mi comentario a la foto 08/04/06 = 08:31 Fotos Antiguas de este mismo blog)
Al término del arrumbado Carreiro da Ribadía hay otro acuífero, con chorro permanente, cuyas características se deberían dictaminar.
A lo largo del pedrero desde la Fuente a la Punta, al bajamar se observa la salida de agua por debajo del muro de la carretera. Es, sin duda, en casi su totalidad agua de la marea infiltrada, pero que también contribuye a socavar el monte. Para contener aludes, posiblemente, tanto o más eficaz que el muro hecho últimamente paralelo a la carretera, hubiere sido uno, con cimentación en profundidad adecuada, similar al contrafuerte que hay en la ribera desde el Muelle a la vuelta de la Punta. Hay que recordar que la carretera de La Punta, que en si misma sirve de contención, muestra ahora grietas y alguna depresión longitudinal hacia la parte del mar, precisamente en la zona que ahora se presenta como más conflictiva. ¡Ojo al dato!
Son varios los detalles a estudiar para una actuación seria en la consolidación de lo que con poco rigor nos empeñamos en llamar el Peñón de Castropol.
El haber olvidado la urgencia de este proyecto o preterirlo ante otras obras, más vistosas, pero menos importantes, no es de recibo. No tienen la palabra los políticos. El pueblo es el dueño de la palabra. Recordemos el cantar: Habla, pueblo, habla / Habla, pueblo, sí / no dejes que nadie decida por ti