
El pasado mes de Diciembre, quedó colocada en la fachada de la Casilla esta placa de cerámica, una vez confirmado que la construcción de dicho inmueble fue una iniciativa del Gremio de Mareantes de Castropol en el año 1875 y en el cual desarrollaron parte de sus actividades, hasta su disolución a principios del pasado siglo.
Se utilizó una postal, que nos pareció muy apropiada, de la colección de Enrique Murias Jonte, fotógrafo local y que también fue director de la banda de música castropolense. En ella, pueden verse en esa especie de rampa, hasta cuatro cañones colocados en posición vertical, que servían como punto de amarre a las pequeñas embarcaciones que realizaban el pasaje y otras faenas en la ría. Se da la casualidad, que esos cañones, también en este año 1875, fueron retirados de una playa de Figueras, por iniciativa del Ayuntamiento y trasladados al muelle local debido a “que se estaban arruinando por completo, para su mejor conservación y a disposición de la autoridad competente”. Estos cañones, casi con toda seguridad, pertenecieron a la fragata “El Galgo de Andalucía” o “HMS Greyhound” (rebautizada, ya que había sido capturada a los ingleses en 1718), y que en el transcurso de un breve combate naval contra tres barcos ingleses, fue incendiada debajo de San Román en Septiembre de 1719. Como podemos comprobar, falta un cañón de los cuatro que aparecen en la postal, ya que los tres restantes, fueron trasladados a la zona del Penedón hace años, desde otra ubicación anterior.
Asi que, con la Casilla, ya conocemos una pieza más, junto con el barómetro de mercurio, de la “herencia” del Gremio de Mareantes de Castropol. Pero nos falta saber algo más de esa “herencia”: la capilla de San Roque, que según referencias, se levantó también gracias a la gente de mar. Sabemos que en el año 1648, quedó constituida la Cofradía de San Roque, por iniciativa de un grupo de diecisiete pescadores, que figuraban en la escritura correspondiente y que andando el tiempo la Cofradía pasó a ser: Gremio de Mareantes.
Parece que la capilla, en una primera fase, puede ser de esa época. Después, ya en el año 1877, se llevó a cabo la ampliación de la misma, añadiendo probablemente el espacio de la fachada principal situado entre la verja y el cierre de madera torneada, tan característico de esta capilla. Pudo ser así, porque si nos fijamos, en el interior hay una puerta lateral tapiada, situada después del cierre de los barrotes de madera. Estas obras, las realizó José Monteavaro de Riaño.
Este peculiar diseño en la fachada de la capilla, abierta y expuesta a los vientos y temporales del sur, parece que no abunda mucho, al menos en Asturias. Tenemos en Lastres la capilla de San José, con una fachada principal, muy similar en el arco que forman los barrotes torneados, dándose también la coincidencia, de que al igual que la de San Roque, fue asimismo costeada por los marineros locales, años antes que la de aquí.
El Gremio de Mareantes de Castropol, al igual que el de Figueras, tuvo su relevancia en la vida local. Los socios, aportaban una parte de los beneficios de la pesca o de sus ingresos y con esas cuotas, se ayudaban entre si: enfermedades, situaciones de viudedad, entierros, desgracias materiales o personales, necesidades puntuales, … Además en Castropol, se encargaban también de las fiestas de San Roque.
El Gremio de Figueras, en algún momento de su historia, dispuso de una gran solvencia económica, según dejó escrito Miguel García Teijeiro. Por ello, en el año 1776, compran la Villa y el Coto de Figueras a los últimos dueños del mismo: los Pardo Donlebún. Dispusieron para la operación, nada menos que de 680.000 maravedíes, que equivalían a 20.000 reales. Todo ello, después de un largo y dificultoso proceso, vivo ejemplo de perseverancia y sacrificios, hasta conseguir la completa emancipación, dando fin a los abusos y excesos de los Pardo Donlebún. Quedando así como dueños: civil, política y administrativamente durante unos cincuenta años. Hasta que, por Real Orden de 18 de Diciembre de 1826, se suprimen todos los “ayuntamientos particulares”, que se incorporan al concejo más próximo (Castropol en este caso), perdiendo de esta forma su independencia desde ese momento.
Una prueba más de la trascendencia de ambos Gremios, la encontramos en un pleno del Ayuntamiento de Castropol, celebrado en el año 1918, con las sociedades ya disueltas, donde un concejal propone “que se localicen y depositen en el Ayuntamiento los estatutos y libros de actas”, de los citados colectivos. Dicho concejal, deja caer también, alguna pista sobre su paradero.
Para finalizar, sería de agradecer, que si alguna persona dispone de algún documento que en su momento perteneció al Gremio, lo pusiese a disposición de los/las que tenemos interés en estos asuntos de la historia local, permitiendo la realización de una copia, que quedaría depositada en la Biblioteca, para poder ser consultada.
Pepe Llende – Enero 2020