La quinta estación, para el año que viene
Las cuatro estaciones del año que nos marcan el tiempo físico transcurrido se hacen notar anunciándonos su aparición con signos de una u otra manera. Lo hacen repetidamente y año tras año. Así, ya por diciembre, con la llegada del invierno, comienza a mentarse a los Reyes Magos y su inminente llegada. En mi niñez, los niños católicos creíamos a pies juntillas en ellos. A través de una carta de papel, con letra nerviosa y titubeante, pedíamos a los Magos nuestros deseos, nuestras aspiraciones, nuestros sueños: un camión con toldo, una escopeta, una muñeca, un mecano... La salud entonces ni la mentábamos, la dábamos por asegurada. Al levantarnos escopetados el día 6 de enero, por mucho que madrugásemos, ya habían pasado los camellos con todo su séquito. Habían sido anunciados a tiempo, pero lo cierto es que nunca llegamos a verlos por mucho que madrugásemos. Después, ya en la calle, comprobábamos que a los menos les habían traído todos sus deseos; a otros pocos algo y, a la mayoría, lo de siempre: nada o carbones.
La primavera asoma cuando los días crecen, como lo hace la flora, al tiempo que los pajarillos cantan preparando sus nidos con ilusión.
El verano, en los pueblos, lo notamos porque llega el calor con los veraneantes de la mano...
El otoño hace acto de presencia con la caída de la hoja, que, acompañada de cierta tristeza, nos advierte de que tengamos a mano chaqueta y cobertor si no queremos vernos sorprendidos por las inclemencias del tiempo.
A tenor de todo esto, hace unos días, en el diario paseo matutino entre el grupo de jubilados de siempre, repasamos lo comentado en la reunión celebrada en las Escuelas del Reloj, a la que el pueblo fue invitado por la Corporación municipal y un representante del Gobierno del Principado. Una vez allí, nos animaron a mentar y solicitar obras necesarias, aspiraciones y cualquier tipo de necesidad que estimásemos bondadosa para la villa.
Al día siguiente, todo el grupo de jubilados que a diario salimos al paseo matutino nos sentíamos encantados por el paso del señor alcalde y su gobierno por el pueblo, menos Bras, nuestro pesado amigo, jubilado igual que nosotros. Bras tomó la palabra para decirnos con seriedad: "¿Qué estación nos querría anunciar el señor Alcalde y su séquito anteayer? Ya lo habéis visto, nos invitó a plasmar a bolígrafo en folio, facilitados ambos con cargo al Consistorio supongo yo, nuestras inquietudes y necesidades para el pueblo, después de que hubiésemos comentado allí todos los puntos con sus ruegos y preguntas. Sabéis que nos pedían determinar a lo largo del proceso los puntos anunciados: "Ordenar el territorio y hacer un uso racional del suelo, conservarlo y protegerlo. Evitar la dispersión urbana y revitalizar la ciudad existente. Favorecer la proximidad y la movilidad sostenible. Garantizar el acceso a la vivienda...". Así hasta diez puntos a cual más interesantes. Ahora os pregunto: ¿acaso no os habéis enterado de que el señor alcalde nos anunció la llegada de la quinta estación para el año que viene? Se está gestando ya. Alumbrará dentro de nueve meses y a la criatura se la llamará elecciones municipales...".
Callados todos, regresamos a casa sorteando con torpeza a los coches aparcados en las aceras, y esquivando con destreza a los que pasaban por la carretera haciéndonos flamear nuestras camisas limpias y descoloridas por el sol.
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