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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Cara a los Reyes Magos de Oriente

12 de Diciembre del 2025 - Antonio Valle Suárez (Figueras (Castropol))

Queridísimos Reyes Magos de Oriente:

En primer lugar deseo con toda mi alma os encontréis bien, con salud en el cuerpo y en el ánima. Soy consciente de que lleváis mucha experiencia a cuestas, pero aún estáis para visitarnos muchos años más, seguro. Y con la ilusión que cada diciembre vuelve a despertarme por suerte, aún sin necesidad de pilas ni instrucciones que me impulsen, me animo a escribiros para haceros una petición un tanto curiosa. No os pediré juguetes, ni tesoros, ni siquiera unas zapatillas nuevas, que bien me vendrían para pelear con mi viejo espolón. Os ruego algo mucho menos envolvible, pero quizá más urgente. Os pido un recordatorio para padres e hijos, de esos que no pesan pero iluminan. Veréis, desde hace un tiempo ronda por nuestras casas un personaje muy particular. No llega en camello, ni deja huellas en la nieve, ni firma sus visitas con purpurina. Se aparece en cuanto se le pronuncia, como si siempre estuviera al otro lado esperando su oportunidad. Es como si fuera el "Genio de la Lámpara", aunque no se desplaza en nubes de humo ni necesita lámparas que frotar, pues solo basta con tocar un botón o murmurarle algo y ahí está, dispuesto a obedecer con más rapidez que un paje recién estrenado. Sé que me entendéis, pues siempre vais con los tiempos.

Hasta hace nada, escribir sobre cualquier tema era un ejercicio casi sagrado: pensar, investigar, garabatear, tachar, volver a pensar... Todo ese ritual hermoso que nos costaba minutos, horas o días y nos enseñaba a ordenar la cabeza ahora te lo puede arreglar de repetente: ¡Zaaaassss! Recuerdo con ternura aquellas cartas que mi madre escribía a mi hermana en Avilés, que entonces parecía estar en la otra punta del mundo, con su Bic y su caligrafía impecable. Ella no necesitaba genios escondidos, le bastaban su corazón, su tiempo robado al excesivo trabajo y su letra, tan suya, y de vez en cuando parar su boli y mirar hacia arriba para volver a escribir. Pero hoy, Majestades, vivimos tiempos un poco más... digamos, "acelerados". Pero tenemos ahí al geniecillo en cuestión que está siempre a punto, deseoso de hacer por nosotros lo que antes nos hacía sudar un poquito la frente. Y oye, no seré yo quien critique una ayudita de cuando en cuando. Siempre y cuando, y aquí está la gracia, no le entreguemos las llaves del pensamiento ni le dejemos el mando a distancia de nuestra imaginación. Que el genio cose, sí... pero conviene que el hilo y el campo de la puntada lo elijamos nosotros. Por todo ello os ruego, queridos Reyes Magos, que cuando, en la madrugada del 6 de enero, vayáis dejando ilusión junto a cada zapato, añadáis también un susurro, un aviso, un guiño, para que padres e hijos recuerden que el Genio de la Lámpara es útil, pero que sus destellos pueden deslumbrar; y que, si uno se acostumbra demasiado a él, corre el riesgo de olvidarse cómo se sueña por su cuenta. Y ya sabemos que los poderes grandes, si no se manejan con cuidado, a veces encuentran manos menos bondadosas que las vuestras.

No os pido que escondáis la lámpara, faltaría más, sino que enseñéis a usarla con cabeza, con cariño y con un poquito de ese sentido común que nunca pasa de moda. Que la magia siga siendo humana, aunque el genio insista en hacérnoslo todo demasiado fácil.

Con la gratitud y esperanza de un niño, ya mayor pero ilusionado, que se niega a dormirse del todo.

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