ANTONIO VALLE | Jubilado castropolense, aficionado a la escritura
"La jubilación es un paso duro y empezar a escribir me ayudó muchísimo"
"Es importante estar activo, aunque eso tiene un problema asociado y - es que te pasa la vida muy rápido"
Figueras (Castropol), T. Cascudo 16.01.2020 | 01:27
Antonio Valle, natural de la localidad castropolense de Barres, aunque afincado en Figueras desde hace más de cuarenta años, acaba de cumplir su primera década como jubilado y también como aficionado a la escritura. Cultiva su pasión en diferentes formatos, pero, especialmente, a través de las cartas al director que remite periódicamente a LA NUEVA ESPAÑA. Desde su jubilación en la Caja Rural (empresa a la que se refiere como su "familia" y en la que, entre otros cargos, fue durante dos décadas jefe de la zona occidental) suma sesenta cartas publicadas: la primera en noviembre de 2010, bajo el título "Memoria histórica de los años cincuenta en el Occidente", y, la última, el pasado 26 de diciembre, titulada "El alma de Duna". Dice que, si la salud y la mente se lo respetan, este año engrosará su particular nómina con otras doce cartas, en las que seguirá muy presente su visión del occidente asturiano, donde ha vivido siempre. Y añade, entre bromas, que en su carta a los Reyes Magos pidió llegar a ser columnista de este periódico: "Que por soñar no quede".
- ¿Por qué se animó a empezar a escribir?
-Cuando me jubilé me dio por escribir, algo que no había hecho antes, al margen de cuestiones laborales. Ni escribía, ni leía por falta de tiempo. Me gustaba leer, pero los libros se pasaban meses encima de la mesa. Mientras ejercía siempre me decía que la política debía quedar al margen y, por tanto, evitaba decir nada que pudiera molestar, pero, al jubilarme, digamos que sentí una liberación y decidí poner por escrito todas esas cosas que me pasaban por la cabeza y me parecían importantes.
- ¿Escribir fue una ayuda al dar el paso a la jubilación?
-Me ayudó muchísmo. La jubilación es un paso duro. En mi caso fue una jubilación solicitada por motivos de salud, tras cuarenta años en activo sin una sola baja, pero, aún así, tienes sensaciones contradictorias. Por un lado, una sensación agradable, te sientes más libre, eres otra persona. Por otro lado, está la sensación más difícil de gestionar, que es un sentimiento de abandono. Notas que el teléfono deja de sonar y echas en falta el contacto con la gente. Tuvieron que pasar al menos seis meses para empezar a centrarme y ser consciente de que estaba jubilado. Creo que el que escribe lo hace para él. Me siento a gusto escribiendo y me permite expresar lo que pienso. La escritura contrarresta los problemas de la vida y me hace feliz.
- Y, después, ¿cómo reordenó su vida?
-Hago un paseo diario y salgo en bici cuando hay buen tiempo para hacer unos cuarenta kilómetros. Si llueve, me dedico a hacer navajas en el taller; llevo 220 hechas. Desde que me jubilé, me enseñó a hacerlas José María, un amigo de Figueras. Luego están la escritura, la lectura y también intento viajar, algo que a mi mujer y a mí siempre nos gustó mucho. Cocinar también es una pasión, y están el jardín y un huerto que tengo en casa, y algunas reparaciones que siempre hay pendientes. Y, por último, está el mejor hobby: los nietos. Tengo uno aquí y dos en Londres. Al final tuve que abandonar el golf, que fue mi afición de siempre, porque no tengo tiempo. Cuando te jubilas, es importante estar activo, aunque eso tiene un problema muy gordo añadido y es que te pasa la vida muy rápido.
- Le costó adaptarse, pero, ahora, ¿cómo se siente?
-Ahora estoy viviendo la vida, no sabía que era tan feliz. Si te respeta medianamente la salud, la vida es maravillosa.
- Los jubilados, ¿están suficientemente valorados en esta sociedad?
-De momento estamos bien económicamente y médicamente, pero creo que no se escucha al jubilado. No hay que escucharlo por que sepa más que nadie, sino por llevar muchos años de rodaje. Tampoco digo que haya que hacernos caso en todo porque es verdad que de viejo te vuelves un poco rompehuevos.
- Ha remitido todas sus cartas a LA NUEVA ESPAÑA, ¿qué supone para usted el periódico?
-Soy lector de LA NUEVA ESPAÑA desde siempre y es fundamental para no desconectarse de la sociedad y estar enterado de lo que pasa en Asturias. El periódico es muy cercano y te mantiene actualizado.
- En sus escritos sobresalen los temas de la zona ¿cómo ha evolucionado?
-Nací aquí, me crié y me formé aquí, y además tuve la suerte de trabajar y pernoctar aquí toda mi vida. Vi la miseria que había y el cambio que pegó la zona. Tenemos un tejido industrial importante y por eso somos privilegiados. Hoy por hoy no veo la zona mal, aunque hay que tener cuidado.
- Además de cartas al director, ha hecho sus pinitos en el relato, pues participa desde el principio en el taller de escritura de la biblioteca de Figueras que coordina Gonzalo Moure. ¿Para qué le ha servido?
-Gracias a las correcciones de Gonzalo creo que mejoró mi escritura y es algo que se ve al comparar el primer relato con este último.
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