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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

¿El trabajo se da?


La Nueva España

26 de Octubre del 2021 - Antonio Valle Suárez (CASTROPOL)

Recuperada la paz y dejado un poco atrás aquel inmenso miedo que arrastramos más de un año desde el comienzo de la maldita pandemia, los jubilados vacunados seguimos sin fiarnos de ese malvado bicho. Al menos los cinco que salimos al diario paseo mañanero lo seguimos haciendo con las mascarillas tapándonos la boca, y si las quitamos guardamos por lo menos dos o tres metros de separación entre cada uno, por si las moscas. Esa separación, sumada a nuestros años, hace que el oído se vuelva perezoso y para enterarnos bien de cada conversación hemos de gritar -unos más que otros- más de lo debido cuando hablamos, si es que no queremos que los demás digan a cada momento: ¿cómo dices, ho? Hoy, como casi siempre, Bras se apoderó de la voz cantante. Yo en su lugar, si fuese un orador como lo es él, probablemente haría lo mismo. Nos arengó todo el recorrido de ida y vuelta. Tanto fue así, que ni tuvimos tiempo a tomarnos el chiquito de rigor. Nos sermoneó a conciencia:

"¡Le estoy muy agradecido! ¡Me ha dado trabajo! ¡Da trabajo a mucha gente! ¡Gracias a que dan tanto trabajo...! ¡Nunca se lo llegaré a pagar, nos dio trabajo! ¡Le debo tanta obligación, pues le ha dado trabajo a mi hijo! ¡Dios nos libre que nos falte, da tanto trabajo! ¿Quién no ha oído infinidad de veces frases iguales o semejantes? El trabajo ya está marcado en la frente del hombre, condenado a practicarlo desde que fue expulsado del Paraíso Terrenal por el Creador, que le dijo: 'Ganarás el pan con el sudor de tu frente'. La mujer, su compañera ya entonces, solo fue condenada a marcharse con él. Aunque la penitencia a aquel pecado también la llevaba encima... Hoy, quizá pasados millones de años desde entonces, ella también está redimiéndose de aquel pecado. ¡Como si no hubiese dado golpe en toda su vida! ¡Como si parir, cuidar y educar a sus hijos, cocinar, hacer todas las demás labores de la casa no fuese un arduo y suficiente trabajo! Sí lo es, y gordo, pero sin salario alguno. Desde hace unos lustros las sacrificadas madres además de todos esos trabajos sin salario también, por unas u otras razones, se sienten empujadas a salir de sus casas a trabajar igual que el hombre. Esos trabajos que desarrollan ambos, tanto físicos como intelectuales, lo venden a cambio de dinero, ¿o no?... Sí es así, ¿quién es el que da el trabajo? A poco que penséis, si es que pensáis algo -nos dijo con mirada penetrante-, si alguien lo da es el trabajador, ¿o no?.... Nadie nos da nada. Todo en este planeta, desde que el mundo es mundo, es un intercambio de conveniencias donde siempre está la busca de intereses con el pan de por medio a cambio...".

Ya de vuelta a casa trato de leer la prensa sentado en mi jardín. No soy capaz a concentrarme. Mi mente sigue pegada a las reflexiones de Bras, que retumban en mis usados oídos. Un auténtico azote es este Bras. En fin que, según lo que nos cuenta, deduzco que nos demandan trabajo a cambio de dinero y, si nos lo pagan, nada nos deben. Lo mismo que si nosotros aportamos el trabajo que nos demandan, a condición de que nos paguen por ello, pues nada debemos... Claro, claro, el trabajo se compra y se vende... No hay vueltas que darle, va a tener razón Bras. El trabajo no se da...

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