Los alfombristas florales de Castropol tuvieron este año al tiempo de su parte y sus diseños lucieron espléndidos en un domingo de Corpus Christi con mucho sol y calor. Amaneció la villa con un día precioso, quizás para resarcir a los vecinos tras el temporal que el año pasado destrozó el trabajo de muchos meses y hasta impidió la salida de la procesión. “Nos sentimos aliviados y contentos. Esto es casi como un parto y ya tenemos un muchacho más echado al mundo”, señaló Roberto Frontera a primera hora de la mañana, resumiendo el sentir de los vecinos que han dedicado muchas horas a la tradición de llenar de color y luz la capital del concejo.
“Tuvimos una noche espectacular y las alfombras amanecieron impolutas”, dice Frontera, uno de los alfombristas de la calle Del Campo. Cuenta que el sábado no faltaron manos en la calle para sacar adelante el trabajo y que, antes de la medianoche, estaba todo listo. También muestra su orgullo el castropolense Ovidio Vila, uno de los vecinos que trabajaron en la calle Penzol Lavandera. “Podemos decir que se recuperó el esplendor previo a la pandemia”, añade mientras pasa revista a los trabajos. Y es que, tras el parón obligado por el covid-19 de 2020 y 2021, los vecinos quisieron el año pasado recuperar la tradición, pero el mal tiempo les jugó una mala pasada. Al fin, este año pudo ser.
Desde primera hora el tránsito de visitantes fue continuo y las calles de la capital del concejo se llenaron de gente llegada de diferentes puntos de Asturias y Galicia. Es el caso de Ángela Gómez, que vino desde Oviedo con un grupo de excursionistas: “Conocíamos la tradición por los medios de comunicación, pero es más bonito en directo. Es una preciosidad y se aprecia un trabajo brutal, además, la gente es muy acogedora”.
La praviana Mari Carmen Díaz lo tiene claro: “Les pongo un diez muy alto, merecen un premio pero gordo porque esto es una maravilla”. Díaz forma parte de la Asociación de mujeres de Peñaullán, de Pravia, que ayer organizaron un viaje a Castropol. “Está todo precioso”, resume la presidenta del colectivo, María José Suárez, quien da cuenta de que en la capital praviana existe la misma tradición de decorar las calles con motivo del Corpus.
Muy cerca está la presidenta de la asociación de alfombristas El Pampillo, de Castropol, agradecida también con el hecho de que el tiempo haya jugado a su favor este año. “Sentimos mucho orgullo y satisfacción porque salió todo según lo previsto. Estamos contentísimos”, precisa Maite Muiña mientras muestra los diseños elaborados por los niños del colegio La Paloma de Castropol. Los de El Pampillo impartieron previamente un taller en la escuela y, este sábado, los pequeños se animaron a replicar en las calles las alfombras realizadas en el aula y dedicadas a la obra de Pablo Picasso. Estas alfombras infantiles dan aliento a los vecinos que llevan años reclamando la necesidad de encontrar relevo, especialmente para el trabajo callado que se hace durante todo el año, con el objetivo de que perviva una tradición de muchos años.
Un grupo de amigas procedentes de Gijón mostraron su admiración por el trabajo de los castropolenses. “Esto pone a Castropol en el mapa”, cuentan estas mujeres mientras se toman fotografías con los diferentes diseños. Alaban además las alfombras de los niños pues, dicen, "eso va a ayudar a que siga la tradición de generación en generación".
“Madre mía, cuántas horas lleva hacer esto”, comenta otra mujer, mientras su amiga trata de descubrir los materiales empleados en las alfombras. Hay “concos” de eucalipto, ciprés macarrones o café y, sobre todo, mucha flor, que da especial color a las alfombras.
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