En el año 2012, en plena crisis económica, concluyeron las obras de la ampliación más ambiciosa del polígono de Barres, en Castropol. Esta gran superficie de terreno (la tercera fase supuso ir de 110.000 a 275.000 metros cuadrados de suelo industrial) pasó años sin actividad, pero ahora, una década después, vive un momento dulce con la construcción simultánea en tres parcelas y nuevos proyectos en el horno. “El nivel de actividad actual, con los tiempos que corren, es muy positivo”, defiende Francisco José García, presidente de la entidad de conservación de esta área industrial.
En la tercera fase están implantadas una gasolinera, una fábrica de bebidas energéticas y varias naves de Astilleros Gondán, así como las instalaciones de la fábrica de piensos de Comercial Agropres. Y muy pronto, estará a pleno rendimiento la primera nave de Monra Forestal, la pujante empresa castropolense dedicada a la construcción de máquinas para el trabajo en el monte. A su lado, se están construyendo otras dos naves: la que dará cabida a la fábrica de croquetas La Coquetina y otra para la popular ferretería La Canela, que cambiará su ubicación en el pueblo de Barres al área industrial de la localidad.
A finales de 2019 comenzaron las obras de la primera nave de Monra Forestal, que adquirió 15.000 metros cuadrados de suelo en el polígono. El proyecto ha sufrido varios retrasos, pero ya está lista la primera nave, en la que se ubicará el taller de calderería y soldadura. En las instalaciones del centro del pueblo permanecen de momento las oficinas, así como la sección de pintura, montaje y mecanizado. Cuenta su responsable, Ramón Castro, que la implantación en el polígono será paulatina: "Lo guapo era desarrollar el proyecto entero, pero ya solo adquirir el suelo supone una inversión muy importante", afirma. Con todo, la primera nave está lista y ya hay operarios trabajando allí. "Estaremos al cien por cien en breve, pero ahora el problema es la escasez de personal. Necesitamos caldereros y soldadores", añade Castro, que comparte con otras firmas, como los astilleros, el déficit de personal cualificado en estas áreas.
El empresario aplaude que la ocupación de la tercera fase tome velocidad, porque "cuanto más ambiente industrial y actividad, mejor para todos". Con él coincide el hostelero tapiego Santiago Fernández. “Es como cuando te mudas a un edificio nuevo, no es lo mismo que seas el único propietario a que estén ocupados todos los pisos. Que se cubra toda la hilera en la que estás construyendo es lo más bonito”, destaca. Su fábrica de croquetas debe estar lista a finales de año. De hecho, debe certificar el 98% de la obra en noviembre. “Tenemos que cumplir los plazos. Ahora mismo llevamos un mes de retraso por asuntos de la propia obra y sufres al ver que pasan los días”, explica. Su proyecto maneja una inversión que ronda los 800.000 euros, en parte subvencionados con una ayuda europea del plan Leader, con lo que debe ser muy puntilloso con el cumplimiento de los tiempos y la certificación de los trabajos.
Los responsables de la ferretería La Canela, empresa familiar fundada en 1944, adquirieron cuatro parcelas de la tercera fase (casi 4.000 metros cuadrados de terreno) para dar un impulso a un negocio que cuenta con casi un millar de clientes en la comarca Oscos-Eo. Las obras comenzaron en enero y el objetivo es que estén rematadas en julio para, posteriormente, acometer el traslado en el otoño. "La idea es estar abiertos antes de final de año. Necesitamos aumentar y modernizar nuestras instalaciones para dar un mejor servicio a los clientes, a los que agradecemos su confianza. Estamos muy ilusionados con este proyecto", cuenta Mari Nieves Rico, que dirige el negocio junto a sus hijos, cuarta generación de esta firma castropolense. "El polígono tiene bastantes empresas potentes, muchas ya son clientes nuestras. Además, dispone de buenas comunicaciones y fácil acces, por lo que creemos que será positivo el cambio", defiende la empresaria.
Otro de los futuros inquilinos de esta tercera fase es la empresa de chatarrería y desguace Julio Ron, con instalaciones en Vegadeo y Ría de Abres (Lugo). Ha adquirido 10.000 metros de terreno (son diez parcelas) de la tercera fase y espera poder empezar parte de las obras este año, aunque el fuerte desembolso de esta compra y la situación actual de la economía hace que los responsables se tomen con calma el proyecto. "Mi idea era empezar este año, pero para una empresa pequeña comprar suelo en un polígono industrial supone un esfuerzo muy grande, pues el precio es excesivamente caro. A este esfuerzo hay que añadir los sobrecostes que ahora tienen los materiales, así que no nos vemos con fuerza para hacerlo todo de golpe. Vamos a ir más despacio, porque tampoco tenemos la necesidad de hacer el traslado ya", cuenta Marcos Ron. Con todo, ve con buenos ojos el traslado a un área empresarial. "Para una empresa como la mía, estar rodeada de otras empresas es mejor porque trabajamos con residuos metálicos y nos interesa estar cerca de firmas que los generan", indica.
Por su parte, el presidente de la entidad de conservación de Barres, Francisco José García, aplaude el impulso que está viviendo la tercera fase, donde ya está vendida casi la mitad de la superficie disponible, pero también el buen momento de la primera y segunda, pues ha habido alguna nueva incorporación a naves que se habían quedado vacías. “Cada empresa que se instala y cada puesto de trabajo que se crea da un movimiento al polígono y vida a la zona”, defiende García, al tiempo que lamenta que la administración no ofrezca más facilidades a los empresarios a la hora de poner en marcha nuevas instalaciones. “Estoy muy decepcionado con las administraciones, porque creo que hay cosas que se pueden facilitar y no ser un obstáculo. No se dan cuenta que cada día que un empresario pasa sin abrir su instalación le cuesta dinero. Para muchos, construir una nave es la inversión de su vida y no puede un freno por temas burocráticos”, señala.
El portavoz de los empresarios del área industrial es crítico tanto con las administraciones local y regional como con la Sociedad Mixta de Gestión y Promoción del Suelo del Principado, (Sogepsa), propietaria del terreno sin vender. Denuncia que la tercera fase sigue sin luz pública, algo que califica de "vergonzoso" y también pide que Sogepsa cumpla con su compromiso de entrar en la entidad de conservación y que tome cartas en el asunto sobre el estado de las fincas sin vender. No en vano, en la tercera fase sigue disponible el 49,24% del suelo y esas parcelas pendientes están llenas de maleza, lo que ofrece una mala imagen de la zona.
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El polígono de Barres se puso en marcha en 2002, así que ya suma más de veinte años de historia. La primera y segunda fase están ocupadas con firmas muy diversas, incluido el parque de bomberos del 112. En 2012, con una inversión de 12,5 millones de euros, quedó lista la tercera fase de la ampliación. En septiembre de 2016 se inauguró una de las obras más reclamadas por los empresarios: el ramal de un millón de euros de inversión que conectó el área con la Autovía del Cantábrico.
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