Biden, Trump, Musk, Bras, otros satélites y mi abuela
25 de Enero del 2025 - Antonio Valle Suárez (Castropol)
La verdad es que con las noticias diarias relacionadas con temas de la inteligencia artificial, a un ciudadano de a pie, ignorante de mil y un temas (hablo por mí), puede entrarle una psicosis que acabe sepultándolo. No me siento loco ni exagerado, no, pero un poco de miedo sí que tengo. Solo pensando que ese mal puede entrarte de repente, sintiéndote impotente después de caer como un pajarillo indefenso en las redes de las nuevas estafas telefónicas con la ayuda de la inteligencia artificial. Esta, poco a poco, oyendo lo que se oye, puede ir apartándonos hasta arrinconarnos, y en último término haciendo que la IA llegue a operar sin nosotros, pudiendo llegar a hacernos caer al pozo de la ruina acompañados por la impotencia.
Todos estos cambios que nos toca vivir hoy, como por ejemplo ya poder pagar con criptomonedas, me hacen acordarme de la sencillez con que se vivía en tiempos de mi abuela. Las noticias que recibía solo eran por carta, de sus parientes en Montevideo. La radio no tenía tiempo para oírla. Hacía el pan cada semana, dedicando un montón de tiempo lleno de trabajo, sin salario y sin ayuda de algoritmo alguno. Primero sembraba el trigo en enero y lo recogía en agosto. Llevaba el grano al molino en su cansado pollino para obtener la harina. Después dedicaba casi dos días en amasar y preparar el horno para cocer cuatro hogazas que nos duraban toda la semana, y así semana tras semana. Los avances hicieron que hoy día también cambiase ese proceso, ya que, simplemente, si quieres hacer el pan en casa te limitas a meter la harina en la panificadora adquirida por un módico precio y antes de tres horas ya tienes el pan crujiente.
Mientras esperas sentado a que salga el pan, te puedes leer tranquilamente LA NUEVA ESPAÑA, para enterarte de las noticias. Por ejemplo, que el hombre más rico del mundo, Elon Musk , amigo de Trump, tiene un patrimonio de 432.000 millones de dólares, además de casi seis mil satélites en órbita por el espacio (propiedad de Starlink, la empresa creada por él) mandando información de toda índole, verdadera y falsa, desde 2019. Su intención es seguir mandando más cacharros al espacio. Buen momento para montar por allí una macroautoescuela). Hay hoy día más de 10.000 satélites circulando sobre nuestras cabezas, para darnos más información todavía (Donald Trump es más pobre, solo tiene 7.700 millones de dólares, así que depende de Musk para estar al día. Para darnos una idea de tales descomunales cifras, comparémoslas con los depósitos de clientes que tiene Caja Rural de Asturias: 5.245 millones de euros, en 2023).
¿Cuánto ha cambiado el mundo con sus cosas y también la fabricación del pan desde los tiempos de mi abuela, verdad?
Así que, amigo lector, puedes seguir el consejo de mi pesado jubilado amigo Bras, que me dijo en el paseo mañanero de hoy lo que te cuento: "El primer examen de conciencia, o algoritmo si quieres llamarlo así, al poner por la mañana los pies fuera de la cama ha de ser inexcusablemente para mentalizarte de lo humilde que eres, de lo poco que sabes y de lo que significas en este valle de lágrimas. Así que has de tener toda la desconfianza y cuidados posibles hacia los peligros que no vemos pero que nos acechan a través de las redes. Especialmente con la temible IA. Esa inteligencia ya se está colando dentro de nuestros móviles de última generación, que casi todos tenemos y que muchos, yo entre ellos, pensamos que sabemos manejar. Un día puede aparecer falsificada la voz de tus hijos, parientes o bienhechores que, después de enternecerte y convencerte, pueden dejarte desperrado a cambio de un susto de infarto. Yo, al contrario, ya no invierto en tecnología. He cambiado mi móvil de última generación sin gastarme nada. Lo hice por otro terminal que tenía aparcado en la mesita de noche desde hacía años, cuando iba a la mar. Me basta y me sobra para hacer llamadas con cuidado y recibirlas con recelo, no vayan a volver a engañarme. Ahora duermo tranquilo...".
¡Gracias, amigo Bras, por tu sinceridad!
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