Una placa recuerda en Castropol pasajes de “Amarguras d’un viaxe”, considerada la primera obra publicada en gallego-asturiano, en 1920
En junio de 1920 el castropolense Ramón G. González publicó el que está considerado el primer libro editado en gallego-asturiano. Se titula “Amarguras d’un viaxe” y cuenta, en forma de verso, la historia de un marino que regresa de un viaje a Inglaterra y se encuentra con un fuerte temporal en la bocana de la ría del Eo. El Ayuntamiento de Castropol ha querido dejar constancia física de este aniversario y ha colocado en el paseo del muelle una placa que reproduce algunos fragmentos del relato, como el siguiente:
“A barra… taba a dous pasos;
lougo, a ría; dentro d’ela,
el puerto; pero ¡ah! n’a barra
a morte taba en espera:
alí fervían as olas,
chías de furia, famentas (…)”
El promotor de esta idea, que se suma al homenaje en vídeo que hizo en junio la biblioteca local Menéndez Pelayo, es el castropolense José María Llenderrozos, aficionado a la historia local. Propuso al Consistorio instalar la placa y preparó el diseño para el elemento cerámico, obra de Javier Cancio.
La cerámica incluye una rosa de los vientos y reproduce fragmentos del relato
La placa incluye una rosa de los vientos con el Norte apuntando a la bocana de la ría y cuatro fragmentos extraídos del relato por orden cronológico. “Cogí varias frases formando una secuencia de lo que ocurrió y vi que era buen lugar colocarlo aquí”, precisa.
Cuenta Llenderrozos que le gustó el emplazamiento elegido por estar cerca de unas rocas, que se ven en bajamar y le venían como anillo al dedo para incluir un pasaje que homenajea a las antiguas mujeres del mar: “Debe a muyer d’un marino ser como as olas de brava; aguardar firme y serena, como os peñascos na playa”.
El autor de “Amarguras d’un viaxe” (cuyo nombre completo era Ramón García-Monteavaro y González-Travieso) dedicó en su día su obra a su alumno Vicente Loriente Cancio. Éste, poco después, en 1921, fue cofundador de la Biblioteca Popular Circulante, semilla de la actual Menéndez Pelayo, que ya trabaja en el programa para conmemorar su centenario.
Llenderrozos también promovió el pasado verano la colocación de otras ocho placas (obra de Javier Cancio) que recuerdan textos de tres escritores locales y que permiten dar un paseo literario por los miradores de la villa. “Son frases cortas relativas a Castropol o a la ría para que la gente se pare un minuto, y conozca un poco más de la historia del pueblo”, añade.
9 comentarios
Antonio Murias Vila -
Ovidio Vila Pernas -
Antonio Murias Vila -
La feminización de "viaxe" (y de otros sustantivos erminados en "-axe") responde a los esfuerzos de unos galleguistas (linguistas unos sí y otros no, pero galleguistas todos) capitaneados por Ricardo Carballo Calero (ferrolano con mucho peligro) que hicieron todo lo posible y más para que el gallego se pareciese y/o se fundiese con el portugués. Y en portugués, todo sustantivo terminado en "-agem" es femenino.
Hace un siglo, se aplicaba el género masculino o el femenino al término "viaxe" y daba igual. Lo mismo acaecía con el término "paisaxe" (recordemos a Castelao: "As paisaxes non se comen").
Pero las maniobras urdidas por Carballo Calero (festejado recientemente en el Día das Letras Galegas) y sus secuaces, en pro de un contubernio del gallego con el idioma portugués, tienen como inmediata consecuencia el divorcio con la "fala". En esto, como en muchas otras cosas, los de la banda de Carballo Calero tiene bastante culpa, despreciando el gallego oriental. Y esa culpa será para siempre. To homónimo Ovidio, hace 20 siglos, ya escribió: "Poena potest demi; culpa perennis erit" ((=se puede perdonar el castigo, pero la culpa será eterna). Sea como fuere, insisto: el título "Amarguras d'un viaxe" sólo es posible en fala eonaviega.
Ovidio Vila Pernas -
Revista Nos, 1920 "[...] Villar Ponte i as mociós qu'il presentou ás Asambreias nacionalistas de Lugo e de Santiago . Logo , dempois dun viaxe do Sr . José de Figueiredo , ilustre arqueólogo e crítico d'arte , pola nosa Terra , Atlántida de [...]"
Y como estos los tenemos a cientos, en el mismo enlace que te di ayer. Solamente encuento viaxe en femenino a partir de 1980
Antonio Murias Vila -
- En castellano sería "Amarguras de un viaje";
- En asturiano sería "Amargures d'un viaxe";
- En gallego sería "Amarguras d'unha viaxe".
O sea:
- no podría ser castellano por el apóstrofe;
- po podría ser asturiano por el plural de amargura, que es "amargures";
- y tampoco podría ser gallego, porque "viaxe", en gallego es femenino, como fraude, ponte, arte, árbore, síndrome, análise, etc. En esto, acaece como en portugués, cuya traducción sería "Amarguras d'uma viagem".
Me reitero: Ramón, cuyo conocimiento del idioma ( o de los idiomas, pues sabía mucho de latín y de griego ) era muy profundo y muy extenso, eligió el título a sabiendas, con toda la intención. Tengo manuscritos suyos y no cometía errores ortográficos ni en los borradores. Sic transit gloria mundi.
Ovidio Vila -
Te pongo un ejemplo de Rosalia en Follas Novas (1880): "[...] que solasmentes eu sabía ; e n'era só de prata , nin só d'ouro aquel sin par tesouro , qu'era d'un canto deseiar podía . Nunca eu fora nin rica nin dichosa , i ó ver que para sé-lo só [...]"
Yendo a otro mas reciente, coetáneo con la obra que nos ocupa te pongo uno de Pondal en 1917. [...] quedo tan tranquilo , cual non quedou Macario nin Cirilo . [67] Doce é ao oído certamente o sonoro soar d'un harpa eolia ; mas eu prefiro o rouco son do vento nas fendeduras das vetustas portas . Doce é [...]"
Ejemplos como este se pueden encontrar muchos en https://ilg.usc.es/TILG/gl/search/simple
Saludos.
Antonio Murias Vila -
Igualmente justo y debido es precisar a Tania Cascudo, que suele ser precisa en sus crónicas, un detalle que merece la pena glosar. Es el siguiente: el viaje al que se refiere el largo poema (796 versos) no era un viaje a Inglaterra. Era un viaje a La Habana. Es verdad que el poema relata un viaje de vuelta de Inglaterra en el que Ignacio mostró su pericia náutica. Aparece en el capítulo segundo, a partir del verso número 126. Luego, cuando se refiere al viaje en cuestión, o sea el motivo de las amarguras, indica en los versos 377 y 386 que se trata de un viaje a La Habana, o sea un viaje largo.
Hay que precisar que el relato no fija la época, o sea que no sabemos en qué tiempos históricos se desarrolla la acción. En el año 1920 pocos buques mantenían la vela como única propulsión. Los legendarios cap horniers ya formaban parte del pasado tras la apertura en 1914 del Canal de Panamá. Cierto que casi todos los que resistían los envites del motor eran fragatas (como la del poema), y más para los viajes transoceánicos. El relato es atemporal, pero parecería ubicarse en los gloriosos tiempos de la navegación a vela de finales del siglo XIX. Hay un detalle, no obstante que nos hace pensar en que la acción se desarrolla en verano: en los versos 404 y 405 se indica que son las tres y que no tardará el alba. Esto sólo era posible cerca del solsticio de verano y antes de los cambios de hora (húbolos en los años 1918 y 1919 curiosamente, no en el año 1920-). Pero no en la actualidad. Los que trasnochamos lo sabemos. Y los poetas también, que suelen trasnochar. La hora oficial a partir del 1 de enero de 1901 se fijaba con referencia al tiempo solar medio del meridiano de Greenwich [como debería ser todavía, si hubiese más seso], y eso permitía que, en verano, las tres de la madrugada no estuviesen muy alejadas de los albores del próximo día. El adelanto de una hora primero y luego de dos horas [en 1942, alineándonos con la hora de Berlín y de paso, sólo de paso, la de París-] trastocaron los ritmos.
Por cierto que al retorno de tal viaje (de La Habana) dedica Ramón el último (y breve) capítulo (De volta), y es un final de singladura de lo más apacible. La descripción está llena de ironía y humor. Ya comenté en otro momento que esta obra (Amarguras dun viaxe) ofrecía un contrapunto humorístico a la precedente (en el tiempo) obra de Pedro G. Arias titulada El bajel de la felicidad, que cristalizaba algo que lamentablemente había calado en la burguesía castropolense de principios del siglo XX: lo cursi, felizmente superado luego, pero no sin esfuerzo.
Pepe Llende -
Me alegra que te guste el sitio elegido.
Gracias por la información de tu comentario, desconocida para mi.
Saludos.
Antonio Murias Vila -