Cuatro de ellos responden a las preguntas de este diario por teléfono y lo hacen “con mucho entusiasmo”, con el mismo con que, día tras día, acuden a sus escuelas. Carmen Lanza Martínez, de 21 años y naviega, es una de las estudiantes.
Recuerda bien la reunión en la que la empresa con sede en Anleo informó de su proyecto a alumnos de 2º de Bachillerato de los institutos de Navia, Luarca, Boal, Tapia de Casariego y Vegadeo. Ella se presentó y logró pasar. Desde septiembre de 2018 vive en la residencia de la escuela de Poligny, donde se forma en BTS Productos Lácteos.
Cuenta que desde muy pequeña conoció la vida del ganadero. “Me interesa”, dice con aplomo. Ahora no solo se forma en lo que quiere, también aspira a “contribuir a impulsar este sector que da identidad” a su tierra, Asturias. Estudiar en Francia gracias a Ilas es clave para poder hacerlo. Para la naviega, lo mejor de la experiencia es conocer otro país, hacer nuevas amistades y aprender otro idioma, como opinan también sus compañeros becados. Ahora dice que valora más lo que tiene y que su mente “está abierta allá donde va”.
En Francia se vive con especial interés todo lo que pasa en el sector lácteo, algo que causa sensación en todos los alumnos asturianos becados por Ilas. Mauro Moreira Méndez tiene 20 años, es de Cadavedo (Valdés) y otro de los afortunados. Está cursando su tercer y último año de formación agroalimentaria (rama láctea) en la escuela de Mamirolle Besançon. Su caso es particular. Estaba, dice, “dispuesto a estudiar una ingeniería en España”, pero aquella charla de la empresa para informar a los alumnos interesados en la beca cambió su parecer. “Nunca imaginé que un campo tan cercano como es el de la leche sería a la vez tan interesante”, confiesa.
Define la experiencia en Francia como “increíble”. “Lo mejor es, sin duda, el hecho de conocer gente nueva e integrarse en una nueva cultura, he de decir que bastante diferente a la nuestra”, comenta. Él ha crecido, además, “como persona” y agradece profundamente la apuesta de la empresa que paga su beca porque gracias a ella están recibiendo una formación “exclusiva”. “La profesionalidad que este colegio ofrece es impresionante, hace que te sientas como un verdadero quesero desde el primer día”, ilustra.
En Francia se vive con especial interés todo lo que pasa en el sector lácteo, algo que causa sensación en todos los alumnos asturianos becados por Ilas. Mauro Moreira Méndez tiene 20 años, es de Cadavedo (Valdés) y otro de los afortunados. Está cursando su tercer y último año de formación agroalimentaria (rama láctea) en la escuela de Mamirolle Besançon. Su caso es particular. Estaba, dice, “dispuesto a estudiar una ingeniería en España”, pero aquella charla de la empresa para informar a los alumnos interesados en la beca cambió su parecer. “Nunca imaginé que un campo tan cercano como es el de la leche sería a la vez tan interesante”, confiesa.
Define la experiencia en Francia como “increíble”. “Lo mejor es, sin duda, el hecho de conocer gente nueva e integrarse en una nueva cultura, he de decir que bastante diferente a la nuestra”, comenta. Él ha crecido, además, “como persona” y agradece profundamente la apuesta de la empresa que paga su beca porque gracias a ella están recibiendo una formación “exclusiva”. “La profesionalidad que este colegio ofrece es impresionante, hace que te sientas como un verdadero quesero desde el primer día”, ilustra.
En Francia ha aprendido, además, a mirar con otros ojos el sector. “Aquí están muy focalizados en la producción de trigo y en los productos lácteos”, detalla Mauro, al tiempo que explica que es un país que cuida mucho la educación” y trabaja temáticas como la innovación o la creatividad.
Pelayo Fernández Martínez es de Castropol, tiene 19 años y también estudia en la escuela de Mamirolle Besançon tecnología de los alimentos. Está becado desde 2019. Optó a la convocatoria junto a siete candidatos y fue uno de los tres elegidos. Para la experiencia solo tiene buenas palabras. “Lo mejor es poder aplicar la teoría a la práctica desde el primer día, ya que la escuela cuenta con su propia fábrica de productos lácteos en la que solemos pasar muchas horas”, detalla. Y destaca que en Francia hay gran cantidad de formaciones orientadas a este sector, “cosa que en España nos falta”.
“El oficio de agricultor o ganadero está tan bien visto como cualquier otra profesión y se les reconoce continuamente su papel en la economía y en la sociedad”, destaca. Pelayo Fernández advierte que Asturias es una potencia en el sector (“ya quisieran los franceses”, dice son sorna) “y no se explota al 100 %”. “Si esto fuese así, un gran ramaje industrial y de servicios se formaría en la comarca, dinamizando la economía y el empleo”, opina. “Asturias necesita gente arraigada a la tierra”, concluye.
Luis García Gasalla, también de 19 años, es de Castropol. Este es su segundo curso con beca en la misma especialidad que sus compañeros. Formarse en Francia le ha hecho comprobar que el país vecino “mira más a la agricultura”. “Lo que me gustaría importar a nuestra comarca son las formaciones de las que disponemos aquí en el sector agrícola, así como el “savoir-faire” (saber hacer”) en el ámbito de la quesería”, detalla. Para él, Asturias necesita “conservar ciertas industrias estratégicas” y allanar el camino para que lleguen otras. Sin olvidar la política, dice, porque “el gobierno autónomo y el campo deben trabajar conjuntamente”.
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