El retraso en la puesta en marcha del servicio, ha causado malestar entre los usuarios de las playas.
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El retraso en la puesta en marcha del servicio, ha causado malestar entre los usuarios de las playas.
“Hacía falta algo así en Castropol para reivindicar la lucha contra la violencia de género más allá de las fechas señaladas en el calendario. Este mural nos recordará a diario que hay que luchar todos los días contra esto”, señaló ayer la concejala de Cultura e Igualdad, Miriam Moya, durante la inauguración de un mural que reivindica el papel de la mujer y la necesidad de acabar contra la violencia machista.
La obra, realizada por la artista veigueña Ana Fernández, pone el colofón al programa “Si las paredes hablaran”. Las jornadas, cuyo objetivo es la prevención de la violencia de género, se desarrollaron a lo largo del mes de junio y la intención del consistorio es que tengan una segunda edición en 2022. El gobierno local está satisfecho con la respuesta del público a las actividades planteadas, que estuvieron dirigidas a todos los públicos y se celebraron en diferentes puntos.
El mural, de 3,75 metros de alto por cinco de alto, se ubica junto a las instalaciones del club de mar de Castropol, en frente de la ría del Eo. La autora explica que está plagado de símbolos. Lo protagoniza una mujer pintada en violeta, color estrechamente ligado a la causa feminista, sobre un fondo de figuras geométricas que busca ser un homenaje a las alfombras florales que tiñen cada año las calles de la localidad.
Para el rostro de la mujer, la autora se inspiró en una amiga suya, la modelo argelina Wela Fellah: “Para mí ella es la viva imagen de una mujer empoderada”. Y así la pintó, como una especie de “deidad del mar” cuyos ojos, como “La Gioconda”, te miran desde todas las perspectivas. En los colores y las formas hay vínculos constantes al mar, tan presente en la vida de Castropol.
La autora, que no cuenta con ningún trabajo expuesto en su tierra, agradece que se hayan acordado de ella: “Es una oportunidad para mostrar mi trabajo y no tener que trabajar en la hostelería”. Para esta veigueña, licenciada en Bellas Artes, fue un placer afrontar este trabajo y también se sumó a la reivindicación para lograr la igualdad plena: “Queda mucho por hacer aún, creo que la clave está en la educación”.
La fotografía está sacada en 1925 en los jardines del palacio de Pardo de Donlebún de Figueras con motivo de la visita del Príncipe de Asturias. De izquierda a derecha, con instrumento: Quirolo, Etelvino, desconocido y Melquiades (hijo de Quirolo). Entre el clarinetista y el que toca el bombo está Enrique Murias, director de la Banda de Musica de Castropol.
Por la vida y la dignidad del pueblo cubano y también por la dignidad y el buen nombre de Castropol y sus vecinos y ante la gravedad de las noticias y relatos sobre asesinatos, desapariciones policiales y violaciones de los derechos humanos cometidos estos días por la dictadura comunista de Miguel Díaz-Canel, ruego al alcalde y a la corporación del Excelentísimo Ayuntamiento de Castropol que retiren cualquier reconocimiento o invitación al dictador realizados en el pasado, concretamente la realizada en abril de 2018 en nombre del municipio de manera cuanto menos irresponsable. Y que condenen la dictadura comunista cubana y los graves hechos sucedidos estos días de forma clara y sin ambigüedades. Ni los dictadores, ni los criminales, ni sus crímenes y las violaciones de los derechos humanos deberían ser nunca un motivo de orgullo para Castropol ni para nadie.
Andrés López-Cotarelo
Nota de la redacción: Este blog no se hace responsable de los artículos ni de las opiniones de sus colaboradores y amigos.
Los turistas que estos días se acerquen a la capital castropolense se encontrarán, junto al conocido como muelle de la Punta, con un guiño a la historia local y la tradición marinera de la villa de Castropol. Dos vecinos, con el apoyo del Consistorio, han recreado un antiguo cobertizo de madera donde se resguardaba antaño un salvavidas, necesario en caso de registrarse cualquier incidente marítimo en esta villa bañada por la ría del Eo.
“Los que tenemos cierta edad nos acordamos de este rincón y se recupera para recordar la tradición marinera que tuvo Castropol”, reflexiona José María Llenderrozos, que promovió la iniciativa con ayuda del también castropolense José María Acebo. Cuenta el primero que bajo el popular “escaleirón”, una escalera que une el muelle con el casco urbano, se ubicaba hace décadas el conocido como “banco dos mariñeiros”. Allí buscaban resguardo del vendaval los vecinos que se dedicaban a transportar pasajeros entre Castropol y Ribadeo. Y justo encima de este banco estaba el salvavidas con la misma leyenda que ahora se ha pintado de recuerdo: “Respétame, puedo salvarte la vida”.
Llenderrozos y Acebo se pusieron manos a la obra y construyeron desde cero la estructura de madera. Lo hicieron con un tablero fenólico, perfecto por ser un material que aguanta bien a la intemperie, que fue donado por el astillero castropolense Gondán. La guinda del pastel la puso el salvavidas. Se pusieron a buscar uno con cierta historia y Federico Fernández Ferrería, más conocido por “Fico” y por ser un gran conocedor de la ría del Eo, les cedió uno que había guardado durante años y que pertenecía al último volantero local.
El barco “Fernandón”, propiedad de una de las familias con más tradición pesquera de la localidad, fue desguazado en 1998, pero Fico guardó de recuerdo dos de sus salvavidas. Llenderrozos y Acebo se ocuparon de restaurar uno y darle la apariencia que tenían antaño los salvavidas con su característica pintura blanca y roja. No le falta detalle, ya que también colocaron alrededor un cabo al que hicieron varios nudos marineros.
La estructura se completa con una placa explicativa en la que se detalla que el salvavidas es un “objeto histórico, que no cumple con la normativa en vigor” y también se explica su historia a vecinos y visitantes. Se recuerda además que en el muelle de la Punta, en la primera mitad del siglo pasado, se embarcaba madera de pino en pequeños vapores de cabotaje que fondeaban en el canal. Una vida marítima que ya es pasado en Castropol, donde solo hay actualmente embarcaciones de recreo.
El salvavidas recuperado se añade a otros dos elementos de la historia local rescatados por estos dos vecinos. El primero fue un barómetro de mercurio propiedad del Gremio de Mareantes local, que data del siglo XIX. Lo recuperaron en 2017 y ahora se puede ver en un inmueble junto al Consistorio.
El otro elemento es una pieza de madera que se utilizaba para tallar a los quintos citados para el servicio militar obligatorio y que actualmente se expone en uno de los pasillos del Ayuntamiento. El gobierno local agradece la labor desinteresada de ambos vecinos para que la historia no se olvide.
El paseo del Muelle de Castropol pasará a llamarse calle Melquíades Álvarez González-Posada, en honor al político gijonés que apostó por la construcción de esta carretera vital para el futuro de la villa castropolense. El Pleno municipal dio luz verde al cambio de nombre al cumplirse el centenario de su construcción. La efeméride se celebra mañana.
El 27 de junio de 1921 se colocó la primera piedra de esta carretera que separa el promontorio en el que se asienta la villa de la ría del Eo. “Fue una obra muy importante para Castropol”, subraya el alcalde, Francisco Javier Vinjoy. El acto comenzará a las seis de la tarde en el Ayuntamiento y, posteriormente, se descubrirá una placa en la propia vía. Está prevista la participación del presidente regional, Adrián Barbón, que llegará por la mañana para hacer varias visitas, y de familiares de Melquíades Álvarez.
A continuación publicamos varias fotos del encuentro de Bandas de Gaitas, celebrado en Castropol, en El Penedón, organizado por la banda del mismo nombre el día 24 de julio de 2021.
El paseo del Muelle de Castropol ya luce en su inicio la placa con su nuevo nombre: Paseo Melquiades Álvarez González-Posada. Ayer, el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón; Manuel Álvarez-Buylla, bisnieto del homenajeado, y el alcalde del municipio, Francisco Javier Vinjoy, descubrieron la indicación con el nombre del político gijonés, a quien se le dedica la calle por ser quien impulsó la búsqueda de financiación para llevar a cabo la obra que dio lugar al paseo y carretera de circunvalación. Una actuación que, sobre todo, sirvió como protección de los continuos desprendimientos del acantilado sobre el que reposa la villa de Castropol.
El cambio de nombre de la calle se convirtió en un homenaje a Melquiades Álvarez cuando se cumple el centenario del inicio de la obra. El político, fundador del Partido Reformista en 1912 y que llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados, fue alabado por el Presidente autonómico: “Nunca se olvidó de Asturias”, dijo Barbón. Y ensalzó del proyecto político de Melquiades Álvarez “la búsqueda de una democratización política y la búsqueda de la libertad real de los hombres y mujeres”. Asimismo, señaló que su figura está más de actualidad que nunca, en un momento que describe de “zozobra, en el que todo el mundo vive en permanente enfrentamiento”. Por ello, apeló a la necesidad de que haya políticos que sean capaces de decir “basta ya de clima tóxico y de tensión”. Barbón hizo hincapié en que los políticos “no tenemos que vernos como enemigos, sino que tenemos que remar todos en la misma dirección y más en el tiempo difícil que nos está tocando vivir”.
Como un hombre de “unión y concordia” recordó Manuel Álvarez-Buylla a su bisabuelo. Aseguró que fue un adelantado a su tiempo y subrayó “las ideas moderadas y liberales” que defendió durante toda su trayectoria. Ideas que, señaló, están recogidas de alguna manera en la actual Constitución española de 1978. Álvarez-Buylla lamentó que ese consenso que defendía su antepasado, “esa tercera España, se nos vuelve a escapar de las manos a los españoles, por eso hay que poner en valor su figura”.
En el acto también intervino José Llenderrozos, estudioso de la historia local, que repasó la importancia para Castropol de la obra, iniciada en junio de 1921. “Fue la más importante acometida en nuestra villa en los últimos 100 años”, recalcó. Y recordó que en ese momento Castropol tenía un “grave y preocupante” problema por los continuos desprendimientos que provocada la acción de la ría. También rememoró la insistencia y compromiso de Melquiades Álvarez para con la obra, ya que “estuvo catorce años realizando gestiones e insistiendo hasta lograr poner la primera piedra”. Por ello, Llenderrozos considera que, con el acto de ayer, Castropol salda una deuda con el político, un siglo después.
El alcalde, Francisco Javier Vinjoy, también hizo énfasis en la relevancia de la obra: “Un muro que garantizó el futuro de esta villa a orillas de la ría del Eo”.
Por nuestra parte queremos destacar, que la "Fundación Ría del Eo" tambien colaboró en este homenaje.
Autoridades, representantes de entidades y de empresas, vecinos y vecinas. Buenas tardes.
Siempre es conveniente, pero también en mi opinión, necesario e inexcusable, recordar nuestra historia y en este caso, además, a las personas que en su momento fueron protagonistas de un hecho tan relevante para la tranquilidad y el futuro de los vecinos y vecinas de este pueblo .
Por eso, nos reunimos hoy aquí, para revivir el momento inicial de lo que fue la obra más importante acometida en nuestra villa en estos últimos cien años: esta carretera-barrera de circunvalación, junto con el embarcadero de la Punta y el “Escaleirón”. Una obra crucial para Castropol, largo tiempo demandada.
Es el momento también de recordar y expresar nuestra gratitud a sus dos principales e incansables impulsores: Melquiades Alvarez González-Posada y Vicente Loriente Acevedo.
Castropol, en una ubicación privilegiada, eterna proa al norte, dominando el estuario, tenía desde hacía siglos, un grave y preocupante problema en esta zona este: los continuos desprendimientos ocasionados por la acción de la ría sobre la base de nuestro acantilado, debido también a la pobre calidad de los materiales de roca arcillosa que le dan forma.
Sirva como ejemplo, lo ocurrido en el año 1836, cuando hubo que desalojar toda una hilera de casas, que se derrumbaron pocos días después y cuyos vecinos fueron realojados en la calle del Pozo, en terrenos cedidos por el Marqués de Santa Cruz.
Consciente de ello, Vicente Loriente, el gran benefactor local, consiguió sensibilizar y convencer a su gran amigo, Melquiades Alvarez, fundador del Partido Reformista, en el cual Loriente se había integrado con el Partido Independiente local o “partido novo”, para que el político gijonés, ejerciese, como diputado en Madrid, su influencia ante el gobierno central, al objeto de conseguir, los cuantiosos fondos necesarios para que este proyecto pudiese ver la luz.
Pero el objetivo, no fue sencillo ni inmediato. Todo lo contrario. Hubieron de transcurrir nada menos que catorce largos años de gestiones y trámites, de insistir una y otra vez, para que por fin el Ministerio de Fomento, diese luz verde a este proyecto, tan determinante para Castropol. Catorce años, donde Melquiades y Vicente, pusieron todo su empeño, sin desanimarse nunca, totalmente convencidos de la justicia, necesidad y urgencia de su demanda. El lunes 27 de Junio de 1921, Castropol, por fin, rebosaba de alegría.
Dos años, se necesitaron para ejecutar, esta para nosotros, trascendental obra, en la que solo de muros de piedra, tenemos más de un Km. perfectamente ejecutados con los medios de la época y diseñados con paredes piramidales para darle una mayor estabilidad, tratando de minimizar los efectos diarios de la ría sobre su base. Toneladas y toneladas de piedra, que en su mayor parte parece que llegaba desde el Esquilo, al fondo de esta ensenada de la Linera. Aquí, tengo que referirme a un triste suceso ocurrido en el mes de Marzo del año 1923, cuando la obra estaba cerca de finalizarse: en un día de fuerte vendaval, salió precisamente desde la playa del Esquilo, una embarcación a vela con cuatro tripulantes, cargada de piedra, que a los pocos minutos se fue a pique, pereciendo ahogado el patrón y salvándose los otros tres, agarrados al palo y a varias maderas de la embarcación.
Es importante señalar también, para quienes lo desconozcan, la estrecha vinculación histórica que tuvo Melquiades Alvarez con Castropol. Sin duda, uno de los políticos más relevantes en el primer tercio del pasado siglo y para algunos también, de los mejores oradores en la historia del Congreso, en donde tomó asiento a lo largo de varias legislaturas entre 1898 y 1936. Esta relación quedó asentada, al haberse presentado hasta en cinco ocasiones por el distrito de Castropol. Y precisamente, la última vez, en el mes de Mayo del año 1923, tuvo el honor de ser designado Presidente de esta alta institución democrática, sede de la soberanía nacional. Cargo que fue interrumpido en el mes de Septiembre, por la dictadura militar de Primo de Rivera.
A los pocos días de iniciarse la obra, el Ayuntamiento por unanimidad, acordó que la nueva vía llevase el nombre de Avenida de Melquiades Alvarez, desde la Fuente hasta aquí en la Punta y la otra mitad, hasta la zona del Penedón, estaría dedicada a Vicente Loriente. Pues bien, como muchos o todos los castropolenses sabéis, ni lo uno ni lo otro. El acuerdo, por motivos que algunos desconocemos, quedó sin ejecutar.
Vicente Loriente, como los vecinos y vecinas sabemos, ya tiene su reconocimiento en el parque. Pero de Melquiades Alvarez, nada de nada. Es obvio, que Castropol después de cien años, tenía una importante deuda con su persona. Por ello y coincidiendo con el centenario de la obra, el Ayuntamiento en sesión plenaria y con buen criterio, acordó hace unos días que toda esta vía, la de mayor longitud en la zona urbana, pase a denominarse Paseo de Melquiades Alvarez González-Posada. El nombre de ambos va a figurar también en un sencillo mural que se descubrirá al finalizar este acto y en el cual colabora con el Ayuntamiento, una vez más, la Fundación “Ría del Eo”.
Al hilo de todo lo anterior, una breve reflexión: si no se hubiese ejecutado esta gran obra, para contener el doble abrazo diario, a veces traicionero, de nuestra querida ría, estaría hoy en pie la hilera de casas que va desde el callejón de la Fuente a la Mirandilla ?? La duda es más que razonable.
Ramón García, en el decenario local, del día 30 de Junio de 1921, lo resumió perfectamente con esta frase: … Ya el mar no proseguirá socavando sus cimientos, gastará en vano su diente...
Finalizo.
Quien les iba a decir en aquel momento, a Melquiades Alvarez, Vicente Loriente y al entonces Alcalde, Jerónimo Méndez, que los vecinos de Castropol, después de un siglo, los iban a tener presentes en este acto. Pues si, aquí estamos, porque este es un pueblo con memoria, un pueblo agradecido, pero también, en mi opinión, un pueblo con demasiada frecuencia callado y resignado. Vicente Loriente, hijo, buen conocedor de la adormecida parroquia local de la época, afirmó en el mismo decenario: “...dejamos que la cosa pública, por nuestra pasividad, caiga en manos del respetable gremio...” “La lección que debiera de perdurar en el ánimo de los castropolenses de mañana, es esa: que nuestro bienestar y nuestro porvenir están en nuestras manos...” Pero, por encima de todo, somos un pueblo, una villa, que después de un siglo, no olvida a sus notables benefactores. Por ello, al recordar y dejar constancia de sus virtudes ciudadanas, os propongo un fuerte aplauso en su memoria.
José María Llenderrozos
Castropol, 24-Julio-2021
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La primera vez que Manuela Busto (Villallana, Lena, 1965) puso un pie en Castropol, se perdió. Se llevó a casa la impresión de un pueblo bellísimo, pero también, “laberíntico”. Corría el año 1990 y la lenense acudía a la villa, capital del municipio de nombre homónimo, para iniciar su periplo laboral como responsable de la biblioteca Menéndez Pelayo. No sabía entonces que se quedaría más de tres décadas y que lograría que el centro funcionase como motor cultural del concejo, convirtiéndose en digno heredero de la Biblioteca Popular Circulante (BPC), de cuya fundación se cumplen ahora cien años. “Castropol es especial por su magia, por la luz y por esa capacidad que tiene para convertirse en escenario de cualquier argumento, ya sea una novela de misterio, de fantasía, romántica o un cuento infantil”, señala esta profesional, enamorada del territorio.
Busto fue una de los cien asturianos que participaron en la gran encuesta de LA NUEVA ESPAÑA para elegir los veinte pueblos más guapos de Asturias. No dudó en poner a Castropol a la cabeza del ranking y no fue la única que lo votó, ya que este núcleo logró el noveno lugar entre los más bellos. Siempre colaboradora, la bibliotecaria accedió a guiar a este periódico por sus rincones predilectos de esta villa, enclavada en un montículo sobre la ría del Eo y que en 2004 fue catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC).
Empieza su ruta, como no podía ser de otro modo, en la Menéndez Pelayo, que desde los noventa se emplaza en el viejo teatro casino, que data de 1911. Lo dice ella, pero es verdad, la biblioteca es “el centro neurálgico” de la localidad y es un espacio “vivo, que funciona” y que promueve a lo largo del año infinidad de actividades con éxito de participación. El espacio lector está trabajando en el programa del centenario para que no se olvide que el 20 de octubre de 1921 un grupo de jóvenes castropolenses fundaron la BPC, dando inicio a un proyecto cultural tan novedoso que recibió alabanzas fuera y dentro de España. Su propósito era acercar la cultura al pueblo y acabar con el analfabetismo que imperaba en este enclave rural. Su mensaje, revolucionario en la zona, caló hondo, aunque con la Guerra Civil el proyecto se fue al traste. Al primer Alcalde democrático del concejo, Domingo Martínez, le tocó el reto de reflotar la conocida como la“Atenas del Occidente” y dice que la llegada de Busto fue clave para poner los cimientos de lo que hoy es el centro. “Era un desastre completo, habiendo sido la tradicional tan buena era una pena y ahora vuelve a ser una joya”, dice desde su casa, a un paso del puerto. Si se le pregunta a Domingo por qué gusta tanto Castropol, lo tiene claro: “Es muy especial, tiene un paisaje único y a eso se le añade la gente del pueblo”.
Pero volvamos al inicio de la ruta. A Busto le gusta especialmente la esquina del parque Vicente Loriente donde se localiza la coqueta capilla de Nuestra Señora del Campo, muy cerca de la estatua dedicada al famoso marino Fernando Villamil. “Es un sitio que me encanta porque tiene arte, historia, cultura, literatura y naturaleza a un golpe de vista. Concentra la esencia del pueblo; aquí parece que se detiene el tiempo”, señala, antes de emprender paseo hacia la segunda parada: la plaza del Cruzadero.
En esta plaza se localiza el monumento al Pueblo Ejemplar de Asturias, distinción que la localidad recibió en 1997 de la mano del entonces Príncipe de Asturias, hoy Rey, Felipe VI. “Aquí se concentra la esencia de Castropol porque es Pueblo Ejemplar por la unión de sus vecinos, por el respeto a sus tradiciones y por el manenimiento del patrimonio cultural que le fue legado”, dice Busto parafraseando parte del acta del jurado de este prestigioso galardón. Apunta también que desde este punto se pueden admirar algunas de las edificaciones más singulares. Desde una de ellas, asomado a su balcón, saluda Roberto Frontera, natural de Puerto Rico, pero con fuertes raíces en la localidad. A sus ojos, Castropol es “un nacimiento puesto en una peña al lado de la ría; aquí todo es guapo”. Calle arriba da un paseo Ramón Díaz Canel quien subraya que la singularidad del pueblo radica en conservar las edificaciones tal y como eran hace décadas. Lo mejor, dice, “la gente, el clima y la ría”.
El tercer rincón elegido por Busto es La Mirandilla, uno de los miradores más especiales sobre el estuario, que permite contemplar la ensenada de La Linera (A Lieira, en la zona). “La ría define Castropol y lo bueno es que se puede ver desde todos los rincones y nunca es la misma, va cambiando, es magia pura”, añade la bibliotecaria. Desde este mirador, Busto señala la playa de Salías, pues allí se tomó en 1935 una foto para la historia: la del escritor Luis Cernuda acostado plácidamente en la orilla. Fue una de las muchas personalidades (Federico García Lorca o Dámaso Alonso son otros ejemplos) que recalaron en la localidad atraídos por la fuerza cultural de su potente biblioteca. A Cernuda le tocó venir un verano con pocos días de sol y, por eso, a su regreso a casa, escribió el relato “En la costa de Santiniebla”. La biblioteca diseñó hace años una ruta literaria para seguir sus pasos, que se hace bajo demanda. Pero La Linera esconde mucho más, por ejemplo, el parque de cultivo de ostras o el único astillero de ribera que queda vivo en Asturias: Astilleros Pacho.
La bajada al muelle desde el Ayuntamiento le gusta también mucho a la bibliotecaria. Apoyada en el muro del tramo final se puede contemplar una auténtica “postal costumbrista” de la ría y el puerto. Allí se emplaza el Club de Mar, otra institución en Castropol, pues ha formado a decenas de remeros en un deporte de gran arraigo. “Hacen una labor estupenda”, subraya Busto, antes de poner fin a su particular paseo por la capital. Pasan las dos de la tarde y llegan dos lanchas de pasaje cargadas de turistas. La mayoría forman parte de una excursión que salió de Madrid y a los que el viaje por la ría del Eo ha deslumbrado: “Me ha gustado mucho. Castropol es precioso”, señala Marisa Lorente. La ruta en barco es un buen plan, como también sentarse a contemplar la puesta de sol o leer un buen libro con vistas a la ría.
Desde Oviedo, hay que coger la autopista “Y” en sentido Avilés, donde enlaza con la Autovía del Cantábrico (A-8) que se recorre hasta el conocido como cruce de Barres. Ahí se toma la salida 501 en la que figura indicado Barres-Castropol y también Vegadeo, ambas localidades ubicadas en la carretera Nacional 640. Desde este cruce restan unos cinco minutos de conducción hasta llegar a la capital castropolense. Se puede optar por aparcar junto al teatro casino o probar suerte en el puerto.
Es imprescindible perderse por las calles del casco antiguo (es Bien de Interés Cultural desde 2004) y descubrir la infinidad de atalayas que esconde, todas con excepcionales vistas de la ría del Eo, el estuario que une Asturias y Galicia. Tras el paseo, es una buena opción reservar para comer en alguno de los afamados restaurantes de la localidad y también debería ser obligado un paseo en barca por la ría. Son varias las embarcaciones operativas y hacen parada aproximadamente cada media hora en los puertos de Castropol, Figueras y Ribadeo.
Si hay un producto del que presume Castropol es la ostra, pues aquí se concentra toda la producción asturiana de este molusco. Dos empresas (Acueo-Ostras del Eo y Ostrastur) se dedican al cultivo de ostra rizada, que nada tiene que envidiar a la ostra plana gallega. La firma Acueo tiene abierto un pequeño bar en frente de su parque de cultivo donde se pueden degustar.
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