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Castropol, Pueblo Ejemplar de Asturias

En política, fútbol y religión, tan peligroso es el sí como el no

3 de Abril del 2024 - Antonio Valle Suárez (Castropol)

En esta España nuestra tenemos la suerte de poder disfrutar de una prensa casi libre del todo, que nos informa de aquellas noticias que nunca llegarían a nosotros si estuviese censurada o intervenida. Quiero referirme concretamente a las nuevas relacionadas con la corrupción que, más veces de las debidas, se presenta ante los ojos del pueblo soberano como si fuera adrede, como para someterlo a continuos sobresaltos y cabreos.

Los que tenemos ciertos años no podemos impedir que nos vengan a la mente muchas noticias de casos relacionadas con la deshonestidad. Sobre todo aquellos que mueven a las masas y son dimanados de la política, el fútbol o la religión. Además de esas potentes entidades, por supuesto que se podían enumerar muchas otras: ONG, cooperativas, bancos, clínicas, hospitales, residencias y todas aquellas entidades públicas y privadas administradas por los humanos. Sabemos que en mayor o menor medida ninguno de esos organismos, con sus gobernantes al frente, está libre de ser contagiado por tan temible y despreciable lacra que castiga a la humanidad desde que el hombre puso su pie sobre la faz de la Tierra.

Con tal motivo surgen debates acalorados que a veces terminan rompiendo amistades e incluso destrozando vínculos familiares. Entonces es cuando surge un antídoto o vacuna que, aplicado a tiempo, puede mitigar todos esos problemas. Ese antídoto muchas veces aplicado se llama: "Prohibido hablar de fútbol, religión o política". Y mucho menos concentrarse en su grano en el trasero llamado corrupción, que, de vez en cuando, les sale a alguno de ellos en tan escondido lugar. Pero aun aplicando esa receta el virus sigue ahí, aletargado, sin llegar a curarse nunca por sí solo. O lo que es lo mismo, curado en falso.

Más veces de las debidas saltan ante nuestros ojos casos de corrupción pública, más o menos gordos. Los privados se guardan más, aunque a veces siguen su camino rozando a los corruptos/as sin molestarlos en lo más mínimo siquiera, y sin que el vulgo se entere de su porqué. Pero por suerte, actualmente tenemos medios a nuestro alcance para ponernos al día (hemerotecas) en lo que a información pasada se refiere, ya que la actual la vemos en la prensa diaria y el resto de medios informativos. En las hemerotecas nos podemos nutrir de las noticias fidedignas y de esa información pasada, almacenada y muchas veces olvidada, pudiendo evitar con su ayuda que no nos influyan los modernizados bulos ni macutazos burdos que por ahí circulan libremente. Lo hacen con el solo propósito de empujarnos a debates acalorados destinados a destruir la convivencia, a estabilizar los intereses particulares de quien los maneja y lanza sin sentir el menor de los pudores. Se trata de que lleguen a todos, confundiendo, liando la madeja y desestabilizando, para conseguir sus malignos propósitos. Viniendo al caso ahora podemos aplicar aquello de que su conciencia, la del que los crea o lanza, era verde y se la comió un burro.

Es una pena que la mayoría de las veces esas discusiones solo vayan encaminadas a la confrontación, defendiendo a ultranza cada uno sus colores, escuchando al interlocutor solo para atacarlo sin ni siquiera tratar de asimilar sus razones por poderosas que puedan parecer. Eso no son debates intelectuales ni académicos, ni siquiera ideológicos, solo son desavenencias frontales, con ideas cerradas para imponerse cada cual.

Las opiniones que terminan en discusiones por política, religión o futboleras, podríamos decir que su objetivo es el de demostrar todo lo malo, indigno y poco meritorio que es el otro; por contraste con lo bueno, digno y loable que es uno y el bando al que representa, o que simplemente porque le gustan sus colores...

Cuando no hay peligro de que salten chispas en el diálogo, con temas tan delicados, es cuando bogamos con el interlocutor, ambos con el mismo rumbo. Siendo así puedes disfrutar de una singladura pacífica diciendo sí o no, según quiera oír la otra parte que tengamos en frente. Esto me hace recordar que una vez aprendí una sedosa lección que ahora me encanta el compartirla contigo, amigo lector:

Nuestro médico de cabecera alternaba en las tardes de verano en el bar de enfrente de mi casa (hoy cerrado para siempre) con don Jesús, que era un también médico y amigo veraneante. Don Jesús, hombre prudente y pausado, siempre le daba la razón en todo a nuestro galeno. Así que, en condiciones normales, no surgía ninguna desavenencia entre ambos. Los enigmas comenzaban a subir de tono cuando el alcohol hacía sus efectos recorriendo las venas de nuestro terapeuta, el del pueblo. Entonces no se le entendía nada de lo que decía y defendía, poniendo con sus seseos y medias palabras en serios aprietos a su interlocutor cuando le pedía su parecer. Y ocurría que el bueno de don Jesús, contestándole con un sí o un no casi nunca acertaba, recibiendo a cambio una buena reprimenda. Hasta que un día a don Jesús le vino la luz atinando con la contestación adecuada para el caso, que, por cierto, le quedó como guante en mano. Cuando empezaba a no entender a su colega y amigo ebrio y cabezudo, en vez de contestarle a sus interrogaciones con un dudoso y peligroso sí o no, le respondía firme y claramente: "¡Home coño!". Y a partir de entonces entre ellos reinó la paz y su amistad perduró para siempre, pudiendo sin problema alguno tratar temas tan delicados como son la política, el fútbol o la religión.

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