La Oportuna
Los científicos que estudian la climatología con sus fenómenos meteorológicos que varían a lo largo de los años y que afectan a los climas que se dan en la superficie terrestre buscan hacer previsiones climáticas a muy largo plazo y que, en general, se caracterizaron por ser marcados por unos periodos fríos y por otros cálidos. Esos estudiosos nos dicen cada día que se está produciendo un cambio climático a gran velocidad. Nosotros los de a pie lo percibimos observando la ausencia de lluvias y un aumento de las temperaturas que van produciéndose año tras año. Los mayores, como yo, no recordamos volver a ver el cristal de las heladas charcas que pisábamos, y no se rompía, al ir a la escuela.
Hasta hace bien poco la gente de los pueblos predecía el tiempo a corto plazo sobre la marcha y según pintaban aquellos parámetros aprendidos y heredados de nuestros mayores, principalmente agricultores y pescadores. Los que aún rememoramos aquellas pautas cuando observamos que nos afectan vientos del primero y segundo cuadrante sabemos que traerán altas presiones que significa buen tiempo. En cambio, si nos azotan los vendavales de la vecina Galicia las bajas presiones harán que el fraile baje su varita para dejar paso a la lluvia. Aquí, en el Occidente más occidental de Asturias, cuando el vecino monte Mondigo, del que solo nos separa la ría del Eo, se rodea de nubes, nos hace acordarnos de aquel refrán extendido por el pueblo en mi niñez y juventud: "Condo Mondigo pon el capelo todas as veyas mexan de medo". Que significa que con seguridad vendrá la lluvia por la pinta que ofrece la cara del monte, abrazado por esas negras nubes que llegan del oeste.
Será en parte por eso por lo que parece estar cambiando con meridiana claridad la desaparición de la edad histórica que nos tocó vivir hasta ahora, la Contemporánea, y no precisamente por las variaciones climáticas solamente. Me parece, por lo que se ve, que estamos en vísperas de dar paso a otra que me temo pronto se bautizará con un nombre adecuado inventado por los eruditos de turno.
Lo digo porque hay un montón de pruebas inequívocas que palpamos diariamente nada más salir a la calle, además del tiempo atmosférico, que parecen indicarnos que eso sucederá a causa de los bandazos que contemplamos en el comportamiento de la gentes.
Una de estas alteraciones es la utilización de zapatillas de tenis, que en un porcentaje muy alto las calzan por la calle desde hace unos años los humanos de todos los sexos, jóvenes y viejos. Actualmente esos zapatos deportivos que hasta hace poco solo se usaban para hacer deporte, para llevar a las romerías y no para vestir ya que era de muy mal gusto, tienen ahora prácticamente desplazado y comido el mercado a los elegantes zapatos de tafilete y otras pieles que portaban y distinguían a aquellos humanos que más iban a la moda. Actualmente podemos ver a señoras vestidas elegantes con ese llamativo y estrambólico calzado fabricado con materiales sintéticos, impensable su uso cotidiano hasta hace bien poco.
También sabrás como yo, amigo lector, que hasta hace menos de quince años si te interesaba beberte una botella de rioja ibas a la tienda de turno, la comprabas, pagabas lo que te pedían, la bebías y santas pascuas. Si ahora buceas por internet interesándote por vinos, prepárate para lo que te viene: estarás un tiempo bombardeado con ofertas de todo tipo que saltarán a tú alrededor a todas horas, ofreciéndote caldos de todo precio y condición, aburriéndote y haciéndote que te preguntes: ¿pero qué hice yo para sufrir este acoso?
Y cuando sales a la calle has de ir ojo avizor si no quieres chocar contra el que viene obsesionado lanzando a los cuatro vientos mensajes con su teléfono portátil. O el otro a toda velocidad con su patinete eléctrico... ¡Ah!, y de paso ándate con ojo sin apartar la vista del suelo, no vayas a parchar tus tenis con la caca que dejó un desconsiderado amo de un inocente talismán.
La proliferación y aumento diario de la población de canes y mascotas por todos los lugares, de un lado para otro, acompañados de sus orgullosos amos que los visten a la moda con abrigos de punto, trajes de rehabilitación y conjuntos a juego con patucos, al tiempo que lucen sus impecables cortes de pelo a lo Continental, a lo Esty, a lo Cupcake y a lo Country, entre otros, que les brindan en peluquerías especializadas (que conste que yo siempre tuve can y siempre lo quise y cuidé lo mejor que pude, entre otras razones porque es el animal más fiel que conozco, incluso bastante más que los animales racionales). Así acicalados los vemos sonrientes y acomodados en modernos carricoches guiados por sus felices amas/os. También gozan a su alcance, los canes, de ambulancias para trasladarlos a urgencias y realizarles toda clase de cirugías para sanarlos de sus dolencias e, incluso, rejuvenecer su imagen. Igual que sus compañeros humanos que pueden hacerlo, ¿por qué no ellos?
El otro día una joven trataba de entrar en la cafetería con un rimbombante cochecito de bebé, con unas ruedas muy grandes. Como no podía ser de otra manera traté de facilitarle la labor sujetando la puerta para que pudiese entrar con comodidad. La chica me sonrió con cortesía y yo le dije: "Que alegría se siente al ver cochecitos con niños por la calle, señora". Su semblante cambió y me contestó seria: "¡No, no es un bebé, es mi perrita 'Marilin'!". No dije nada, y solo me bastó echar una ojeada para ver que "Marilín" iba impoluta, elegante y con olor a fragancia de dama de alta alcurnia.
Cada día me fijo más en las cosas que os comento y, últimamente, me cuadra que en Asturias haya más cánidos que humanos de cero a diecinueve años... Dicen que las mascotas que nos acompañan censadas en nuestra comunidad, según el RIAPA, son más de doscientas mil. Comprenden perros, gatos y hurones. Uno por cada cinco habitantes y sigue in crescendo. Que nadie se lo tome a mal ni a broma, pues es la auténtica realidad. Me viene a la mente ahora que debiera haber una ley general con puntos y comas para poder tener una mascota. Y, si la hay, que la apliquen los ayuntamientos, pues no pueden estar los animalitos abandonados en algunos casos, las aceras y fachadas con sus columnas y jardines llenos de inmundicias, sobre todo de oloroso pis. Al menos aplicar la ley que rige para los humanos a los propios humanos que tienen los animalitos para su compañía. No vemos a ninguna persona haciendo sus necesidades en plena calle ni aunque sufra de micción urgente motivado por su edad. Resumiendo: Aplicar la misma ley para humanos que para los responsables de mascotas, ya que ellas no son conscientes de acciones semejantes.
Tales razonamientos me hacen pensar que la edad Contemporánea pasará pronto a mejor vida después de 224 años en escena. Lo hará junto con la Antigua, que duró hasta la caída del Imperio Romano en el año 476. La Media, hasta 1492 con el descubrimiento de América. La Moderna, desde que Colón volvió de América hasta la revolución francesa en 1789... Y como colofón debemos centrarnos y observar que las edades de la Tierra duraron 476, 1016, 297 y 234 años, respectivamente. Y la última, la Contemporánea, de terminar ahora, como antes dijimos, duraría 224 años. Como se ve, bastante proporcionado en lo que a años se refiere de una a otra.
Por todas las observaciones y razonamientos que expongo te pido, amigo lector, que cuando salgas a la calle te fijes bien y observes lo que te cuento. Luego, ya me dirás si está próximo o no el cambio de nombre de la edad de la Tierra.
Y aprovechando podríamos proponer a los sabios responsables, si os parece, que podían llamar a esta quinta edad que parece asomar ya "la Oportuna".
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