Los dos son escritores vinculados a Castropol, han conocido mucho mundo y pueden comparar, pero ambos coinciden en que el concejo castropolense, tendido sobre la ría del Eo, es "el lugar más bello del mundo". Casi repiten la misma expresión en dos entrevistas por separado. El análisis que hacen del concejo luego es divergente, pero parten de ese pasmo inicial ante un paisaje acuático donde la luz adquiere un fulgor especial y hasta el aire parece brillar envolviendo la arquitectura de casas blancas y tejados de pizarra negra. Los dos escritores que hoy confrontan su mirada en torno a Castropol son Gonzalo Moure y Miguel López.
Gonzalo Moure Trénor, nacido en Valencia en 1951, lleva más de treinta años asentado en Figueras, de donde procede su familia. Es una de las grandes referencias nacionales de la literatura infantil y juvenil. Tiene el Cervantes chico, entre otros galardones, a toda su obra. Es, además, un destacado defensor de la causa del pueblo saharaui, con el que colabora en el desarrollo de una red de bibliotecas en los campamentos de Refugiados.
Miguel López (Villadún, Barres, 1954) fue capitán de la Marina Mercante y recorrió medio mundo durante 17 años, luego entró a trabajar en la torre de Salvamento Marítimo de Veranes, en Gijón, donde reside. Fue un escritor tardío, pero ya galardonado. Tiene el premio "Dulce Chacón" y el "Zayas" de novela corta, entre otros. Recientemente cedió al ayuntamiento castropolense los derechos de una novela de suspense ambientada en Castropol y titulada "Tregua en la calma".
Abre fuego Gonzalo Moure:
"Soy descendiente de los Pardo de Donlebún. El general Sancho Pardo fue el que derrotó a Drake en el Caribe, en Puerto Rico. Escribí un libro sobre ese tema. Cuando yo era niño, hasta que yo tenía seis años, todavía vivía mi abuela. Era prácticamente una señora feudal. Pero una señora feudal bondadosa, lo que no habían sido todos sus antecesores, claro. Hubo algunos muy malos. Y eso dejó una huella en el pueblo. Por eso, a pesar de mi vinculación con Figueras, no dejo de ser un descendiente de los Pardo, lo que aquí no es que sea algo muy bueno que digamos. Pero mi madre quería mucho Figueres y pasé todos los veranos de mi vida aquí en Figueras. En 1986, mi mujer y yo compramos una emisora de radio en Ribadeo, estuvimos tres años y ya en 1989 ya decidí quedarme aquí solamente para escribir y dedicarme a mi trabajo y disfrutar de Figueras y de la ría".
El lugar maravilloso
"Podía haber elegido volver a Valencia. De hecho, tenía casa allí, pero preferí quedarme aquí porque es el sitio que más me gusta del mundo. No hay un lugar ni más bello ni más placentero. Y mira que conozco. He viajado por los cuatro continentes, en Oceanía no he estado, y creo que éste sigue siendo un lugar fascinante y maravilloso a pesar de todo. Es un conjunto de paisaje y de clima. Es un clima paradisíaco. Desmiento rotundamente la mala fama que tiene Asturias de sitio muy lluvioso. He vivido en Valencia y puedo asegurar que los inviernos son más dulces y más llevaderos aquí. En Valencia, cuando llueve, llueve a morir y a matar. Además, esto no estaría tan verde si no lloviera".
La caída de la Casa Pardo
"Aquí están tejidos mis mejores recuerdos de infancia. Este color y el olor de Figueras me sigue fascinando. De toda la familia, de todos los descendientes de mi abuela, que éramos 40 o 50 tranquilamente soy el único que vive en Figueras ya por desgracia. Paralelamente a como asistí a la decadencia de la casa de los Pardo, a cómo desaparece una familia que hace 30 años era supernumerosa y en verano estaban todos aquí, al mismo tiempo Figueras y la ría del Eo ha sufrido un proceso similar. Prácticamente desapareció la Figueras y la ría de mi infancia. Queda del paisaje como una cáscara vacía, pero ha desaparecido todo lo demás. El modo de vida los pescadores, la vida increíble que tenía el puerto de Figueras. Prácticamente igual ocurrió con las labores del campo. Esto era una tierra que se cultivaba y todo eso ha ido desapareciendo. Apenas quedan explotaciones ganaderas. Hubo aquí un alcalde, hijo de Leopoldo Calvo-Sotelo, que nos reunió a los vecinos sobre 2005 para anunciarnos que Figueras tenía que abandonar ya lo que quedaba de ganadería y que esto iba a ser el lugar de las casas de vacaciones de Madrid y de Oviedo y Gijón. Y nada más y que nos teníamos que preparar para eso, que los planes urbanísticos iban encaminados a eso. Y así es".
"El muelle de Figueras se ha muerto. Todos sabemos que por la influencia de un restaurante, que copó los pequeños locales que había en el muelle y ha impedido que haya competencia. Salvo los diez días de agosto de las fiestas, el resto del año bajas al muelle y está absolutamente muerto. Figueras está envejeciendo a marchas forzadas. Pero aquí, salvo la vida que le da el astillero, no hay otra cosa. Y encima el astillero está parasitando Figueras, tiene un plan de expansión que se come la parte más bella, la parte de la playa de San Román. Por supuesto, el astillero es fantástico. No hay palabras para definir el astillero a pesar de esa situación de que, poco a poco, se va comiendo Figueras".
"Pues resulta que Figueras se queda vacío y ahora la única obra importante que se va a hacer es construir una escollera. Tanto que protestamos por la escollera de Ribadeo, que cerró y envileció la ría, y ahora vamos a construir una escollera también en Asturias. La escollera lo único que hace es aumentar doce o veinticuatro las plazas para yates de veraneantes, que luego viven aquí todo el año metidos en una funda y esperan a sus diez días de agosto para ser usados. Mientras, por ejemplo, el pueblo no tiene una acera para ir hasta Barres a coger el Alsa para ir a Oviedo o Jarrio. No hay no hay una política de revitalización del pueblo. Es un desgaste constante y progresivo".
Oportunidad perdida
"Otra cosa que ha sido desoladora es la compra del Palacio de Pardo de Donlebún por Paisajes Asturianos, léase Víctor Madera. Todos creíamos que iban a hacer unos hoteles en el palacio de los Pardo de Donlebún y en las torres de Donlebún. A la sombra de esos hoteles hubieran crecido locales, pequeños comercios, tiendas de recuerdos, un poco de vida. Pero no. Al final se ha restaurado maravillosamente, han invertido muchísimo dinero, pero solo se abre para bodas. Este hotel sería un polo de atracción de crecimiento . Tú vas a Rinlo y en Rinlo, que es muchísimo más pequeño, y hay muchísima más vida y hay más restaurantes. Es que aquí no hay nada. Yo pensé que con la compra el palacio y las torres iban a sufrir un gran impulso, pero no ha supuesto nada, ni un puesto de trabajo".
La depuración de la ría
"Entre las cosas positivas que sí puedo ver ha sido la depuración de la ría. Ha sido muy importante, pese que ha llegado ha llegado bastante tarde, cuando la ría estaba muerta. Cuando yo vine a vivir aquí, invernaban al cabo del año 30.000 aves y ahora no inverna ninguna, se han ido a otros humedales porque no hay vida en el suelo de la ría. Donde estaban las aves piscícolas ya no queda nada. Aunque pase por aquí de vez en cuando una bandada de patos se van porque aquí no encuentran comida. La depuración ha llegado tarde, pero yo confío en el poder de regeneración del mar y que vaya volviendo la vida al estar las aguas limpias, que parece que lo están".
La succión de Ribadeo
"Ribadeo se ha comido mucha población. Muchísima gente que vivía aquí del mar o de la agricultura, al hacerse mayor y pasar a la jubilación, se han ido a Ribadeo a un piso. Ribadeo está bien porque es una ciudad que tiene más servicios, comercio, más vida; están a gusto y me parece lógico y comprensible. Pero por ese poder de absorción de Ribadeo prácticamente Figueras se ha quedado en nada, el comercio casi ha desaparecido y han desaparecido los bares pues todo el mundo se va a comprar y a tomar unos vinos a Ribadeo. Claro, cuando me vine a vivir aquí para ir a Ribadeo había que dar una vuelta, eran más de 20 km por una carretera infernal y ahora (por el Puente de los Santos) puedes ir andando incluso. En un cuarto de hora estás allí".
La autovía
"La autovía hasta Oviedo es una de las joyas que tenemos ahora. Un viaje que te costaba antes casi tres horas por La Espina, por una carretera imposible, ahora lo haces en hora y cuarto. Pensábamos que, efectivamente, con la autovia habría una revitalización de la zona, pero no se ha producido. Se han adquirido parcelas para construir chalets que, por otra parte, se levantan ya sin el genotipo de la arquitectura local. No ha supuesto una inyección de vida sino simplemente un ligero movimiento de construcción, pero muy ligero".
"La autovía era una oportunidad magnífica para que esta zona se convirtiera en un jardín de Oviedo y del resto de España. No ha habido iniciativa para ver cómo sustituimos aquel tejido que desgraciadamente ha muerto con la entrada en la Comunidad Europea o por el cultivo del eucaliptus. Figueras era una villa industrial, con siete conserveras. No ha habido una alternativa a eso. Hay polígonos industriales que no son más que naves de distribución".
Miguel López García, el capitán de barcos mercantes se descubrió cómo su voraz apetito lector desde niño se traducía en una sorprendente facilidad para escribir de mayor, toma el relevo de Moure en este relato. Cuenta cómo era aquel Castropol de su infancia en los últimos cincuenta y sesenta:
"Mi casa familiar en Villadún, en Barres, era conocida como ‘La casa del Capitán’, no sabemos por qué. No teníamos ninguna relación por la mar. No sé por qué me dio por estudiar Náutica, quizá por salir de allí o por hacer realidad el nombre de la casa. Cuando le dije a mi padre que quería estudiar Náutica me dijo: ‘Voy a mandarte a Figueras y vas a ir a la pesca’. Efectivamente me embarqué con 17 años y lo pasé fatal, creí que me moría. Quería quitármelo de la cabeza o que me diera cuenta de dónde me iba a meter. Pero, al verme tan mal, recuerdo que un marinero que había navegado en petroleros, me dijo: ‘Miguelín no te preocupes que en los petroleros donde yo estaba, en el camarote hasta olía a colonia ’. Me lo decía mientras yo estaba devolviendo sin parar, con aquel olor a pescado metido en el alma".
"Entonces en el Occidente vivíamos completamente aislados del centro de Asturias. Fui a Gijón a estudiar con 18 años y al llegar tenía verdaderos problemas con las cosas más ridículas, como cruzar una calle. Había ido un par de veces a Oviedo nada más. Hasta entonces me dedicaba a ir a estudiar a Tapia, a donde íbamos en bicicleta. Sólo cuando llovía muchísimo un señor que tenía el único coche del pueblo nos llevaba a su hijos a otros dos. Luego, al volver, ayudaba a mis padres en el campo".
La mejor costa
"La comunicación del Centro con el Occidente eran los autobuses de Alsa. Tardaban sobre seis horas en hacer aquel viaje. Aparte de aquellas famosas curvas de Luarca, iban entrando en todos los pueblos: en Puerto de Vega, Pravia, San Esteban… Ya te digo, eran como una seis horas de viaje. Como hoy ir a Nueva York en avión".
"Yo creo que la lejanía es algo que se quedó grabado en la mente de la gente. Las comunicaciones fueron mejorando pero aún hoy tú preguntas a cualquiera en Gijón y el noventa por ciento de la gente no va a saber decirte a qué distancia está Castropol ni cuánto se tarda en venir. Y un porcentaje muy alto jamás ha pisado la zona del Occidente. Sí, yo creo que sigue manteniéndose ese aislamiento mental pese a que llegas desde el centro en 1 hora y 15 minutos por una autopista que te lleva sin ningún problema".
"Pese a la evolución de las carreteras todavía día de hoy nos no hemos acercado al centro de Asturias ni llegamos a competir con el Oriente. Sigue habiendo una sensación de lejanía, de una lejanía inmensa".
La Asturias virgen
"Es una verdadera pena que no nos conozcan más porque creo que es la parte virgen de Asturias. Si observas la costa asturiana vas a ver que lo que realmente se ha protegido es el Occidente. Puedes recorrer kilómetros por la costa sin encontrar una casa, nada. Es de una belleza única en España. Habrá muy pocas zonas del litoral con un cuidado como el que se ha mantenido en el Occidente. Esa protección, al no llegar esas mareas de constructores, también ha mantenido el alejamiento del Occidente en la mente de la gente. Si observas, hasta los vascos, que vinieron comprando propiedades y construyendo casas, llegaron sólo hasta Luanco aproximadamente".
Y la desconocida
"Creo en Asturias que se cargó todo sobre el Oriente de Asturias. Sólo con Pedro de Silva se puso una pica en Flandes cuando se apostó por el proyecto de turismo rural en Taramundi. Eso ayudó a dar a conocer esta zona del Occidente pero sigue siéndolo la gran desconocida de Asturias. Y es una zona de una belleza incomparable. Hay cantidad de pueblos de una belleza que es fuera de lo común. No obstante, el nivel de vida aquí se mantuvo por debajo del nivel de vida del Oriente. Pero creo que se logrará alcanzar. Ahora, a esta zona la está beneficiando la pujanza turística de Ribadeo y de la zona de A Mariña gallega".
La otra orilla
"Ribadeo es el gran motor de esta parte del occidente. Ribadeo tiene un turismo fortísimo, no te quepa ninguna duda. Y ese turismo se distribuye por todo el occidente de Asturias. Castropol tiene mucho empleo industrial con los astilleros, lo que pasa es que turísticamente pasa un poco desapercibido. Nadie va a Figueras para ver el astillero el astillero. Y eso que yo creo que la ría del Eo no tiene parangón".
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