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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

Un nadador de Castropol cruza el Estrecho de Gibraltar y lo celebra «con medio sándwich de Nocilla»

 

El castropolense Diego Pérez completó los 15,1 kilómetros entre Tarifa y Punta Cires, en Marruecos, en algo menos de cinco horas

23 oct 2023 . Actualizado a las 12:40 h.

«Medio sándwich de Nocilla». Fue el capricho que Diego Pérez Iglesias (Castropol, 1986) se dio cuando se vio a punto de completar uno de los retos deportivos más legendarios. «Llevábamos tres años en lista de espera, y este enero al fin nos avisaron de que nos tocaba», explica todavía emocionado tras cruzar a nado en apenas cuatro horas y 48 minutos los 15,1 kilómetros del Estrecho de Gibraltar entre Tarifa y Punta Cires, ya en Marruecos.

Tras practicar fútbol y ciclismo de montaña en su juventud y aprender a nadar, «de aquella manera, por libre», en la playa de Arnao, su pasión por la natación no dejó de crecer desde que en el 2007 realizó un curso de socorrismo en Ribadeo. «Fui mejorando día a día y ahora, que llevo asentado años en Oviedo, soy entrenador en el Club Multideportes. Lo que más me gusta son las travesías, el mar abierto. Ya había hecho varias de 10.000 metros y junto a Javier Gutiérrez me animé a probar en el Estrecho de Gibraltar», cuenta. 

Un grupo de cuatro nadadores

Además de por su amigo, Diego se enfrentó al Estrecho de Gibraltar acompañado por los madrileños José María López y José Ignacio Donnay. «Chema es el hombre récord del Estrecho, lo ha cruzado 14 veces. Además, da visibilidad a la donación de médula y posamos junto a él por la causa», explica el deportista del Occidente asturiano.

 

Además de su amigo Javier Gutiérrez, lo acompañaron los madrileños José Ignacio Donnay y Chema López, el hombre récord del Estrecho, con 14 experiencias, que visibilidad la donación de médula.
Además de su amigo Javier Gutiérrez, lo acompañaron los madrileños José Ignacio Donnay y Chema López, el hombre récord del Estrecho, con 14 experiencias, que visibilidad la donación de médula. 

 

«Por seguridad vamos en grupo y llevábamos una zódiac desde dónde nos iban dando el avituallamiento. Hacíamos uno cada hora. Yo me llevé geles, fruta y agua. Y ya para el último avituallamiento tomé medio sándwich de Nocilla, a modo de recompensa», revela sobre las casi cinco horas de esfuerzo por los mares que unen Europa y África.

«Es la travesía más diferente y difícil que nunca he afrontado. Al mezclar el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo las corrientes cambian mucho. No hay dos cruces iguales. Y eso que tuvimos buen tiempo. Es una pasada ver barcos y animales al lado, sentir las olas. La verdad es que lo llevé muy bien. Al ser una competición larga, tiras a un ritmo cómodo que puedas soportar y todos teníamos un nivel parecido, excepto Javier que está un poco por encima», detalla sobre su aventura la pasada semana. 

Más cabeza que físico

Desde que recibieron la invitación de la Asociación Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar, Diego y Javier se prepararon a conciencia, «especialmente desde Semana Santa». «Entrenaba cinco o seis días a la semana, el 70 % en la piscina, al no tener mar en Oviedo, pero cuando podía iba a Luanco, Gijón y, cada 15 días, a Castropol», dice convencido de que el esfuerzo mental fue mayor que el físico. «La cabeza es la parte más importante», sostiene dispuesto a fijar nuevas metas.

1 comentario

Nano -

Pues el agua es muy mala , que no sé nadar ,digo yo.